
La filmografía de John Ford abunda en películas inolvidables en todos y en cada uno de sus elementos: argumento, personajes, escenarios, fotografía, estructura narrativa… Cuesta cierto esfuerzo, sin embargo, recordar de entre tantas obras memorables alguna que destaque por su banda sonora, circunstancia que el propio Ford tal vez avaló inconscientemente con una de sus célebres boutades, a la que no le falta un sólido punto de razón: «No me gusta la música de las películas. Detesto ver a un hombre en el desierto muriéndose de sed con la orquesta de Filadelfia detrás de él» (citado por Joaquín R. Fernández en Breve historia de las bandas sonoras).
A la luz de una declaración semejante, sería fácil suponer que a Ford no le preocupaba especialmente la ambientación sonora de sus films. Suposición aventurada, claro está, que enseguida queda desmentida con la apabullante nómina de los compositores que colaboraron con el cineasta norteamericano: Max Steiner (La patrulla perdida, El delator, Centauros del desierto), Alfred Newman (El joven Lincoln, Las uvas de la ira, Qué verde era mi valle, La conquista del Oeste), Richard Hageman (El fugitivo, Fort Apache, Tres padrinos, La legión invencible), Victor Young (Río Grande, El hombre tranquilo, El sol siempre brilla en Kentucky), Franz Waxman (Escala en Hawai), Alex North (El gran combate) o Elmer Bernstein (Siete mujeres).
Si hay una música de entre todos estos films que permanezca en el recuerdo, como ilustración del lirismo, el sentido del humor y el profundo conocimiento de la naturaleza humana que respiran las mejores obras de John Ford, ésa es la de El hombre tranquilo (The Quiet Man, 1952, ganadora del Oscar de Hollywood a la mejor dirección, y uno de mis títulos predilectos). La partitura de Victor Young para la película de Ford siempre se recuerda por su hermosísimo leitmotiv melódico, «The Isle of Innisfree», un tema que parece haber brotado del rincón más hondo del alma popular irlandesa. En realidad, la pieza pertenece al compositor irlandés Richard Farrelly, quien la escribió en 1949, a pesar de lo cual no figura en los títulos de crédito del film (véanse, a este respecto, los datos que proporcionan Stone and Farrelly y Dick Farrelly and The Isle Of Innisfree).
A pesar de semejante descortesía, es preciso reconocer que Young logra un espléndido tratamiento del tema de Dick Farrelly, pues lo incorpora a la partitura de El hombre tranquilo en varias ocasiones, con orquestaciones muy distintas, pero todas ellas perfectamente acopladas a la narración. Por ejemplo, en la bellísima escena de apertura de la película, en la secuencia en que Sean Thornton (John Wayne) ve por primera vez a Mary Kate Danaher (Maureen O’Hara) mientras la indómita pelirroja pastorea sus ovejas, o en la celebérrima escena del apasionado beso de los dos protagonistas, bajo el viento y la lluvia de la tormenta, entre las tumbas del cementerio.
Las dos versiones de «The Isle of Innisfree» que incluyo a continuación, el «reprise» final y una interpretación vocal de la canción, a cargo de la cantante irlandesa Anne Buckley, forman parte del disco The Quiet Man. Original Motion Picture Score By Victor Young, editado por la Silva Screen Records en 2007. Es una grabación realizada en Dublín, el 26 de marzo de 1995, a cargo de The Dublin Screen Orchestra, dirigida por Kenneth Alwyn. Como curiosidad, cabe decir que a los teclados se sienta Gerald Farrelly, hijo del compositor del tema. La letra de la canción puede consultarse en Irish Ways (que además incluye el archivo sonoro en formato MIDI) y en Reel Classics.
John Wayne, The Duke, imperturbable
Aquí menos imperturbable que de costumbre. De hecho, si no se hubiera dejado conmover por los requerimientos de su mujer, no hubiera habido película.