La noticia sobre la publicación de la versión 2.8.5 de WordPress me pilló por tierras sevillanas (a ver si tengo tiempo de publicar en mi cuenta de Flickr una selección de los varios centenares de fotos que tomé), con una conexión a Internet bastante incómoda de utilizar, y por tanto apenas pude prestarle la atención que sin duda merece esta actualización, que resuelve algunos fallos de la aplicación y refuerza varias áreas susceptibles de recibir ataques. Yo siempre he sido bastante celoso del nivel de seguridad de La Bitácora del Tigre –todavía más después de conocer de primera mano en el trabajo varios casos de hacking, y de saber las penalidades por las que ha pasado algún colega bloguero– y por tanto, al volver a casa, me ha faltado tiempo para poner en práctica la primera recomendación de seguridad de WordPress: actualizar el blog a la versión más reciente de la aplicación.
Dado que esta última actualización afecta a una cantidad relativamente pequeña de archivos (véase la lista de cambios entre las versiones 2.8.4 y 2.8.5 en el WordPress Trac), podría haberme limitado a descargarlos y sobreescribirlos; sin embargo, he preferido utilizar la función de actualización automática de WordPress (Herramientas > Actualizar); eso sí, sólo después de haber realizado los backups de los archivos que no forman parte de la aplicación (es decir, el directorio de subida de ficheros, el de plugins y el de temas), y de la base de datos, para lo cual he utilizado, como en otras ocasiones, los plugins WordPress Backup y WP-DBManager. Antes de actualizar debería haber desactivado todos los plugins, pero tengo que reconocer que me he olvidado de tomar dicha precaución.
Y debiera haberla tenido presente, pues al activar el botón de actualización, he recibido uno de esos mensajes -“Fatal error: Allowed memory size of XXX bytes exhausted…”- que siempre ponen la piel de gallina. Una consulta a Google rápidamente me ha llevado a los foros de WordPress, en los que naturalmente estaba identificada la causa del problema y expuesta la solución, o en realidad un conjunto de soluciones. Una de ellas pasa por desactivar los plugins y probar de nuevo, pero me ha parecido más rápido y efectivo utilizar un truco que ya he utilizado en otros alojamientos, consistente en editar el fichero wp-config.php y añadir la siguiente línea, que permite a WordPress utilizar más memoria en la ejecución del script:
define ('WP_MEMORY_LIMIT', '64M');
Con esta leve modificación, todo ha ido como la seda. Naturalmente, para evitar posibles problemas de sobrecarga o uso excesivo de recursos en el servidor que aloja La Bitácora del Tigre, tras finalizar la actualización he comentado la línea adicional, por si me hace falta disponer de ella para una próxima ocasión. Y, por cierto, seguro que no tardará mucho en presentarse, pues la publicación de WordPress 2.9, con interesantísimas novedades, parece que se halla a la vuelta de la esquina.
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