Reflexión sobre una bicicleta abandonada, sin ruedas y sin manillar, encontrada en la calle Abejeras de Pamplona.
Contenido principal
Presentaciones con Jetpack
Una vez finalizados los experimentos con el módulo Widget Visibility, cuya “desintegración” del megaplugin Jetpack dio como resultado el anterior artículo de este blog (y, como consecuencia, el plugin Widget Visibility Without Jetpack, de Joan Boluda), me he dedicado a probar otra de las muchas funcionalidades que Jetpack ha incorporado a sus últimas versiones: los códigos abreviados o shortcodes de presentaciones, función presente en el megaplugin a partir de su versión 2.4. En realidad, las presentaciones se construyen no con uno, sino con dos shortcodes, [presentation]
y [slide]
, cuya combinación, complementada por unos cuantos parámetros, permite crear una presentación que no necesita de ningún reproductor adicional, pues WordPress se encarga de incrustarla automáticamente en la página web como HTML5.
Esta circunstancia constituye una ventaja sustancial a la hora de crear y publicar presentaciones, pues su contenido se puede elaborar desde el editor del blog (eso sí, con bastante cuidado, porque es fácil perder el hilo con la secuencia de apertura y cierre de shortcodes), en el cual es posible definir colores, tipografías y otros elementos de formato. Por otro lado, dado que la presentación se compone básicamente de texto en HTML5, su contenido es indexable y rastreable por los navegadores, con las ganancias en visibilidad y SEO que ello supone para el autor de la presentación.
La magia de los widgets de WordPress 7. El módulo Widget Visibility de Jetpack
El pasado 30 de agosto me enteré, al leer dos artículos prácticamente simultáneos de Ayuda WordPress y de WordPress Tavern, de la publicación de la versión 2.4 del megaplugin Jetpack (en el momento de redactar esta entrada, Jetpack va por la 2.4.2). Entre otras jugosas novedades, aquella edición incluía una funcionalidad presente en WordPress.com desde hace algunos meses (véase Widget Visibility – When Do We Get That?), que los usuarios de WordPress en servidor propio llevábamos tiempo reclamando: el módulo Widget Visibility, cuya función es la de mostrar los widgets definidos en las barras laterales o zonas de widgets solo cuando se cumplan determinadas condiciones.
Conviene poner de relieve que el módulo Widget Visibility tiene poco de novedoso u original, pues hace tiempo que es posible aprovechar las enormes ventajas que brinda la funcionalidad de los widgets condicionales gracias a diversos plugins, como Display Widgets, Restrict Widgets, Widget Context, Widget Logic, Widget Logic by Path, Widget Logic Visual, Widget Manager Light, etc. Por tanto, podría parecer que un módulo que hace más o menos lo mismo que las extensiones ya citadas resulta redundante y carente de interés.
[Leer más…] acerca de La magia de los widgets de WordPress 7. El módulo Widget Visibility de Jetpack
La magia de los widgets de WordPress 6
Hace un par de meses tuve oportunidad de probar el plugin WooSidebars, cuya función es la de generar áreas de widgets personalizadas que solo muestran los widgets incluidos en ellas si se cumplen determinadas condiciones: por ejemplo, que los visitantes acudan a una página específica o una entrada determinada, que accedan a cierta categoría o a los resultados de una búsqueda, que visiten la página de archivo o índice correspondiente a una etiqueta, una fecha, un autor, etc.
A pesar de haber instalado el plugin en un par de sitios de prueba (aproveché la ocasión para traducirlo, lo cual me llevó a intervenir en los foros de WordPress con el fin de revelar a sus autores la existencia de un bug que impedía su traducción, afortunadamente ya resuelto), no lo había utilizado “en serio” hasta este pasado fin de semana, durante el cual lo he instalado en La Bitácora del Tigre para sustituir a Custom Sidebars, la extensión que hasta ahora venía utilizando para definir y gestionar áreas de widgets dinámicas, tal como en su momento describí en el artículo La magia de los widgets de WordPress 5.
[Leer más…] acerca de La magia de los widgets de WordPress 6
Dos plugins para exportar e importar widgets de WordPress
Cualquier usuario de WordPress que se haya enfrentado a la tarea de clonar un sitio web o bien utilizarlo como plantilla para generar otro se habrá dado cuenta de que uno de los aspectos más fatigosos de ambas tareas es la transferencia de la configuración del tema y de los widgets del sitio de origen hasta el sitio de destino, ya que, por defecto, WordPress carece de cualquier funcionalidad en este ámbito. Por lo que he podido averiguar, parece ser que el equipo de desarrollo de la aplicación ha tomado nota de las demandas de los usuarios a este respecto, pero de momento, no hay noticias sobre una próxima incorporación de tal capacidad al núcleo de WordPress.
