Leer una serie novelística en orden inverso de publicación es una experiencia curiosa, tal vez no del todo aconsejable para los fanáticos del orden y la disciplina, pero sin ninguna duda muy singular. Yo acabo de ponerla en práctica con la lectura de Perfil asesino, la segunda novela de John Connolly que pasa por mis manos, y la tercera en orden cronológico de entre las protagonizadas por el detective Charlie Parker (alias «Bird», por supuesto), tras Todo lo que muere (1999) y El poder de las tinieblas (2000).
Ya señalé en la reseña de El camino blanco que para anudar cabalmente todos los hilos que se entrejían en la trama de esta novela era conveniente haber leído antes las anteriores. Y eso es lo que he hecho en mi lectura de Perfil asesino: prestar toda la atención posible a esta historia de fanáticos religiosos criminales, que envuelven sus odiosas pasiones con los ropajes de una fe radicalmente inhumana. Por entre las páginas de Perfil asesino he ido rastreando aquellas conexiones con El camino blanco que me permitían entender mejor ambas novelas: ciertos detalles de la muerte de la mujer y la hija de Parker a manos del asesino conocido como el Viajante, los espantosos hábitos de la familia del predicador Aaron Faulkner y sus hijos, los pormenores de esa extraña pareja antitética (homosexuales y asesinos, dotados de un paradójico sentido moral) que forman Louis y Angel, los ayudantes de Parker. Me queda todavía mucho por saber de la historia personal del protagonista (y me temo que voy a tener que rastrearla a través de las librerías online, pues no logro encontrar en las librerías de Pamplona Todo lo que muere ni El poder de las tinieblas), pero ya me voy poniendo al corriente.
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