Con La reina sin espejo, quinta entrega de la serie dedicada a los investigadores de la Guardia Civil Bevilacqua y Chamorro, Lorenzo Silva lleva camino de convertirse –si es que no lo es ya– en el novelista de cabecera de los aficionados al género de la narrativa policial escrita en España. Puedo afirmar sin rebozo que yo espero cada una de sus novelas con impaciencia, y que las leo a paso de carga. Me consta, además, que no soy el único: Pilar y yo hemos creado a nuestro alrededor un pequeño club de fans –mis hermanos José Ángel y Amparo y mis cuñados Óscar y Ana, grupo al que pensamos añadir, en cuanto sus padres nos lo permitan, a mis cuatro sobrinos y al que viene en camino, aunque este último habrá de esperar un poquito–, cuyos miembros han disfrutado, uno detrás de otro y con insólita unanimidad, todos los libros de la serie: El lejano país de los estanques (1998), El alquimista impaciente (2000, Premio Nadal), La niebla y la doncella (2002) y el libro de relatos Nadie vale más que otro (2004).
En La reina sin espejo el lector reconocerá rápidamente todos los rasgos habituales de la serie: escenarios contemporáneos, referencias frecuentes a la actualidad social, política y cultural, personajes ya conocidos (no sólo los protagonistas, sino algunos de los secundarios, que pasan de una a otra novela con una soltura admirable) y una elaboración peculiar del relato policial, mucho menos interesada por los efectismos truculentos –no abundan en las novelas de Bevilacqua ni la violencia ni las palabras gruesas ni los desplantes– que por el retrato de los personajes, de sus motivaciones y de sus pensamientos.
En este caso, el escenario general de la novela es la Barcelona del gobierno tripartito, cuya presencia planea al fondo del relato en diversos aspectos, como la implacable catalanización (que afecta incluso a la propia Guardia Civil, alguno de cuyos oficiales es humorísticamente motejado de “nacionalista”) o el progresivo despliegue de los Mossos d’Esquadra, circunstancia que previsiblemente no hace demasiada gracia a los cuerpos de policía de titularidad estatal. A esta Barcelona de última hora, descrita con innegable simpatía por el autor, se trasladan Bevilacqua y Chamorro a la caza del asesino de Neus Barutell, una famosa periodista televisiva casada con un no menos famoso intelectual y novelista catalán, Gabriel Altavella. Lo que sigue es un amplio y detallado recorrido (la novela es la más extensa de la serie) por diversos ambientes de la capital catalana, donde casi nada es lo que parece a primera vista: ni la víctima, ni su esposo, ni los sospechosos iniciales, ni por supuesto los agentes de la autoridad que muy profesionalmente investigan el crimen.
Como ya ocurriera en algunas de las entregas anteriores de los casos de Bevilacqua, La reina sin espejo es algo más que una novela policíaca. Por supuesto que su centro de interés reside en el relato de una intrincada investigación criminal, pero también es muy importante el proceso de identificación del investigador con la víctima, en el que aquél modifica sus ideas de partida y adquiere una visión más amplia de la realidad. A lo largo de este proceso, se produce una progresiva dignificación de Neus Barutell –que al principio parece encajar en los estereotipos con que suele retratarse a las personas de éxito mediático, y que con el discurrir de la novela adquiere una cierta grandeza–, y asimismo una mutua comprensión entre el agente y el marido de la víctima, el novelista Altavella. No creo que sea del todo impertinente contemplar esta situación desde una perspectiva simbólica, o parabólica: el encuentro o reconciliación entre dos mentalidades y entre dos mundos muy diferentes: el catalán y el madrileño, el intelectual y el funcionario, el integrante de la élite social y cultural y el desclasado con estudios. Que este reencuentro se deslice en algún momento por la pendiente de lo dudosamente verosímil (eso de que el investigador de la Guardia Civil haya leído a Lewis Carroll en inglés podrá ser cierto en el ámbito de la realidad, pero rechina bastante el de la ficción literaria) no le quita un ápice de interés.
