No tengo ningún empacho en comenzar esta reseña confesando mi admiración por la obra narrativa de José María Merino, y especialmente por sus cuentos, acaso porque ya desde el primer contacto con ellos, allá por el año 1985, reconocí en sus historias y en sus ambientes el reflejo de mis propias aficiones y de mis gustos estéticos. Desde aquella primera experiencia he seguido su carrera como cuentista con particular interés, así que no sorprenderá la afirmación de que esta nueva entrega de su narrativa breve1 me ha permitido disfrutar de una sabrosa complicidad, del milagro humilde de esos paseantes cotidianos que han hollado muchas veces la misma senda, y que sin embargo son capaces de apreciar, en una escondida revuelta del camino, el brillo de un descubrimiento, de un hallazgo sorprendente y hasta entonces esquivo.
El denodado empeño de Merino en el cultivo del cuento literario es muy digno de reconocimiento, pues desde los ya lejanos tiempos de su primer libro de relatos, Cuentos del reino secreto2, el escritor ha conseguido construir un mundo narrativo de infrecuente coherencia y no menos rara belleza3. Sus temas y motivos predilectos, sus paisajes, los escenarios de su imaginación y su memoria, hasta algunos personajes que reaparecen constantemente hasta adquirir un aire familiar y entrañable, los ha reiterado una y otra vez en muy diversas formas y versiones, y, sin embargo, el lector encuentra siempre entre ellos el estímulo para disfrutar de un renovado y provechoso entretenimiento que no excluye ni la emoción de la ternura ni tampoco el paradójico deleite del escalofrío.
- José María Merino, Cuentos de los días raros, Madrid, Ediciones Alfaguara, 2004, 231 páginas. La colección contiene quince cuentos: «Celina y Nelima», «Mundo Baldería», «Sinara, cúpulas malvas», «La memoria tramposa», «All you need is love», «Los días torcidos», «Papilio Síderum», «El inocente», «La impaciencia del soñador», «Maniobras nocturnas», «La casa feliz», «El fumador que acecha», «La hija del Diablo», «El viaje secreto» y «El apagón».[<-]
- Un libro que el escritor leonés valora de forma muy especial, tal como declara en una reciente entrevista, publicada en el Diario de León: «Puse mucho cariño en ese libro. Lo escribí íntegramente en una mesa rara; en un velador desastroso que venía cargado de cuentos…». Me interesa destacar la preferencia de Merino respecto a los Cuentos del reino secreto, porque de alguna forma es también la mía. Y aunque mis razones sean distintas –la sorpresa de encontrarme con un libro inesperado y muy hermoso de un escritor a quien no conocía– algo hay también de personal e íntimo en ellas.[<-]
- En el momento de redactar esta reseña, la narrativa breve de Merino comprende los cuentos que aparecen en Cuentos del reino secreto (1982; en adelante, CRS), Artrópodos y hadanes (1987, AYH, El viajero perdido (1990, EVP), Cuentos del Barrio del Refugio (1994, CBR), todos ellos recogidos en Cincuenta cuentos y una fábula. Obra breve 1982-1997 (1997, CCF), a los que hay que añadir las novelas cortas de Cuatro nocturnos (1999, CN) y las piezas breves de ese libro inclasificable pero sumamente atractivo (mezcla de ficción, ensayo, artículo, almanaque y otros muchos ingredientes) que es Días imaginarios (2002, DI). Merino ha sido incluido en las más importantes antologías del cuento español contemporáneo y ha intervenido él mismo como prologuista y editor de otras importantes antologías. Además, su narrativa breve ha sido objeto de dos ediciones comentadas, las de Ignacio Soldevila (La casa de los dos portales y otros cuentos, Madrid, Octaedro, Col. «Biblioteca Octaedro», nº 7, 1999) y Santos Alonso (Cuentos, Madrid, Castalia, Col. «Castalia Didáctica», nº 53, 2000).[<-]
Últimos comentarios