El título de esta reseña quizá necesite alguna aclaración para quien no ha leído el libro. No es que Jorge M. Reverte, autor de Gudari Gálvez, se haya contagiado de ese peculiar virus de la mitificación resistente y se haya convertido de la noche a la mañana en un aguerrido defensor del nacionalismo vasco. Nada más lejos de la realidad, claro está, pues el escritor nos ha entregado, con esta última entrega de la serie Gálvez, una novela abiertamente polémica y militante, cuyo objetivo son las supercherías nacionalistas, ante las cuales su criatura de ficción se comporta con una curiosa y saludable mezcla (quizás la única posible para no perder la cabeza) de desconcierto y retranca.
No estamos, sin embargo, ante la perspectiva de una novela de tesis ni ante un panfleto, sino ante una obra de ficción muy entretenida. De hecho, Gudari Gálvez puede leerse con gusto y sin necesidad de ningún tipo de anteojera ideológica, como lo que es ante todo: un relato amenísimo, a ratos tronchante, donde se pintan sucesos, paisajes y personajes perfectamente reconocibles para el lector atento a la actualidad española de los últimos años, retratados aquí con el brío, la garra y la suculenta inmediatez propios del periodista de raza.
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