Aunque con el correr de los años la memoria gasta malas pasadas, no creo equivocarme mucho al afirmar que ésta es probablemente la mejor novela de la serie en cuanto a la amplitud, complejidad y trabazón interna de la investigación policial. En efecto, la incorporación de un numeroso grupo de agentes de la Guardia Civil al desarrollo de las pesquisas, así como la intervención en la trama de miembros de la Policía Nacional (siempre “la pasma” para los guardias civiles) y de los Mossos d’Esquadra (los “mozos de cuadra”, los llama un poli corrupto) proporcionan a la novela una solidez innegable y una intensa sensación de verosimilitud. Algunos aspectos de la investigación policial, como los que tienen que ver con las técnicas de rastreo de las comunicaciones por telefonía móvil e Internet, están muy logrados y otorgan al relato una dosis extra de actualidad palpitante que sobre todo los lectores jóvenes sabrán apreciar. Ya sé que hay mucha gente que arruga el entrecejo en cuanto advierte la más mínima presencia de la quincalla tecnológica. En cambio, este aspecto de la novela tiene para mí un atractivo singular, pues al fin y al cabo una parte de mi trabajo cotidiano consiste en investigaciones cuasi detectivescas que implican el análisis del tráfico de red “extraño” y el rastreo de IPs.
Da igual, además, que algún lector se pierda por entre la jungla de la terminología informática, porque La reina sin espejo es una novela de ritmo ágil, aunque en absoluto frenético, que arranca con brío, tiene un desarrollo firme y en su último tercio, cuando la investigación criminal se acerca a su desenlace, se hace francamente adictiva. Algunos episodios –por ejemplo, la sesión de chat en la que participan Chamorro y la “legionaria” Tena para atrapar al principal sospechoso de la trama, haciéndose pasar por adolescentes ávidas de experiencias fuertes, o el durísimo interrogatorio del presunto homicida por parte de Chamorro, a quien Bevilacqua cede el protagonismo de la investigación– están narrados con gran eficacia, con un pulso narrativo certero que proporciona a la trama esa tensión particular, esa emoción insustituible y característica que sólo consiguen suscitar las buenas novelas policiales.
Antes he señalado que el interés de La reina sin espejo no se reduce a la trama policial. Debería precisar ahora, sin embargo, que los elementos indudablemente policíacos son, en mi opinión, lo más logrado del libro. Y con ello no me refiero solamente al entretejido de la trama, siempre tan importante en este género narrativo, sino también al retrato de los entresijos del caso, a cómo se presentan las relaciones entre los agentes de la ley, a sus comentarios y conversaciones, siempre jugosísimos y mucho más naturales que los de otros ambientes más refinados que forman parte de la historia. En la novela vemos a los agentes reír y jurar en arameo, gastarse bromas no siempre de buen gusto, lanzar dardos envenenados contra los figurones de la política o contra sus jefes más encopetados, reunirse para planear estrategias, lamerse las heridas o celebrar sus triunfos. Una de estas escenas cotidianas, con la guardia civil y ex legionaria Tena cantando a voz en cuello Soy el novio de la muerte mientras a su alrededor los compañeros, achispados, se parten de risa, tiene un brillo e intensidad que valen su peso en oro. Y es también en este mismo ámbito de la actividad habitual de los guardias civiles donde el lector se encuentra algunos secundarios inolvidables, como el subteniente Robles, tan cargado de experiencia, de contactos y de razones, o la jueza Carolina Perea, a la que conocemos casi exclusivamente por teléfono, siempre resolutiva y eficaz, dotada de una energía y una determinación ante las que Bevilacqua, inevitablemente, acaba fascinado.
Tengo que decir, en cambio, que otros aspectos de la novela no me han gustado tanto. Creo, para empezar, que la voz que preside la perspectiva del relato –la del protagonista, el sargento Rubén Bevilacqua– se hace demasiado presente y obsesiva, entorpecida además por una historia sentimental que el autor oculta deliberadamente y que resulta algo impostada de tan brumosa y elíptica. En su empeño por dar coherencia y empaque a un personaje alejado del estereotipo del guardia civil rudo, vulgar e insensible, Lorenzo Silva abusa, a mi modo de ver, de la reflexión y del autoanálisis del protagonista, sobre todo en momentos en los que las circunstancias de la trama hubieran aconsejado un enfoque más seco, más objetivo, más behaviorista. Por otro lado, y sé que en lo que voy a decir corro el riesgo de pasarme de listo, al lector que no conozca en detalle la vida y milagros de los miembros de la Guardia Civil (es mi caso) se le hace bastante cuesta arriba admitir la existencia de un sargento del cuerpo licenciado en Psicología, que ha leído a Lewis Carroll en inglés, que puede mantener conversaciones nada triviales con un novelista muy cultivado, que conoce a los clásicos y a los modernos de la poesía catalana y que se emociona con las canciones de Raimon. No es un problema de prejuicios –claro que pueden existir agentes con semejante formación y sensibilidad; yo mismo conocí en la mili algún oficial muy preparado, y no sólo en los conocimientos propios de su oficio–, sino de verosimilitud y pertinencia literarias; como ya he dicho antes, lo que es posible y admisible en la realidad, muy a menudo no lo es en la ficción.