Naturalmente, los diseñadores y desarrolladores de temas hace tiempo que han intentado rellenar este hueco por sus propios medios. De hecho, y aunque es una funcionalidad menos habitual de lo que sería deseable, cada vez son más los temas gratuitos y de pago que permiten exportar sus opciones, e incluso los estilos CSS personalizados que se hayan podido definir en su configuración. Entre los primeros, se pueden citar los casos de Atahualpa, Graphene, Mantra o Suffusion; entre los segundos, la funcionalidad está presente en los temas diseñados por ChimeraThemes, ColorLabs, StudioPress, PageLines, ThemeForest, Themify, etc.
[Leer más…] acerca de Dos plugins para exportar e importar widgets de WordPress
La noria de la vida y de la fortuna
Símbolo del tiempo que pasa, del eterno retorno, de la fortuna mudable, de la vida con todas sus vueltas y revueltas, la venerable y lenta noria legada por los árabes junto con sus regadíos y sus fuentes rumorosas, esa rueda infinita recubierta por un oloroso verdín, que giraba uncida a un caballo ciego o a una pobre mula vieja, como en el poema de Antonio Machado, se ha convertido, como tantos objetos, tradiciones y costumbres del pasado, en una atracción de feria.
Afirman quienes saben de estos asuntos que la que se acaba de instalar en el Parque de Antoniutti de Pamplona es la mayor noria desmontable de Europa. Aunque no lo fuera, impresiona la visión de su rueda colosal, soportada por pilares que, a pesar de sus titánicas dimensiones, tienen una gracilidad y elegancia sorprendentes. Esta tarde, tras un paseo muy agradable por la Vuelta del Castillo, en el primer día auténticamente veraniego de la temporada, no hemos podido resistirnos a la tentación de una breve y emocionante excursión aérea.
¿Quedarse en cuadro, o sin el cuadro?
Según la vigésima segunda edición del Diccionario de la lengua española, “estar en cuadro”, o “quedarse en cuadro” significa, cuando se aplica a una persona, ‘haber perdido su familia o sus bienes de fortuna, quedándose aislado, pobre o con nada más que lo puesto’. Parece que el origen de la expresión procede el ámbito militar, en el cual se utilizaba para designar la situación en la que queda una unidad desprovista de su tropa y reducida a sus mandos militares, es decir, “el cuadro de mando”.
Estoy seguro de que el origen de la expresión y la metonimia o metáfora que ha dado lugar al cambio de sentido (el desplazamiento puede atribuirse tanto a una causa como a la otra, según la perspectiva que se adopte), le importarán muy poco al infortunado poseedor de la bicicleta cuyos restos me encontré el pasado domingo por la tarde, muy cerca del ascensor urbano de la calle Erletokieta, que comunica la Avenida de Zaragoza con la calle Abejeras. La fotografía que aparece al final del artículo da testimonio del triste estado en que quedó la bici, amarrada con cadena y candado a una plaza de aparcamiento de bicicletas, pero sin ruedas ni manillar.
Pamplona no es Mordor, es Cherrapunji
Hasta hace cuatro días, los pamploneses nos tomábamos a cachondeo la boutade de que Pamplona es Mordor. Sin embargo, tras las inundaciones del pasado domingo, provocadas por la conjunción de las copiosas precipitaciones caídas sobre las cuencas de los ríos Ulzama y Arga, el deshielo primaveral y (dicen algunos) la extemporánea apertura de las compuertas del embalse de Eugui, la analogía con la maléfica comarca del Señor de los Anillos debe ser urgentemente revisada. Pamplona, su comarca y las cuencas de los citados ríos poco se parecen a esas tierras sombrías desde las que acecha el ojo insomne de Sauron, y en cambio muestran un clima cada vez más parecido a los lugares donde llueve intensa, densa y a veces torrencialmente, como la imaginaria ciudad de Ranchipur, en la que transcurre la trama de la novela Vinieron las lluvias, de Louis Bromfield (y sus dos famosas adaptaciones cinematográficas), o la muy real de Cherrapunji, poseedora de casi todos los récords mundiales de precipitaciones.
