Las fotografías que se incluyen a continuación fueron tomadas el pasado sábado, en los sotos, parques y jardines que rodean el cinturón amurallado de Pamplona. Pilar y yo teníamos previsto visitar la exposición Occidens, en la Catedral de nuestra ciudad, pero llegamos demasiado tarde para poder ascender a las torres de la fachada y contemplar la inmensa campana María, secreto propósito de este fotógrafo aficionado, quien ya se frotaba las manos al imaginar las hermosas instantáneas que podría tomar desde tan privilegiada atalaya.
Como no era posible ver el campanario, decidimos posponer la visita y, haciendo de la necesidad virtud, recorrer el camino de ronda de las murallas, desde el Fortín de San Bartolomé hasta el Parque de la Taconera. Siempre es un gozoso paseo, porque para todos los que hemos crecido en Pamplona, las fortificaciones que otrora cercaban la ciudad y la convertían en plaza fuerte casi inexpugnable representan mucho más que hitos de la Historia; son, en cambio, escenarios del alma, patio de juegos y correrías, refugio de los amores más tempranos, bálsamo de decepciones, lugares de conversación en las largas tardes del verano…
Qué mejor acompañamiento para ese paseo sabatino, bajo un cielo nublado y gris propicio a las evocaciones, de vez en cuando iluminado por algún esquivo rayo de sol, que los infinitos matices del otoño, tan agradecidos para el fotógrafo, casi abstractos en sus combinaciones inigualables de formas, texturas y colores. Que ustedes los disfruten.
Elisa dice
Hermosas fotografía, Eduardo, aquí no disfrutamos de esa maravillosa paleta de color con facilidad porque los árboles de hoja caduca no son los más abundantes.
Acabo de terminar un festín titulado La marca del meridiano y me he acordado de ti, a eso se debe mi visita. ¿Lo leíste ya?
Un abrazo.
Eduardo Larequi dice
Claro que lo he leído, lo terminé la semana pasada. Tomé unas cuantas notas para la reseña, que espero publicar en breve. No es, de todas formas, la que más me ha gustado de la serie. De hecho, encuentro que cada vez Bevilacqua (¿o es Lorenzo Silva?) se pone más discursivo, y con tendencia a pontificar. Muchas gracias, en cualquier caso, por seguir atenta al blog.