El pasado miércoles por la noche acabé de leer Donde todo ha sucedido. Al salir del cine, una recopilación de los artículos periodísticos y los ensayos que Javier Marías ha escrito sobre temas cinematográficos en los últimos trece años. El jueves por la tarde, mientras comenzaba a redactar estas líneas, me enteré de la muerte de su padre, tan presente en la obra narrativa y periodística del novelista madrileño. Creo que es de justicia comenzar la reseña expresando mi respeto y admiración por la figura de Julián Marías, cuyo interés por la gran pantalla tiene tanto que ver con la atención que sus hijos Javier y Miguel (este último un prestigioso crítico de cine y prologuista del libro de su hermano) han prestado siempre al fenómeno cinematográfico.
Las sesenta y cuatro piezas (más un apéndice que reproduce las respuestas del autor a varias encuestas de la revista Nickel Odeon sobre «sus películas preferidas») que se dan cita en Donde todo ha sucedido tratan de cine, por supuesto, pero no sólo de cine. La perspectiva que domina en ellas no es la del crítico, ni la del historiador, ni mucho menos la del erudito, sino la del novelista que observa y analiza las complejas relaciones entre la ficción literaria y la cinematográfica, y sobre todo la del buen aficionado, para quien el cine constituye una parte esencial de la experiencia, de su actividad cotidiana y hasta de su educación sentimental. Este enfoque es, probablemente, el valor más estimable del libro, el que lo convierte en una referencia imprescindible para quienes sentimos que el cine es una costumbre arraigada en nuestras vidas, y no sólo un recurso fácil con el que llenar las interminables tardes de invierno.
Últimos comentarios