
Un buen aficionado al séptimo arte podría pasarse años viendo filmes como Mi hermosa lavandería, Un mundo aparte, Rain Man, Black Rain, Paseando a Miss Daisy, Días de trueno, Matrimonio de conveniencia, Thelma y Louise, A propósito de Henry, Ellas dan el golpe, Amor a quemarropa, La casa de los espíritus, El rey León, Marea roja, Más allá de Rangún, Broken Arrow, La mujer del predicador, Mejor imposible, La delgada línea roja, Gladiator, Hannibal, Pearl Harbour, Black Hawk derribado, Lágrimas del sol, El último samurai, Madagascar o El código Da Vinci sin darse cuenta de que todos ellos tienen en común la música del alemán Hans Zimmer, un compositor versátil y prolífico, auténtico todoterreno de la música para películas.
Cine comercial y de éxito, como puede colegirse de esta larga serie de títulos (y que conste que en ella no están todos los que son). Pero, cuidado con dar nada por supuesto, porque las películas que acabo de mencionar están firmadas por gente tan cualificada como los hermanos Ridley y Tony Scott, Terrence Malick, James L. Brooks, Ron Howard, Barry Levinson, Bruce Beresford, Mimi Leder, mi admiradísimo John Boorman, mi no menos admirado Peter Weir, Penny Marshall o Mike Nichols, todos ellos directores y directoras de prestigio, tal vez no de primerísima fila, pero en todo caso de gran nivel.
En los últimos tiempos, Zimmer se ha caracterizado por algunas bandas sonoras un tanto ampulosas y grandilocuentes, de resonancias wagnerianas (Gladiator es el ejemplo más evidente), pero yo prefiero otros registros más modestos y probablemente más eficaces, como el de la melodía de esa película adorable que fue Paseando a Miss Daisy, de Bruce Beresford. Al oírla, es inevitable imaginar una soleada mañana de primavera, y recordar a Jessica Tandy, arreglada y perfumada como en sus mejores días, caminando con garbo hacia su coche, mientras su conductor, el incomparable Morgan Freeman, aguarda al pie del vehículo, con la puerta abierta y una sonrisa de hombre bueno y cabal en su rostro. La música de Hans Zimmer adquiere en este tema acentos de pura alegría, de la felicidad de los domingos y el entusiasmo por la vida.
El tema pertenece a The Wings Of A Film: The Music Of Hans Zimmer, un disco recopilatorio grabado en directo, durante el vigesimoséptimo Flanders International Film Festival, que incluye pistas de varias de las bandas sonoras más conocidas del compositor alemán. Es el primer disco que he descargado a través de iTunes Store, cuyos servicios hace tiempo tenía ganas de comprobar. La verdad es que el invento no está nada mal (la descarga resulta mucho más barata que comprar el CD), pero no me convence. A mí me gusta ver los discos, sentir su materialidad física, disfrutar sus portadas y cuadernillos y pasar el dedo por los lomos de las cajas. Es verdad que se puede grabar en un CD la música descargada de iTunes, pero el resultado no es el mismo que el que se consigue con un disco original.
Hola Eduardo.
De tu artículo, no sé si quedarme con la melodía de Zimmer o con la descripción que haces de la secuencia de Paseando a Miss Daisy.
Gracias por los elogios, Angus, aunque tratar de la música con palabras es, casi siempre, empeorarla. Mucho mejor reclinarse en la butaca, cerrar los ojos, y dejar volar la imaginación.
Por cierto, acabo de ver tu entrada sobre wikis y C.A.P. en Cuaderno amarillo. Muy buena la idea. Me aprovecharé de tu experiencia y de la de Felipe Zayas en un curso que tengo que impartir en la primavera del próximo año.