Hoy, 27 de mayo de 2013, se cumple el décimo aniversario de la primera edición de WordPress. Habida cuenta de que la efemérides ya ha sido glosada y celebrada hasta la extenuación y de forma prácticamente universal, La Bitácora del Tigre tiene derecho a ahorrarse los ditirambos y evitar la repetición de todo lo que se ha dicho y escrito sobre el imparable crecimiento de la aplicación, su contribución al desarrollo de la capacidad de los individuos y las organizaciones para darse a conocer en la Red, su explosivo liderazgo en el hipercompetitivo mundo de los gestores de contenido, etc., etc.
Lo que sí puedo decir es que, para bien o para mal, WordPress me ha cambiado la vida desde que comencé a utilizar la aplicación, allá por la primavera de 2005. Cada vez más paso más tiempo instalando y configurando sitios web realizados con WordPress, proporcionando soporte a los centros educativos que la utilizan, detectando (y, a veces, hasta solucionando) bugs, traduciendo temas y plugins… A veces creo que no hago otra cosa que trabajar con WordPress; el hecho de que mi ritmo de publicación personal haya disminuido tanto en los últimos tiempos se debe a causas muy distintas, pero una de ellas es, indiscutiblemente, la cantidad de horas que invierto en diversas tareas que, directa o indirectamente, tienen que ver con la criatura que un 27 de mayo de 2003 parieron Matt Mullenweg y Mike Little.
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