El frenesí de actualizaciones que ha venido experimentando WordPress durante estas últimas semanas no parece terminar nunca. De hecho, hace unos minutos que he completado en La Bitácora del Tigre la actualización a WordPress 1.5.2.
La mayoría de los cambios de la nueva versión están relacionados con los inevitables problemas de seguridad, por lo que no hay diferencias demasiado apreciables entre esta y la versión anterior. En cualquier caso, doy cuenta a continuación del proceso que he seguido en la actualización a WordPress 1.5.2, pues siempre hay quien agradece los detalles.
- Hacer una copia de seguridad de la base de datos. Yo la he realizado mediante el PHPMyAdmin que me proporciona la compañía que aloja mi bitácora.
- Descargar el ZIP correspondiente, desde aquí, y descomprimirlo en un directorio del disco duro. De los subdirectorios creados tras descomprimir el ZIP, se puede borrar el /wp-images, pues los gráficos que contiene son iguales a los de la versión anterior
- Subir mediante un cliente FTP los archivos modificados de la nueva versión. En vez de sobreescribir los archivos existentes, conviene borrar primero los de los directorios /wp-admin e /wp-includes. Una vez borrados, se suben los nuevos. Es importante tener en cuenta que si el usuario (es mi caso), tiene un fichero de lenguaje (con la extensión .mo) en el subdirectorio /wp-includes/languages deberá conservarlo.
- Subir el directorio /wp-content con sus subdirectorios correspondientes. Esta fase no es estrictamente necesaria si no se desea retocar los temas que se instalan por defecto (default y classic). Yo, de hecho, no he cambiado nada del tema que tengo activo, pues además está bastante transformado con respecto al original.
- Borrar todos los archivos del directorio principal de WordPress, a excepción de wp-config.php, dado que este archivo guarda información esencial de la configuración de la herramienta, y subir a continuación los nuevos.
Tras finalizar el proceso, todo ha funcionado como la seda. A ver si los responsables de WordPress estabilizan un poco la criatura de sus amores (y de los míos), porque tanto cambio es un sinvivir.
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