No lo hago con tanta frecuencia como me gustaría (aunque suelo presumir ante los amigos de ser «experto» en tales géneros, no paso de la categoría de aficionado), pero de vez en cuando compro algún libro sobre cine fantástico y de ciencia ficción. La bibliografría disponible en español sobre estos temas no es demasiado abundante, así que siempre estoy predispuesto a acoger las novedades editoriales con expectativas más que favorables.
Ese era mi estado de ánimo cuando compré a través de la web de Ocho y medio el Diccionario ilustrado del cine de ciencia ficción, de Miguel Juan Payán y Javier Juan Payán, que ofrece casi doscientas páginas dedicadas al género de mis amores. Sin embargo, tras haber leído una gran parte de sus entradas (475, si no he contado mal) y haber echado un vistazo a otras muchas, no puedo evitar sentirme decepcionado. El primer motivo de mi desilusión es que el título del libro sólo se corresponde parcialmente con el contenido, ya que un porcentaje nada desdeñable de las entradas está dedicado a escritores y no a las películas, sus directores o sus intérpretes.
Este proceder sería perfectamente justificable si el diccionario hubiera insistido en las conexiones mutuas entre literatura y cine de ciencia ficción, o bien en la estrecha relación que muchos escritores (son los casos de Verne, Asimov, Bradbury, Dick y tantos otros) han mantenido con el mundo de cine, pero eso no ocurre en la mayor parte de las entradas de carácter literario. Por utilizar una metáfora que viene al pelo, podría decirse que escritores y cineastas parecen moverse por entre las páginas del diccionario en universos paralelos, que se encuentran y se entecruzan con mucha menos frecuencia de la necesaria. No acabo de comprender por qué los dos autores no han sido más cuidadosos en este aspecto, que afea el conjunto de la obra y le da un cierto aire de provisionalidad, perceptible en muchos momentos. Sólo pondré un ejemplo, que cualquier buen aficionado al género podría completar con otros: Juan Miguel Aguilera, el primer escritor de ciencia ficción que aparece mencionado en el diccionario (p. 11), no sólo es autor de una interesante obra narrativa, sino también del guión de Stranded (Náufragos), una producción española de ciencia ficción dirigida en 2002 por María Lidón. Y a pesar de que se trata de una película bastante decente (al menos no peor que otras que se tratan en el libro), sus autores ni siquiera la mencionan.
Tampoco el carácter «ilustrado» del diccionario cumple las expectativas que el lector aficionado al género podía tener, máxime cuando el objeto del libro (el cine, al fin y al cabo un arte visual), hacía imprescindible una atención muy especial a este aspecto. Quizás es que yo estoy mal acostumbrado, pero en comparación con obras como Ciencia Ficción. Enciclopedia ilustrada, de John Clute, o Ciencia Ficción, de Forrest J. Ackerman, o incluso La ciencia ficción española de Ediciones Robel, la de los hermanos Juan Payán resulta poco estimulante, pues las ilustraciones (salvo las de portada, todas en blanco y negro) se limitan a un repetitivo y no siempre acertado muestrario de carteles.
La selección de las entradas no aporta grandes novedades. Como era previsible, el Diccionario privilegia el cine norteamericano, y especialmente el de las últimas tres décadas. No hay mucho que objetar a semejante enfoque, habida cuenta de la posición que la cinematografía americana ocupa en el género, aunque seguramente muchos aficionados al género hubiéramos agradecido mayor variedad. Lo que sí me parece más cuestionable es la atención desmedida que se dedica a algunas series fílmicas -singularmente las de Matrix y Star Trek– cuyo mérito estrictamente cinematográfico me parece bastante sobrevalorado. En cambio, hay otros títulos mucho más interesantes –La amenaza de Andrómeda, Atmósfera cero, las primeras películas de Luc Besson, Cuando los mundos chocan, Misión a Marte, Naves misteriosas, o Planeta prohibido, por citar unos cuantos ejemplos significativos-, cuyos admiradores hubiéramos agradecido un tratamiento un poco menos sumario.
No obstante todo lo dicho hasta aquí, la verdad es que el Diccionario ilustrado de ciencia ficción es un libro que se me hace simpático. Está escrito con apasionamiento y conocimiento de causa, y contiene muchas informaciones interesantísimas. Aunque muchas de las entradas se pierden en detalles accesorios y no dedican al análisis cinematográfico el espacio necesario, y a pesar de que se echa en falta más profundidad en aspectos como la evolución histórica, o la relación con otros fenómenos artísticos e ideológicos, el libro es una mina inagotable en todo lo que se refiere a detalles de producción, relaciones genéricas e informaciones sobre directores y estudios. No abundan las perlas, es verdad, pero por entre sus páginas se puede encontrar alguna pequeña joya, como la que corresponde a una de las películas que más me impresionaron cuando era niño, la magnífica Veinte mil leguas de viaje submarino, de Richard Fleischer, a la que los autores dedican más de tres páginas.
En la introducción al Diccionario, señalan los hermanos Juan Payán que su libro «no nace con afán totalizador, sino con la modesta intención de ser un ladrillo más que unir a la construcción del edificio de la ciencia ficción» (p. 6). La puntualización no carece de sentido, a la vista del resultado obtenido, aunque se me antoja que para lograr el propósito constructivo que los propios autores declaran sería imprescindible una mayor solidez. También los autores adelantan en esa introducción su deseo de completar el panorama en «posteriores entregas». No es mala idea, siempre que esas futuras ediciones completen los huecos que se observan en ésta.
Miguel Juan Payán y Javier Juan Payán, Diccionario ilustrado del cine de ciencia-ficción, Madrid, Ediciones Jardín, 2005, 191 páginas.
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