El comienzo de Los 2 lados de la cama da una idea bastante cabal de por dónde van a ir los tiros en esta nueva comedia de Emilio Martínez-Lázaro, continuación o secuela del exitazo de 2002: Lucía Jiménez, tirada sobre la pulida superficie de un gran piano de cola negro, bajo las luces indirectas de uno de esos restaurantes-bares de copas que ahora están de moda, intenta desesperadamente dar réplica a la Michelle Pfeiffer de Los fabulosos Baker Boys, mientras sus amigos y amigas la contemplan embelesados (bueno, algunos más que otros, y no digo más para no reventar la película).
La idea no es mala, pues otorga a la historia un halo de elegante sofisticación muy apropiado para una comedia que se quiere moderna, desinhibida y capaz de sintonizar con los gustos del público joven. Lo que ocurre es que el guión y la realización ponen a Lucía Jiménez en una tesitura imposible, de la que no hay modo de salir con dignidad, porque, digámoslo claramente, ni la música, ni la realización vocal de la actriz, ni la dirección de Emilio Martínez-Lázaro están a la altura de las que pudimos disfrutar en aquel antológico número (tan exagerado, al menos, como el que nos brinda Lucía Jiménez), que la Pfeiffer interpretaba con voz y ademanes gatunos en la película de Steven Kloves.
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