Si la distinción de sexo tiene alguna importancia a la hora de clasificar la obra de un escritor (yo no creo que sea más esencial que los detalles de su educación y su formación literaria, o la lengua en la que escribe), he de reconocer humildemente que no practico tanto como debiera la lectura de esa difusa categoría que, a falta de mejor nombre, se denomina «literatura femenina»?. Quizás por un poco de mala conciencia, quizás también por la curiosidad que en mí despertó la reseña de Fernando Castanedo en Babelia, me pareció buena idea la de leer la novela de Luisa Castro, La segunda mujer, reciente ganadora del Premio Biblioteca Breve 2006, convocado por la editorial barcelonesa Seix Barral.
Quería comprobar, en efecto, cuál era la visión que una escritora joven tenía acerca de las relaciones amorosas (me temo que me voy quedando desfasando en este ámbito, tanto en la teoría como, sobre todo, en la práctica), de qué manera abordaba un tema clásico de la novela romántica, el de la mujer enamorada de un hombre mucho mayor que ella, y cómo trataba la evolución de esa relación en un contexto muy llamativo y de indudable actualidad (el marco social, afectivo e ideológico de la burguesía catalana contemporánea), cuyas implicaciones sociales y políticas no hace falta subrayar.
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