Quiero comenzar esta reseña con una afirmación categórica: si hay un libro (una fuente documental de cualquier tipo, me atrevería a decir), que se pueda recomendar al bloguero incipiente, o a quien esté pensando seriamente en abrir un blog, es éste de José Luis Orihuela, de cuya publicación ya me hice eco, antes de que se distribuyera en librerías, en mi entrada del pasado 16 de junio.
Entonces pude haber dado una impresión un tanto reticente, por motivos que nada tenían que ver con la calidad del libro. Sin embargo, una vez leído, es obligado reconocer que Orihuela ha escrito una obra de mérito indudable, que cartografía con toda precisión el territorio de la blogosfera e identifica muy adecuadamente todos sus accidentes geográficos. Lo hace, además, desde una perspectiva muy amplia, sin caer en la especialización a ultranza ni en los modismos típicos (y más bien cargantes) del fanatismo blogger, y con la vista siempre puesta en la utilidad de la descripción.
Porque ése es, justamente, el mejor elogio que cabe formular de La revolución de los blogs: que es un libro muy preciso, detallista y concreto (pero en modo alguno reservado a expertos), que combina las perspectivas teóricas, propias del análisis de los blogs como medio de expresión y comunicación (al fin y al cabo, en algo se ha de notar a José Luis Orihuela su condición de profesor universitario), con las observaciones del bloguero asiduo y del participante activo en la blogosfera, a través de una bitácora tan importante como eCuaderno.
La revolución de los blogs es sobre todo útil para el bloguero que comienza, pero también para el que ya lleva tiempo en el oficio, o para quien desea abarcar, de un vistazo, la complejidad de un fenómeno que presenta muy variadas facetas. La multitud de recomendaciones prácticas, de análisis concretos, de clasificaciones y taxonomías, de recursos indexados y ordenados, así como la abundancia de fuentes documentales, hacen del libro un recurso imprescindible para los autores de bitácoras (de hecho, ya he tomado buena nota de sus consejos para revisar un par de aspectos de la mía).
Por otra parte, la justeza y equilibrio de los puntos de vista que expone Orihuela y la precisión con que afronta el deslinde del concepto de weblog (me han parecido particularmente atinadas las reflexiones del autor acerca de las relaciones entre blogs y periodismo, y la concepción de los blogs como «medio» y no como «género») constituyen un punto de referencia inexcusable tanto para practicantes como para estudiosos de las bitácoras y de los fenómenos culturales, sociales, mediáticos y políticos que en torno a ellas se vienen desarrollando. No parece posible, tras las pruebas que aduce el autor en favor de la especificidad del blog como un medio singular, mantener esa especie de reserva mental en virtud de la cual algunos medios de comunicación consagrados consideran a las bitácoras como poco más que un recurso ancilar.
Poco se puede decir en demérito de La revolución de los blogs. Tal vez que la elección de algunos términos no es demasiado afortunada: por ejemplo, bloguer (en plural, bloguers), forma híbrida que no resulta convincente en castellano. A mi modo de ver, hubiera sido mejor el extranjerismo desnudo, blogger, dado que en contextos análogos se utiliza blogging para designar el acto de escribir blogs, o bien la adaptación natural a nuestra lengua, bloguero (la justificación de estos usos figura en las páginas 30-31 y en el glosario de las páginas 267-274, donde, por cierto, se propone bloguero como alternativa a blogger). También hay algún gazapo en la redacción, como en la página 71, donde aparece lo siguiente: «seguramente «arrogancia» es uno de los adjetivos usados con mayor frecuencia para definir la actitud de la prensa hacia el público».
Es lo malo de la condición de profesor de Lengua Castellana y Literatura, que tiene un servidor: enseguida se me despierta la vena de corrector de exámenes. Seguro que José Luis Orihuela, que también tendrá que corregirlos con frecuencia (y que en sus consejos para blogueros novatos insiste en recomendarles que revisen la redacción y la ortografía), entenderá la observación como lo que es, una minucia detallista, que en modo alguno pretende poner en cuestión la validez de su obra.
A lo largo de la reseña he ponderado una y otra vez la utilidad del libro como su mejor virtud. Es un aspecto que tanto Antonio Cambronero en el prólogo, como el autor en su introducción, subrayan. Y puesto que, al fin y a la postre, se trata de una obra fundamentada en torno al inextricable tejido de la Web, qué mejor que la entrada con que José Luis Orihuela complementa el libro en su blog, para darle al texto escrito el valor añadido que aportan el hipertexto y las bitácoras. Es, sin lugar a dudas, una URL que no puede faltar en nuestros favoritos, marcadores o como quiera que los llamemos.
José Luis Orihuela, La revolución de los blogs. Cuando las bitácoras se convirtieron en el medio de comunicación de la gente, Madrid, La Esfera de Los Libros, 2006, 283 páginas.
Últimos comentarios