Hacía ya bastante tiempo que esta categoría andaba huérfana de novedades, porque, claro está, no todos los días se cruza uno con un tigre que se deje enjaular en ella.
El pasado domingo, durante una visita al Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, por fin cayó en mis redes un precioso ejemplar hembra del felino rayado (que es hembra no lo afirmo yo, sino los carteles explicativos del museo), capturado por la cámara fotográfica en el momento cumbre de su existencia: cuando se dispone a dar el golpe de gracia a una de sus presas, todavía más aterrada que ella.
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