El escritor y periodista Ignacio Vidal-Folch acaba de publicar en la colección «Áncora y Delfín», de la editorial Destino, Turistas del ideal, una divertidísma novela satírica en la que pone a caldo a los popes emblemáticos de la izquierda cultural, tan aficionados a las aventuras tercermundistas y tan apegados a la ventajosa comodidad que les proporciona su posición de privilegio en el primer mundo. Seguro que la novela levanta ronchas, porque por ella se pasean, apenas disimulados bajo caracterizaciones más que evidentes, las encarnaciones literarias de gente tan conocida como Manuel Vázquez Montalbán, José Saramago, Joaquín Sabina, Antonio Gades, Oliver Stone y compañía.
No viene mal una novela como ésta, con su sana dosis de retranca y mala leche y su estupenda capacidad para hacer reír a mandíbula batiente al lector. Y si de verdad es la primera de una trilogía sobre el ruedo hispánico de nuestros días, mejor que mejor. Dejaremos de leer al satírico contemporáneo por antonomasia -ese Tom Wolfe tan atildado- y nos pasaremos, con armas y bagajes, al noble arte ibérico del despellejamiento del prójimo, que seguramente no es tan «fashion», pero que tiene una larguísima tradición.
Alguno reprochará al autor la escasa caridad demostrada con alguno de sus personajes. Es el caso de Vigil, «alter ego» de Vázquez Montalbán, cuya cercana muerte tal vez hubiera podido merecer un mayor respeto. De todas formas, si la mitad de las trapisondas que cuenta Vidal-Folch sobre Vigil se aproximan a la realidad, podemos disculparle su falta de compasión.
Ignacio Vidal-Folch, Turistas del ideal, Barcelona, Destino (Col. «Áncora y Delfín»), 2005, 291 páginas.
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