Yo diría que este problema ha sido advertido por el propio autor, toda vez que aparece, aunque de manera oblicua, en una de las ocasiones en que el sargento Bevilacqua toma declaración al novelista Altavella. A lo largo de la conversación, ambos acaban reconociendo cuán escasamente fundadas eran las ideas previas que cada uno tenía del otro, lo que da pie a pensar que tras la escena se encuentra el autor, recordándonos que no sólo son Bevilacqua y Altavella quienes deben superar sus prejuicios de clase y condición social. Bien, admitamos la puntualización, aunque en tal caso habría que admitir también la que Chamorro formula al término del encuentro, acerca de la competición de vanidades que ha creído apreciar en el diálogo entre su superior y el esposo de Neus Barutell.
Creo que Virginia Chamorro no anda en absoluto desencaminada y que con sus palabras apunta a lo que a mi modo de ver constituye el principal defecto de la novela: el hecho de que su carga intelectual y reflexiva, lejos de aumentar su interés, lo entorpece y distorsiona. No ignoro que toda una autoridad del género y un escritor de gusto tan exquisito como Jorge Luis Borges subrayó muchas veces la naturaleza intrínsecamente intelectual del relato policial, y sin embargo… algo no me cuadra en los despliegues metaliterarios de la novela, en las referencias culturales, en los vericuetos de la personalidad de Bevilacqua, que en última instancia se nos impone por sus actos como un tipo mucho más directo y resolutivo que lo que cabría deducir del tono escéptico y desengañado de sus pensamientos. Por otra parte, creo que Silva no es del todo consecuente con sus propios planteamientos a la hora de resolver el caso, cuyo desenlace se aparta notoriamente de las pistas e indicios asociados a ese componente intelectual. Seguro que los lectores me perdonarán que no profundice en este argumento, que obligaría a destripar la trama hasta extremos absolutamente imperdonables.
Pero bueno, toda esta discusión se halla casi al borde de lo bizantino, y yo tampoco estoy libre de incongruencias, antes al contrario. La mejor prueba de ello es que la novela me ha gustado, y que la he devorado en apenas tres noches, robándole horas al sueño e incluso a tareas mucho más urgentes. Ya dije al principio que soy fan de Bevilacqua y Chamorro, y se me ha puesto la cara muy larga cuando por alguna parte he leído que Lorenzo Silva se ha dado un plazo de tres años para publicar su próximo caso. No sé si voy a poder aguantar tanto.
Antes de terminar la reseña, quisiera mencionar un par de coincidencias que unen esta novela con mi propia vida. La primera, un tanto cogida por los pelos: que justo dos años antes de que el escritor madrileño terminara de escribir el libro en la Isla de Ré (en agosto de 2005), yo también recorría aquellos bellísimos parajes de la costa atlántica de Francia, y creo recordar que con alguno de sus libros en el bolso. Y la segunda, bastante mejor y más justificada: que el verano pasado nos dimos una vuelta por la Toscana italiana y nos alojamos en un precioso hotelito rural de la comarca de Chianti. Seguro que adivináis cómo se llamaban los dueños: efectivamente, Guido y Martina Bevilacqua, a quienes dimos cumplida cuenta de la existencia de un remoto pariente de ficción con uniforme verde y de las ediciones italianas que novelan sus andanzas. Si Lorenzo Silva lee estas líneas, le aconsejo que piense en la posibilidad de terminar su próximo libro en el hotel La Locanda, en Radda in Chianti, entre vides, olivos y jabalíes: no hay mejor escenario para escribir en paz y tranquilidad.
Lorenzo Silva es un escritor que desde fecha muy temprana supo aprovechar las enormes posibilidades que brinda Internet a la creación literaria y a su difusión. Los lectores interesados deberían visitar su completísima web, una de las mejores entre las dedicadas a novelistas españoles contemporáneos, así como el foro que sobre sus libros mantiene un apasionado grupo de seguidores; por supuesto, uno de los «hilos» de este foro está dedicado a La reina sin espejo.
