Una advertencia previa: aunque he tratado de ser deliberadamente impreciso sobre los detalles del argumento de la película de Ridley Scott, tengo que admitir que este artículo desvela, cuando menos en parte, varios elementos clave de la trama de Prometheus. Así pues, me permito dar un consejo a los lectores que no pueden soportar incluso el más leve indicio de un spoiler (para comprobar a qué me refiero, véanse los últimos comentarios a mi reseña de la serie The Wire): por favor, no sigan leyendo.
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He visto dos veces Prometheus, la primera en una proyección convencional, y la segunda, pocos días después, en 3D. Aunque la proyección estereoscópica no aporta demasiado valor a la película, ya que la tridimensionalidad solo mejora su espléndido acabado visual en contadas secuencias (la más destacada es, probablemente, la epifanía astronómica que experimenta el androide David en la nave de los Ingenieros), al menos esta segunda proyección me ha servido para matizar algunas de las impresiones negativas que me produjo el film de Ridley Scott tras verlo por primera vez.
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