A veces ocurre que una visita casual a una librería nos depara una grata sorpresa. Así me sucedió hace unos días, cuando, haciendo tiempo para ir al cine (quería entradas para U-571, pero acabé comprándolas para otra película) descubrí una reciente edición española de la novela Mar cruel, del inglés Nicholas Monsarrat1. La inesperada coincidencia entre el libro y la película de Jonathan Mostow —ambos ambientados en la Segunda Guerra Mundial, en el curso de los terribles combates entre los convoyes aliados que cruzaban el Atlántico Norte y los submarinos alemanes que se afanaban por hundirlos— me pareció un buen augurio, así que decidí leer la novela, atraído no por la fama de la obra o de su autor (confieso que hasta entonces nada sabía de su existencia), sino por la resonancia épica del tema y por el invencible entusiasmo que en mí suscitan esas novelas que se inician con la promesa de un mapa lleno de topónimos marineros. El recuerdo de horas dichosas pasadas en compañía de otros clásicos del género —Patrick O’Brian, C.S. Forester— y de aquellas tardes de invierno en que el ya fenecido monopolio de la televisión pública nos ofrecía películas como Hundid el Bismarck y Duelo en el Atlántico fue demasiado intenso como para resistir la tentación. Así pues, compré la novela de Monsarrat y me lancé sobre ella con un apetito voraz.
Mis expectativas iniciales no se vieron defraudadas ni por un solo instante. He descubierto que Monsarrat es un narrador de voz potente y personal, que escribe con una mezcla de vibrante energía y ecuánime serenidad que para sí quisieran novelistas mucho más acreditados y conocidos. Claro está que Mar cruel no es una novela adecuada para todos los paladares; de hecho, yo recomiendo a aquellos lectores incapaces de concebir un relato bélico si no está presidido por el espíritu antimilitarista al uso, que ni siquiera se acerquen a la primera página, so pena de quedar contaminados por la actitud de un escritor que concibe el servicio en un navío de guerra como lo que es en primer lugar, un oficio austero y lleno de peligros, para cuyo desempeño no es tan importante el espíritu heroico o aventurero como la entereza y responsabilidad propia de profesionales templados y eficaces.
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- Con el título original de The Cruel Sea, la novela se publicó en 1951. Según se afirma en la contraportada, la primera traducción castellana apareció en 1952 (Barcelona, Editorial Éxito), con graves mutilaciones de censura que al parecer han sido recuperadas en esta edición. He investigado un poco sobre la obra de Monsarrat y he averiguado que esta es la mejor y más famosa de las varias novelas que dedicó a la llamada Batalla del Atlántico.[<-]
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