Lorenzo Silva, La reina sin espejo, Barcelona, Destino (Col. “Áncora y Delfín”, 1043), 2005, 379 páginas.
Lorenzo Silva dice
Como siempre, un lector en plena forma… Me he permitido enlazarte desde mi página, y sembrar en ella una idea para el debate acerca de lo que escribes…
http://www.lorenzo-silva.com/Libros/lareina.HTM
Muchas gracias por estar ahí y seguir leyendo y escribiendo.
Abrazos
Lorenzo
Eduardo dice
Muchas gracias, Lorenzo, por el enlace, y por tus palabras, siempre tan atentas.
En cuanto al tema que propones para el debate en tu página web, te diré que estoy totalmente de acuerdo contigo en lo que se refiere a la posibilidad real, y por supuesto a la justicia, de que gentes de procedencia humilde hayan accedido a los bienes de la cultura. En mi condición de profesor de Instituto no puedo sino manifestar mi apoyo más entusiasta al viejo ideal ilustrado de que la educación y la cultura pueden mejorar a las personas, hacerlas más sabias y más capaces de comprender al prójimo.
Y si esto vale para la educación en general, cómo no va a valer para la formación de los agentes de orden público, que tienen que vérselas a menudo con situaciones nada fáciles de lidiar. Mi experiencia con los cuerpos de policía no es demasiado amplia, así que difícilmente podré discutir contigo al respecto, pero sólo puedo desear que haya muchos agentes de la Guardia Civil tan ilustrados y sensatos como Bevilacqua.
El problema que yo advertía en mi reseña no reside aquí, sino en otro ámbito, en el de la verosimilitud y eficacia literaria de la caracterización de un personaje que corre el riesgo (como señala Pozuelo Yvancos en su comentario de la novela), de tornarse demasiado discursivo, e incluso un pelín didáctico. Si a ese riesgo se le añade el de la acumulación de rasgos inusuales en el retrato del personaje (aunque se correspondan con circunstancias reales, que seguramente tú conoces mejor que nadie), las novelas de Bevilacqua pueden acabar deslizándose por una pendiente resbaladiza. No digo que el resultado sea siempre y necesariamente negativo (la contaminación genérica constituye casi siempre en literatura una virtud más que un defecto), pero puede serlo.
Lorenzo Silva dice
Gracias a ti, Eduardo, y sólo dos reflexiones más:
1. ¿Por qué lo literario ha de ser diferente de lo real?
2. El personaje tiene voz, y la usa (y esa voz no es la mía, advierto, porque surge de su circunstancia que no es la mía, aunque podamos coincidir en cosas). Nadie les discute a los personajes de Javier Marías o de Vila-Matas su derecho a usar la voz, incluso hasta la extenuación. ¿Por qué a Vila? Vuelvo al principio, porque es un picoleto. De todos modos, tomo nota de tu apreciación (como de la de Pozuelo) y no temas: en las novelas de Vila siempre pasarán cosas, siempre estará ese motor de la acción empujando el vehículo y los personajes (también él) se presentarán al lector por lo que dicen y por lo que hacen.
Abrazos
Lorenzo
Eduardo dice
Quizás no es éste el lugar más adecuado para reflexionar sobre aspectos de teoría de la literatura, pero, bueno, no tengo a mi alcance un sitio mejor. Así que ahí van unas cuantas ideas.
1. La literatura parte de la realidad, como no podía ser de otro modo, pero sus reglas de funcionamiento interno no son exactamente las del mundo que retrata. Hay tradiciones y convenciones genéricas que cualquier texto literario debe respetar (por supuesto, también puede romperlas o transgredirlas, y eso es justamente lo que hacen algunos de los textos literarios más valiosos y perdurables), sobre todo si dicho texto se adhiere a las convenciones de géneros fuertemente caracterizados, como es el caso de la novela policial. A mi modo de ver, la configuración del personaje de Bevilacqua en La reina sin espejo se «sale» del molde, o al menos desafía los usos habituales en el retrato de los investigadores policiales. Admito de buen grado que esta percepción puede ser fruto de la pereza mental, o de la costumbre que todos los lectores tenemos de preferir aquellos textos en los que nos sentimos cómodos. Por otra parte, todo autor es libre de forzar las convenciones y ajustarlas a sus propios requerimientos y propósitos. Tú mismo, al retratar como lo haces a Bevilacqua, estás modificando las convenciones genéricas y creando un nuevo horizonte de expectativas en los lectores, actitud que, por cierto, considero tan arriesgada como loable.
