El segundo número de la revista Hélice, dedicada a las «Reflexiones críticas sobre ficción especulativa», acaba de ver la luz. El PDF, algo más largo y desde luego mucho mejor maquetado que el primero (véase mi entrada del pasado 18 de diciembre), ofrece un primer plato realmente sustancioso, de la mano de Julián Díez, cuya interesantísima «Propuesta para una nueva caracterización de la ciencia ficción», constituye, desde el mismo momento de su publicación, una referencia inexcusable.
Todo el artículo es muy brillante (y polémico, en el mejor sentido de la palabra), pero se me permitirá que destaque las páginas 17-18, en las que se trazan cinco posibles caminos para la ciencia ficción española que ningún autor que a partir de ahora quiera publicar dentro del ámbito de este género literario debería desconocer. Y, aunque sea anecdótico, no me resisto a destacar algo que para mí constituye un mérito añadido: ¡que por fin alguien se atreve a poner en su sitio a ese insoportable pestiño que los hermanos Wachowski nos entregaron con la segunda y tercera parte de Matrix!
La sección de críticas ofrece textos de mucha enjundia. A mí me han gustado especialmente los comentarios de Juan Manuel Santiago en torno a La posibilidad de una isla, de Michel Houellebecq (Alfaguara), el muy inspirado análisis de Alberto García-Teresa acerca de una de las novelas de ciencia ficción más emotivas de todos los tiempos, la Estación de tránsito de Clifford D. Simak (Minotauro), y la reseña de Santiago L. Moreno, que se atreve a lidiar con la famosísima Kafka en la orilla, de Haruki Murakami, publicada por Tusquets (por cierto, del que ahora mismo estoy leyendo, Tokio Blues; tengo a Kafka en la orilla esperando su turno, sobre la mesilla de noche).
La sección se completa con la reseña que Iván Fernández Balbuena dedica a Una aventura extraordinaria en las sombras y otros relatos fantásticos, de James Mangan, uno de esos autores anglosajones muy poco conocidos que la Editorial Valdemar suele rescatar del olvido; con los comentarios de Ignacio Illarregui Gárate sobre la colección de relatos de Mike Resnick que ha editado Alianza en su colección «Runas», Sueños nuevos por viejos; y con el análisis de Fidel Insúa sobre un clásico de las novelas de fantasía, La espada rota, de Poul Anderson, también publicado por Alianza en la citada colección.
Por último, de la sección de «Críticas enfrentadas» se ocupan en este segundo número David Jasso y Santiago Eximeno, con un duelo de lo más interesante y original en torno a La fábrica de pesadillas, de Thomas Ligotti. No conozco el libro de relatos, pero lo que sí puedo decir es que el incruento enfrentamiento entre Jasso y Eximeno resulta muy estimulante, incluso para quien no tenga ni la menor idea del autor o de su obra.
Lo más digno de mención en este segundo número de la revista Hélice es la audacia y la seguridad en sí misma con que se ha planteado. Nada de remilgos y de esconderse en la cueva y, en cambio, propuestas combativas (todas las de Julián Díez), análisis de novelas clásicas (las de Anderson y Simak), pero también de escritores originales (Murakami) o que nadan a contracorriente (Houellebecq) y la necesaria dosis de orgullosa especificidad del género (Mangan, Ligotti) que sólo los buenos aficionados a los géneros de la imaginación saben paladear.
En su primer número, Hélice arrancó con brío; el segundo demuestra que la revista impulsada por la Asociación Cultural Xatafi va por muy buen camino y que tiene todas las papeletas para convertirse en una publicación de referencia en el ámbito de la crítica de literatura fantástica y de ciencia ficción en lengua española. Como diría un castizo, que no decaiga.
Javier G. Calleja dice
Lo estaba esperando…