El minimalismo nunca ha sido santo de mi devoción, y por tanto tampoco lo ha sido la música de Michael Nyman, que generalmente me parece fría, abstracta, dominada por una propensión hacia los timbres ácidos que, a pesar de mis esfuerzos, no consigo apreciar. De vez en cuando suelo escuchar un doble CD comprado hace algunos años, The very best of Michael Nyman, en el cual se recoge la música para películas que Nyman compuso entre 1980 y 2001, para ver si con el hábito me dejan de chirriar los oídos, pero raras veces consigo completar la audición.
Esta breve pieza, perteneciente a la banda sonora de Anne no nikki, de 1995, dirigida por Akinori Nagaoka (una versión japonesa en dibujos animados del celebérrimo Diario de Ana Frank), es, junto con la banda sonora de la película Gattaca, una de las raras excepciones a mi escaso aprecio por la música del compositor británico. En ella, la voz de la contralto Hilary Summers entona una especie de nana o canción de cuna, delicada y emotiva, que suscita un estado de profunda paz interior.
Por una vez, la repetición melódica no provoca cansancio, sino placidez. Una rara avis en la obra de Nyman (que apenas ha escrito música para voz), y un tema de gran hermosura, muy apropiado para momentos de recogimiento y reflexión.
Al repasar esta entrada he encontrado un par de vídeos que merece la pena ver: en el primero, la contralto Hilary Summers interpreta la pieza, con el propio Michael Nyman al piano (también el texto de la pieza, que puede leerse en la descripción del vídeo, es obra del compositor británico). Por su parte, el segundo vídeo incluye la letra subtitulada en español.
Últimos comentarios