2. Por supuesto que uno de los aspectos que mejor individualizan a un personaje literario es el uso de una voz propia y característica. Ahora bien, esa individualización, o el margen que tiene un autor para ponerla en práctica, no es igual de amplio en todos los géneros literarios. A este respecto, la comparación de tu novela con las de Marías o Vila-Matas, que se fundan en presupuestos muy diferentes, me parece un poco traída por los pelos. Admito, sólo hasta cierto punto, tu reproche respecto al prejuicio que podemos tener algunos lectores por la condición de «picoleto» de Bevilacqua, pero te aseguro que éste no es, al menos para mí, el fondo de la cuestión. Mis críticas no tienen que ver tanto con la condición profesional del héroe novelístico como con la adscripción genérica de la novela, en la que no creo que acaben de encajar algunos rasgos del investigador.
En todo caso, hay algo que no tiene discusión y que me parece tan digno de reconocimiento como apasionante desde la perspectiva del lector aficionado al género policial: me refiero a tu denodado empeño por abrir nuevas capas de la realidad -la de los agentes de la Guardia Civil, que tienen sobre sí una losa de tópicos nada fáciles de desterrar- al ámbito de la literatura. Inaugurar nuevos territorios de la ficción es toda una aventura. Te aseguro que muchos lectores vamos a acompañarte en ella.
Pilar dice
Hola Eduardo: Hasta ahora no conocía tu blog, ni ningún otro, la verdad, aunque tenía curiosidad en este tema. Me ha parecido estupendo, muy interesante. Solo te conocía como asesor de nuevas tecnologías, que por cierto, me has resuelto varios problemillas estupendamente. Te lo agradezco mucho. Bueno escribo este comentario en esta parte de Bevilacqua para preguntarte acerca de la novela. Nunca he sido aficionada al género policíaco, ni de intriga, me van más otros géneros, pero tu comentario me ha abierto la curiosidad y tengo intención de leerlo. Como veo que es como una serie quería preguntarte si está bien leer este último sin haber leído ningún otro o es mejor empezar por el primero. Te mando muchos saludos y te animo a que sigas con todo ésto que está muy bien.
Eduardo dice
Gracias, Pilar, por las flores. En un correo personal te he mandado mis recomendaciones respecto a la serie novelística de Lorenzo Silva. Que disfrutes de la lectura durante tus bien ganadas vacaciones.
gregorio dice
He leido todos los libros de Lorenzo Silva. Todos los personajes de sus libros tienen la profundidad psicológica como para que gusten a gente exigente, junto con los temas de actualidad que tratan, hacen de sus novelas una perfecta mezcla.
Pero en ésta última he notado un Lorenzo Silva despegado de sus personajes aunque lo intentaba desafortunadamente en sus diálogos con el viudo, en ésta última novela.
Donde mas se ha notado la falta de vida en sus personajes es en la ausencia de diálogos con Chamorro, que no pasaban de las conversaciones que por fuerza llevaban la acción.
Ausencia de un monólogo interior de Bevilacqua, que reitero los había pero no pasaban del formalismo de la novela.
Desconexión entre los personajes, aunque sé que son independientes entre sus tres novelas pero creo que dbía de haber (en las otras lo hubo) una continuidad en los personajes.
Felicito a Lorenzo Silva por la novela. Leeré todo lo que salga de él.
Ah! enhorabuena con Carta Blanca. Novela estupenda
JJ dice
A mi la novela no me ha gustado. Como Lorenzo Silva tiene oficio y habilidad, la novela resulta entretenida, y los personajes están muy bien descritos (no los veo desconectados, como dice Gregorio), tiene errores de bulto.
————————– Atención: spoiler gordo —————————————
Porque, vamos a ver, ¿no quedamos (p. 4) que la muerta «murió por asfixia»? ¿Cómo puede ser que (p. 356) «le había encargado a uno de los suyos que la cosiera a puñaladas»? ¿Qué pasó con la asfixia? ¡No vuelve a mencionarse en toda la novela! Aparte que apunta a un crimen pasional, y es lo que se investiga durante todo el tiempo. Como las 27 puñaladas.
