Para un servidor, que ejerce de PTV (pamplonés de toda la vida) un tanto vergonzante allá por donde va, el motivo de los encierros pamploneses es una referencia inexcusable, y un buen tema hacia el que deslizar la conversación. Se menciona hábilmente la carrera, se dejan caer unos cuantos datos y anécdotas, y se espera a la pregunta de rigor: «y tú, ¿has corrido el encierro?» Siempre contesto que sí, lo que es verdad, que dejé de correr porque pasaba mucho miedo, lo que es todavía más cierto, y que me gustan los toros, aunque soy un taurino perezoso, inconstante y de poco convencimiento.
Esta tarde, a la salida de una entidad bancaria donde teníamos que realizar ciertos trámites, he aprovechado un despiste de Pilar para sacar con la PDA una foto de la descomunal escultura del encierro que ha instalado el Ayuntamiento de Pamplona en el cruce de las avenidas de Roncesvalles y Carlos III: un tropel de corredores y reses, en bronce, que ya se han convertido en atracción predilecta para los chiquillos y en motivo de interés para los turistas.
Aquí va la foto, que lanzo a la blogosfera a través de la conexión inalámbrica de casa y de la cuenta de correo que tengo configurada para poner en práctica esa utilísima función de WordPress que es la de post by email. A ver qué tal sale.
Adenda del 5 de noviembre de 2017
Como la fotografía original que inserté en este artículo no tenía calidad suficiente para ser utilizada como imagen destacada, he tenido que buscar otra. Su autor es Jorab, y la ha publicado en Wikimedia Commons, con una licencia CC BY 3.0.
Eduardo Larequi dice
Pues sale bien, aunque si uno quiere que la publicación tenga un aspecto impecable, y sobre todo que la fotografía tenga un aspecto coherente con las que ilustran el blog, hay que editar la entrada, depurar algunos fragmentos de código y modificar otros. Está claro que el automatismo total sólo vale para situaciones de emergencia.
Laura A. dice
Me encanta Pamplona. Tu mujer…qué paciencia debe tener tu mujer, ji, ji,ji.
Un saludo desde Las Ventas, vivo muy cerquita.
Eduardo Larequi dice
Pues sí, tiene paciencia, más que yo. Pero también es la principal animadora del Tigre.
MJ Reina dice
Muchas gracias por tus ánimos, Eduardo.
Hace unos meses que me «controlo» con esto de la blogosfera, pues se pierde (o se invierte) mucho tiempo del que no dispongo.
Sigo leyéndote de tanto, en tanto, aunque no te deje comentarios.
Me encanta la foto.
Eduardo Larequi dice
Lo dicho, María José: mucha suerte. Si puedes evadirte de tanto estudio, aunque sea por un ratito, leyendo mi blog, me alegro. A ver si encuentro alguna anécdota o historieta que le dé un tono algo más ligero. Ahora que voy por el mundo con la cámara de la PDA en ristre, tal vez me surjan más oportunidades.
Joselu dice
Eduardo, quería agradecerte tu comentario en mi blog. Han sido unos meses de ausencia pero de nuevo estoy por aquí. Me ha alegrado tu post sobre los encierros, Pamplona y la escultura. Yo también soy taurino, aunque no ejerciente. Nunca he visto una corrida en directo pero no me desagrada la tan denostada fiesta, especialmente aquí en Cataluña. Cuando era joven y era estudiante me dedicaba a trabajar de camarero en ciudades en fiestas. Recuerdo un julio de 1977, en plena transición democrática que lo fui en Pamplona. Trabajaba en un bar de la calle Curia doce horas y a las diez de la noche quedaba libre para la fiesta nocturna. Son días en mi memoria llenos de luz y alegría. Desde luego, no se me ocurrió correr el encierro pues me daba muchísimo miedo. Un cordial saludo.
Eduardo Larequi dice
Vaya, vaya, quién lo iba a decir. Hay aficiones que en estos tiempos de corrección política y disimulo universal uno casi no se atreve a declarar. Más vale que en la blogosfera educativa estamos casi en familia.
En fin, lo que importa es que te volvemos a encontrar, y por lo que hemos visto con bríos renovados. Que no decaiga.
corsaria dice
Yo… haría un encierro con políticos… sería todo un espectáculo. jiji 0:-)
Eduardo Larequi dice
Los hay que tienen astas afiladas, colmillos retorcidos y muy mala intención. No sé qué sería más peligroso. Por si acaso, mejor no probar.
Juanjo dice
Bueno, por despiste, que es la mejor excusa para decir incompetencia propia, no me había percatado de que eras de Panmplona. Estuve allí, hace siete años en San Fermín. Lógicamente no corrí el encierro, igual de lógico fue llegar a Sevilla y decir que lo corrí. Los toros creo que tienen algo de eso: lo que pasó y lo que se cuenta que pasó a quien no estuvo. Se me ocurre, sin madurar la idea, que los espectadores taurinos son fabuladores por definición. Y fabular, sin hacer daño, creo que es bueno. (No se me escapa que hay mil matices que hacer, mil verónicas a este comentario).
Saludos.
Eduardo Larequi dice
Qué le voy a contar yo a un sevillano sobre toros… Pues sí, los corredores del encierro somos tan fabuladores como los pescadores de caña, o como los protagonistas del chiste (un poco subido de tono), esos que jugando al parchís se comen una y cuentan veinte. En todo caso, yo tengo fotos de una de mis carreras. Malas, poco precisas, escasamente probatorias, pero fotos, en definitiva.
José Cuerva dice
¡Por fin te encuentro¡¡
Habías desaparecido de mi netvibes y pensaba que tu blog había tenido problemas. Ya me he enterado que te has cambiado de hosting y de dominio. Ya te pediré consejo.
Ya puedo volver a leer buenos artículos en la mal llamada blogosfera
Un abrazo
José
Eduardo Larequi dice
De hosting sí, pero de dominio no. Desde noviembre de 2006 La Bitácora del Tigre tiene dominio propio, y en él se publica.
Teniendo en cuenta lo que dices, me permito inferir que nuestras respectivas presentaciones de flores en Flickr son pura coincidencia. ¿O no?
francisco aranguren dice
Hola. Soy de Pamplona pero vivo en Sevilla. Venía gente de allí que me contaba lo del monumento, así que entre a buscar fotos en Internet y encontré tu bitácora. Me gusta. Yo he puesto una entrada sobre el tema en mi blog. No sé si te molestará: he incluido tu foto con un enlace a esta página (la quito se quieres). La imagen da muy bien testimonio del mamotreto que han colocado allí, por mucho que impresione a los turistas. De todos modos, quizás los que vivimos fuera llevamos a mal los cambios en «nuestra» Pamplona (la que recordamos). Saludos.
Eduardo Larequi dice
Me parece muy bien la inserción (o más bien cita) de mi foto en tu blog. En cuanto al monumento, no se puede discutir la aparatosidad, pero es que el encierro también es un espectáculo descomedido, hiperbólico, esencialmente anacrónico y, eso sí, muy nuestro.
Estoy seguro, Francisco, de que en unos cuantos años, siempre que algún crío no se nos desgracie, o se meta un cuerno por el ojo, consideraremos esta escultura tan PTV como el kiosko de la Plaza del Castillo.
No sé si conocía tu blog (me quiere sonar…), pero lo encuentro muy interesante. En cuanto a Sevilla, qué te voy a decir. Es una ciudad que he visitado en tres o cuatro ocasiones y siempre me parece sorprendente. Una maravilla.