Acabo de terminar La conspiración, de Dan Brown, el autor de la famosísima novela El código Da Vinci, una obra que merecería pasar a la historia de la literatura no precisamente por su calidad, sino por haber servido como modelo de un sinfín de clones de ese peculiar subgénero (la novela templaria, habría que llamarlo) con el que las editoriales nos castigan de un tiempo a esta parte.
Aunque La conspiración sea dos años anterior a El código Da Vinci, la comparación entre ambas no permite concluir que la experiencia le haya servido a su autor para mejorar en oficio novelístico, sino más bien al contrario. No me atrevo a afirmar que la primera sea una novela mejor (ambas son obras descaradamente comerciales, con escaso valor literario), pero sí mucho más interesante. Al menos, no tiene las pretensiones «culturales» del megaéxito que ha venido arrasando en las listas de ventas, circunstancia esta última que, por mucho que me esfuerzo en analizar, me sigue pareciendo rigurosamente inexplicable.
Últimos comentarios