¿Cómo puede ser que una persona de mundo como la Neus Barutell reciba una amenaza de muerte y no la denuncie a la policía, sino que la guarde nada menos que en un libro de McGrath?
Y en cuanto al tema informático, varios errores. No de bulto, pero errores. Primero, la mayoría de los mensajes de correo incluyen en la cabecera la direccion IP en la que se originan; no hace falta más que tener el mensaje para localizarlo, igual que no es demasiado complicado, si estás chateando con alguien, averiguar su dirección IP; no hace falta montar nada complicado. Lo que si es complicado (no sé si imposible, la verdad) es intervenir cuentas de correo en proveedores que no sean españoles; no me veo yo a la jueza pidiendo permiso a Microsoft para abrir una cuenta Hotmail; y es mucho más fácil que eso: cualquiera que tenga acceso al ordenador, o a la agenda, o a todos los papeles, seguro que no le cuesta ni un rato localizar las claves que usa.
En cuanto a la historia de Alicia, es un pedazo de Red Herring considerable. Ni ayuda a resolver la trama, más bien la embarulla, ni me ayuda demasiado a comprender a la muerta, porque unas veces se cree que es la gatita (o gatito), otras veces la reina blanca, y otras veces la propia Alicia.
El problema en las novelas policíacas es que bastan unos «indicios razonables» para que no te las creas. Y gustándome como me gusta Lorenzo Silva (como escritor y como persona), poniéndolo todo en la balanza, creo que no me gusta.
Lorenzo dice
Voy sólo al spoiler gordo, lo demás sería entrar en matices que creo que no es muy procedente abordar por mi parte:
Lo que citas de la página 357 son las palabras de un personaje al que no le constan directamente los hechos, sólo hace una referencia que es congruente con lo que ha trascendido a los medios y con la realidad (el cadáver presentaba todas esas puñaladas, y probablemente el que las asestó tenía la intención de hacer pasar el crimen por arrebato pasional, aunque la autopsia desvele la previa muerte por asfixia). No sabemos si ese personaje (el inspector Cruz) conoce o no los datos detallados de la autopsia (la asfixia como causa primera), y aun si los conociera, no está en un momento como para hacer muchos matices (está tratando de exculparse en un interrogatorio como sospechoso).
Por otra parte, la previa asfixia y las subsiguientes puñaladas son también compatibles con un crimen pasional. Están registrados ensañamientos postmortem con cadáveres por este motivo. El hallazgo de la autopsia no permite descartar esa hipótesis en la investigación.
Así que, con todos los respetos, no veo aquí spoiler gordo alguno, sino ligereza lectora al atribuir el discurso del texto a quien corresponde (un personaje con conocimiento limitado en una situación apurada, y no el narrador, ni siquiera el narrador-protagonista), y a la hora de valorar qué hipótesis (y por qué) pueden descartarse en una investigación.
Por lo demás, como ya sabes y te he dicho en otro sitio, gracias en esta ocasión, como en otras, por tu lectura.
Abrazos
Lorenzo
Lorenzo dice
Fe de erratas: Donde dice «página 357» debe decir «página 356».
Y una información complementaria, para el posteador y otros lectores. Sí se intervienen cuentas de correo electrónico con orden judicial (no hace mucho la policía española detuvo a un asesino noruego en un cibercafé por este procedimiento). Los proveedores de correo tipo Microsoft tienen sucursales en todos los países y por ello y por los enormes intereses económicos asociados (que no por bondad, ya lo sé) les trae cuenta obedecer a la autoridad judicial española. Ese procedimiento permite además obtener direcciones IP legalmente. Otros procedimientos técnicos viables podrían ser considerados intercepciones ilegítimas de comunicaciones y aunque permitieran obtener el dato, lo harían inutilizable en juicio, garantizando de hecho la impunidad del delito, que es la desagradable contrapartida que tiene siempre obtener una prueba de forma ilegal. Aunque Vila y su pandilla sean picoletos y por tanto no muy sutiles para algunos, este tipo de cosas las tienen claras.
Más abrazos
L
JJ dice
Bueno, lo de «spoiler» se referiría a que estropearía la trama a alguien que no se lo hubiera leido todavía, por eso he puesto la advertencia. Y gracias por las demás aclaraciones.
