Voy al cine con mucha frecuencia y casi todos los días veo alguna película (o algún fragmento) de mi colección de vídeos, DVDs y DivXs. También suelo leer sobre cine, aunque no con tanta regularidad ni detalle como me gustaría y me haría falta para rellenar los grandes huecos que tiene mi limitada experiencia de espectador. Me considero un aficionado al séptimo arte, de gustos amplios y populares, y en modo alguno un experto, ni mucho menos una autoridad en materia cinematográfica, por mucho que algunos lectores de este blog (y de Lengua en Secundaria), lo sostengan, con insistencia seguramente digna de mejor causa.
Desde esta perspectiva de modesto aficionado y decidido admirador de algunos cineastas «populares», entre ellos Steven Spielberg, me alegra sobremanera haberme encontrado con este libro de Javier Ortega, que además de estar muy bien escrito (y eso siempre supone una nota añadida en mi valoración de cualquier libro), contribuye a salvar la distancia, a veces abismal, que media entre la recepción de las obras cinematográficas por parte de la crítica especializada, y la acogida que suele proporcionarles el gran público.
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