Los compromisos familiares de este pasado domingo me impidieron acudir a las riberas del Arga para fotografiar el desbordamiento del río. Sin embargo, otros muchos fotógrafos aficionados y profesionales pudieron disparar sus cámaras a su gusto, lo cual ha permitido llenar la Red con impresionantes galerías de fotos (véanse, por ejemplo, esta y esta otra). Tuve que conformarme con un objetivo más modesto, y también menos afectado por la furia de la naturaleza: el río Elorz, que atraviesa el valle homónimo y desemboca en el Arga por su margen izquierda. A eso de las cuatro de la tarde, varias horas después de que hubieran cesado las precipitaciones más abundantes, el río cruzaba la localidad de Torres de Elorz con un caudal varias veces superior al que suele llevar habitualmente. Las fotos tomadas con mi Samsung Galaxy SII, aunque no sean las mejores del mundo, dan cumplido mail de la ocasión.
[Leer más…] acerca de Pamplona no es Mordor, es CherrapunjiCapital, de John Lanchester
Se ha dicho muchas veces que la actitud del lector de novelas es, básicamente, la de un voyeur. En efecto, todos los lectores de novelas desempeñamos el papel del mirón que se arrellana cómodamente en la butaca favorita de su salón y observa a través de su ventana las vidas que la ficción narrativa despliega ante sus ojos. No pretendo sugerir, Dios me libre, que los aficionados a las ficciones narrativas seamos mirones más contumaces o impertinentes que cualesquiera otros. De hecho, pienso más bien al contrario, pues en una época tan dada al voyeurismo como la nuestra, en la que el escrutinio de las vidas ajenas y la exaltación de las trivialidades alimentan tantos y tan variados reality shows televisivos, revistas del corazón y más modernamente, muchas de las manifestaciones de las redes sociales, los lectores de novelas somos miembros de un club minoritario de mirones, sí, pero al fin y al cabo respetuosos, civilizados y pacientes.
Cabe argumentar que la lectura de textos narrativos es una experiencia muy diferente a las demás que acabo de citar, lo cual es tan obvio que apenas merece comentario, pero creo que entre todos ellos existe una continuidad que responde a una pulsión universal de los seres humanos: la necesidad de escudriñar, tamizadas por el filtro de la ficción, las vidas de nuestros semejantes. La importancia de ese tamiz ficcionalizador es esencial, ya que, en sus formas más elaboradas y complejas, la ficción no se limita a representar la multiforme y caótica variedad de lo real (un propósito en rigor imposible, como es bien sabido), sino que aspira a ordenarla, interpretarla y darle algún sentido. Por eso, cuando el objeto de la atención del espectador de vidas ajenas no es el episodio de un culebrón televisivo o el enésimo chascarrillo de Twitter o YouTube, sino una novela protagonizada por una multitud de personajes cuyas vidas es preciso seguir a lo largo de casi un año, y algo menos de seiscientas páginas, cabe concluir que la figura de ese voyeur pasivo y prototípico que se deleita con las penas y alegrías de sus vecinos se ha transformado en algo muy distinto, en algo así como el intérprete de sus destinos, en los que tal vez encuentre el eco de su propia trayectoria vital.
Décimo aniversario de WordPress
Hoy, 27 de mayo de 2013, se cumple el décimo aniversario de la primera edición de WordPress. Habida cuenta de que la efemérides ya ha sido glosada y celebrada hasta la extenuación y de forma prácticamente universal, La Bitácora del Tigre tiene derecho a ahorrarse los ditirambos y evitar la repetición de todo lo que se ha dicho y escrito sobre el imparable crecimiento de la aplicación, su contribución al desarrollo de la capacidad de los individuos y las organizaciones para darse a conocer en la Red, su explosivo liderazgo en el hipercompetitivo mundo de los gestores de contenido, etc., etc.
Lo que sí puedo decir es que, para bien o para mal, WordPress me ha cambiado la vida desde que comencé a utilizar la aplicación, allá por la primavera de 2005. Cada vez más paso más tiempo instalando y configurando sitios web realizados con WordPress, proporcionando soporte a los centros educativos que la utilizan, detectando (y, a veces, hasta solucionando) bugs, traduciendo temas y plugins… A veces creo que no hago otra cosa que trabajar con WordPress; el hecho de que mi ritmo de publicación personal haya disminuido tanto en los últimos tiempos se debe a causas muy distintas, pero una de ellas es, indiscutiblemente, la cantidad de horas que invierto en diversas tareas que, directa o indirectamente, tienen que ver con la criatura que un 27 de mayo de 2003 parieron Matt Mullenweg y Mike Little.
Últimos comentarios