Lorenzo dice
Gracias a ti y perdona por malinterpretar lo de spoiler, aunque creo que lo señalabas como un error de bulto en todo caso. Sólo me pareció que tu comentario era un ejemplo de actitud hipercrítica (eso y lo de negar una realidad hoy efectiva y cotidiana como la intervención judicial de cuentas de correo electrónico), lo que por otra parte supongo que tiene también su lectura positiva para el sargento y su compañera: eso, que los lean con cuchilla y bisturí desenvainados, les pasa por tener éxito. Que se joroben, yo ahora ando enredado con personajes nuevos, que seguro que tendrán muchos menos lectores y menos filos acerados esperando…
Abrazos
Lorenzo
Virginia dice
Estoy a punto de terminar La reina sin espejo, justo en el comienzo del último capítulo, y después de leer todas las entradas anteriores me apetecía romper una lanza por la novela. Y es que a mí, me ha encantado.
Por varias razones, la primera de ellas, debo confesar que es poco objetiva, y es que desde que abrí El alquimista impaciente, las aventuras de Vila y mi tocaya ganaron una lectora asidua. De eso hace ya algunos años, y espero que duren muchos más.
La segunda de las razones es que consiguió que me desprendiera de algunos tópicos y creencias personales acerca de las manías, formas y costumbres de los miembros de un cuerpo tan tradicional y abigarrado como el de la Guardia Civil, porque, como se ha dicho anteriormente, aunque es poco frecuente, hasta en los lugares más inauditos puedes encontrar a algún individuo amante de la cultura y los clásicos.Como bien ha dicho Lorenzo, hay gente que preesume de pertenecer a la élite cultural que no sabe «hacer la o con un canuto», como se dice popularmente, y de estos, por mi profesión (soy periodista, por suerte o desgracia, todavía no consigo aclararme) he tenido que conocer muchos ejemplos.
Saludos a todos
ana Purna dice
Para mí varias cosa buenas tiene LS como escritor.
Pertenece a una generación que en general es bastante pobre -él cada día escribe mejor- y que además se autoalimenta de lo mismo y que necesita un reconomiento pseudo intelectual…del pais donde nadie lee, jaja
Siempre ha estado apegado a una realidad coetánea. Cosa que al parecer no merece el interés de nadie; de los Cercas, Trapiellos, etc
Y que es tan fundamental ahora ya que alparecer y no solo en España -véase el éxito de Houellebecq que escribe como Gide pero habla de Nouvelles Frontières- las letras que hablan de realidades no están bién vistas. Es mejor la retórica literaria.
Finalmente se compromete con ciertos intereses que deben ser personales pero que consigue comprtir con sus lectores (¿a mi qué cojones me importan los picoletos?)a base de romper prejuicios.
Y sobre todo crea una novela negra muy en los cánones, estupendamente construida, muy amena y bastante interesante.
Es el noreconocido.
Châpeau!
Magdalena Du Thanh dice
Acabo de leer los comentarios a la última novela de Lorenzo Silva, La reina sin espejo , así como las respuestas del novelista, algo mosqueado, me parece.Y con razón ya que en esta novela lo que importa no es si resulta verosímil lo de los móviles, la cultura literaria de un guardia civil, el argumento más o menos hábil de una novela policiaca, lo que importa y encanta y con lo que disfrutas más es con el idioma, la lengua , los diálogos sabrosos .¡Qué talento el de Silva al evocar el ambiente de la Barcelona de hoy, con los problemas que generan el rencor y el recelo seculares entre Cataluña y Castilla, con el nacionalismo lingüistico ! Pero Vila ya no está para estos trotes, lo ve con más calma, con benevolencia.¡No es para tanto, joder! diría.
marcos luna dice
Hola quiero saber mas de vos,yo tengo parientes de apellido Bevilacqua y todos son guapetones,por lo q escribis,me imagino q algun encanto debes tener.
Josep dice
Tampoco soy objetivo cuando hablo de Lorenzo. Tuve el placer de conocerlo en persona y me pareció uno de aquellos tipos que a los 5 minutos de hablar con ellos, te da la sensación que forman parte de tu círculo de amistades de toda la vida. Os puedo asegurar, porque hablo con conocimiento de causa que la trama de La Reina sin espejo y las técnicas que utilizan los investigadores són muy, muy acertadas. Tengo muchos amigos policias y han disfrutado de lo lindo con el libro y las reflexiones de Bevilacqua. Lorenzo ha bajado a las trincheras y estoy seguro que ha compartido mas de una charla con gente del mundillo. Por cierto, la salida del libro coincidió con el despliege de los Mossos d’Esquadra en Barcelona, lugar donde se desarrolla la mayor parte de la historia. Casualidad? Un saludo a todos.
júlia dice
Acabo de leer ‘La reina sin espejo’ y me ha gustado mucho, admito que tiene algunos defectos como el exceso discursivo que comentáis, pero opino que son poca cosa comparados con el conjunto. Me ha gustado mucho desde una óptica catalana, los poetas que da a conocer, las reflexiones sobre Catalunya, ahora que tan malos entendidos hay por todos lados, sobre los cuerpos de seguridad y sus relaciones y posibilidades, hay muchas cosas en esa novela, más allá de la anécdota policíaca, creo. Vivo cerca del restaurante donde acaban cenando los protagonistas, en un barrio de novela negra, casi, que autores como Gonz
julio dice
me ha encantado, es un libro ameno y espero que a pesar de lo que dices de que no arriesgarás más con la saga de Vila y Chamorro en un futuro nos vuelvas a deleitar con otra entrega.
Un saludo de un picoleto como muchos de los que te leemos.
Eduardo Larequi dice
Encantado de tenerte como visitante del blog, Julio. Ojalá que haya muchos guardias civiles («picoletos», como tú los llamas) lectores de las novelas de Lorenzo Silva.
Sólo una aclaración: éste no es el blog de Lorenzo Silva, sino el mío, de Eduardo Larequi, lector y admirador de las novelas del novelista madrileño.
Barreno dice
Ciertamente, paso por aquí de rebote; andaba buscando el título del último de los libros de Bevilacqua y Chamorro, ya que acabo de terminar «La reina sin espejo»; y, aunque la curiosidad me ha podido, aquí sólo soy un extraño. Sólo quiero dejar mi humilde opinión como estudiante de Políticas y futuro opositor al Cuerpo Nacional de Policía (no deja de ser una extraña combinación también): descubrí a Lorenzo Silva gracias a un club de lectura hace poco mas de un mes y desde entonces no pasa un día en el que no lea algo suyo, desgraciadamente, me acerco ya a el final de la serie. Espero que las otras novelas sean igual de buenas. Y por último quisiera mostrarle mi admiración y darle la enhorabuena a Lorenzo Silva (que creo haber visto comentando más arriba). Gracias por esos ratos. Saludos a todos ; )
Eduardo Larequi dice
Gracias por visitar el blog, Barreno, y suerte en las oposiciones, que siempre viene bien.
Hace unos meses estuvo Lorenzo Silva por Pamplona y le pregunté para cuándo la próxima entrega de la serie. Me contestó que todavía tardará algún tiempo. En todo caso, me comprometo formalmente a reseñar el próximo libro de las andanzas detectivescas de Chamorro y Bevilacqua en este blog.
Cienfuegos dice
Yo también acabo de terminar de leer el libro. Me suscribo a lo dicho por los compañeros. Entretenido, ágil (lo he leído en tarde y media), documentado y real; personajes humanos y trama coherente. Yo también soy fan de Silva y de la novela negra. Eso sí, me gustaría dar, si me lo permite, dos «sugerencias» a su autor. Me gusta Vila y Virgi, me los creo, no me sorprende que sean humanos y cultos, pero, Vila, de buena persona, parece María Teresa de Calcuta con tricornio. No podría tener algo de mala leche, aunque sólo fuera con los «malos». Y dos: después de cinco años como compañeros, llevándose bien, por mucho que sean sargento y cabo, que estén trabajando y se respeten, no podría tener los personajes una relación más amistosa. Qué sé yo, alguna broma, alguna confidencia, alguna anécdota que les una. Coño, que yo llevo menos tiempo con mi compañera, nos llevamos bien, nos respetamos, pero le cuento desde los problemas con la novia a si me depilo el pecho. Saludos.
Eduardo Larequi dice
Lo de la mala leche con los malos me parece una idea muy oportuna, Cienfuegos. Un poquito de rabia y mala hostia no le iría mal a la serie novelística. En cuanto a las bromas con los compañeros, parece que Lorenzo Silva te ha leído el pensamiento, porque en la última novela, La estrategia del agua, es un recurso muy utilizado, especialmente con un nuevo personaje, el guardia Arnau. Si te interesa, aquí tienes la reseña: https://www.labitacoradeltigre.com/2010/04/15/quinto-aniversario-del-blog-con-bevilacqua-y-chamorro/.