Acabo de terminar Tokio Blues (Norwegian Wood), la famosísima novela del escritor japonés Haruki Murakami. En realidad, quería haber leído Kafka en la orilla, pero en la librería El Parnasillo no la tenían cuando fui a comprarla, y acabé por hacer caso de la recomendación del librero, Javier López de Muniáin, quien me aconsejó que iniciara mi experiencia lectora de Murakami con esta novela, el primer gran éxito del escritor japonés.
Seguí el consejo de mi librero, a pesar de que la sinopsis del argumento no me entusiasmaba, más bien al contrario. Tal vez con excesiva suspicacia, suelo desconfiar de las novelas protagonizadas por jóvenes, sobre todo si tratan temáticas supuestamente «juveniles». Más vale que recordé a tiempo una de las últimas novelas que he leído de tales características, la maravillosa Nunca me abandones de Kazuo Ishiguro (inglés pero de ascendencia japonesa, vaya coincidencia), porque de otro modo tal vez no me hubiera animado a comenzar Tokio Blues.
Y, la verdad, aunque sea una novela que gira en torno a la difícil adaptación al mundo de los afectos y las emociones de varios jóvenes que viven sus primeros años universitarios, la novela de Murakami tiene poco que ver con lo que convencionalmente suele identificarse con las «novelas juveniles». Hay una extraña madurez, una serenidad o peculiar equilibrio en el protagonista de este relato que lo aleja de las estridencias, las exageraciones y las vaciedades de esas novelas obsesionadas por pintar a los jóvenes contemporáneos (y no tan contemporáneos) como rebeldes desnortados o asociales.
Ya sé que voy a escribir una barbaridad, pero seguro que el fidelísmo público que lee este blog me disculpará. Todo lo que para mí tiene de antipático e incomprensible el protagonista de una novela como El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger, a mi modo de ver muy sobrevalorada (es verdad que yo la leí bastante talludito, pasados los picores de la edad, y acaso proceda de ahí mi incomprensión), lo tiene de atractivo y digno de interés un personaje como Toru Watanabe, que recorre la novela con gran dignidad, que estudia cuando puede y trabaja en lo que el mercado le deja, sin necesidad de ser un histérico o un egoísta, dando afecto y, a veces simplemente sirviendo como paño de lágrimas, a las chicas que entran y salen de su vida.
Aunque su carácter y su personalidad estén lejos de la perfección o de la solidez y el compromiso propios de la vida de adulto, Watanabe se caracteriza por una singular ecuanimidad, por la capacidad de comprender a los demás y entregarles su cariño sin perder con ello el equilibrio y la sensatez. Gran parte de la novela no es otra cosa que un conjunto de conversaciones entre Watanabe y los dos personajes más memorables de la novela, la inestable Naoko (que fue novia de Kizuki, el mejor amigo de Watanabe y uno de los suicidas que aparecen en el relato) y de Reiko, una mujer ya madura con la que Watanabe hace amistad cuando visita a Naoko en la casa de reposo donde la muchacha se repone de sus trastornos psicológicos. También otras mujeres pasan al lado de Watanabe, o entre sus brazos: Midori, una universitaria activa y dicharachera, con una penosa historia familiar a sus espaldas, y la triste y vulnerable Hatsumi, la novia de Nasagawa, una especie de aspirante a superhombre nietzscheano, al que Watanabe trata con una curiosa y distanciada admiración.
La novela está contada en forma de un largo y detallado flashback, a partir de la perspectiva de un hombre maduro (Toru Watanabe, trasunto en muchos aspectos del propio Murakami) que desde el presente de sus treinta y siete años, acuciado por el recuerdo de la canción de los Beatles que da título al libro, evoca su pasado. Esta mirada retrospectiva, inevitablemente elegíaca, tiñe todo el libro de una peculiar tonalidad emocional, con matices que abarcan desde lo trágico, por la presencia constante del leitmotiv del suicidio y el desequilibrio mental, hasta elementos de la estética posmoderna, como las referencias al mundo del jazz (por entre las páginas de la novela aparecen Bill Evans, Miles Davis, John Coltrane y tantos otros) y al pop de los sesenta, de importancia clave en la configuración de los personajes, especialmente el de Reiko.
Uno de los aspectos que probablemente explican el éxito internacional de esta novela, por otra parte muy japonesa por la finura de los detalles y la sensibilidad literaria del autor, es el medio en que se desarrolla, abrumadoramente urbano (salvo en el episodio que transcurre en el sanatorio rural donde convalece Naoko), en el que los cines, las tiendas, los bares de copas y de jazz, las residencias y comedores universitarios, las calles y paseos, los locales de comidas (estas últimas, tan importantes en la prosa de Murakami, según tengo entendido) adquieren una enorme relevancia. Curiosamente, y es uno de los aspectos de la novela que más me han gustado, este universo urbano tiene una textura poética, a veces casi lírica, muy sugestiva. No sé si se debe a la sutil atención a los detalles, o a la naturalidad y viveza con que Murakami los presenta o a la perspectiva desde la que lo contempla Toru Watanabe, pero el Tokio que pinta el novelista se hace próximo, cercano, sin que ello excluya en varios momentos una sensación muy distinta, la de una urbe gigantesca, anónima, del todo ajena a los sufrimientos y zozobras de los personajes.
También merece la pena destacar la habilidad con que Murakami construye sus extensas conversaciones, que constituyen uno de los mejores hallazgos de la novela. Los diálogos del escritor japonés, fluidos, rítmicos, en los que se entremezcla lo prosaico y lo trascendente, lo vulgar y lo elevado, lo patético y lo humorístico, forman una combinación de gran atractivo para el lector. Uno no se cansa nunca de leer estos largos diálogos que sustentan muchas de las mejores escenas de la novela, porque además de estar muy bien escritos (y muy bien traducidos por Lourdes Porta), tienen la viveza, el dinamismo y la verosimilitud que sólo logran los grandes novelistas.
Acabo de hablar de ritmo y lo cierto es que Murakami posee la agilidad y el andar ligero y de gran fluidez de un narrador de indudable talento. En Tokio Blues apenas hay acción, apenas «pasa» nada que no sea la peripecia estrictamente personal de sus personajes, y sin embargo la novela nunca se hace pesada o rutinaria, sino que destaca por lo elegante y armonioso de la narración. Puede que en ciertas ocasiones el lector eche en falta una mayor variedad de tonos o un mayor vuelo imaginativo (si ése es todo el reproche que cabe hacer al Murakami de esta novela, léase Kafka en la orilla, de la que ya llevo casi doscientas páginas deliciosas), pero la emoción de la mayor parte de los pasajes, siempre sincera y transparente, y el humor delicado de otros muchos (a pesar de lo triste de numerosos episodios es una novela que a mí me ha resultado más bien risueña y positiva), contribuyen a sostener la tensión interna del relato.
No me extraña el éxito de Tokio Blues y de la narrativa de Haruki Murakami. Tal vez ésta no sea una novela sublime, pero tiene algo que engancha: una especie de ensimismamiento de los personajes, que parecen vagar por el Tokio de la novela sin padres, casi sin familias, con pocos amigos, reconcentrados en una suerte de abstracción de los sentimientos y las pasiones que respira modernidad sin perder al mismo tiempo su esencia intemporal. Leyendo Tokio Blues no pude resistirme a traer a la imaginación los recuerdos del episodio tokiota de Babel, de Alejandro González Iñárritu, que tiene algo (o mucho) de la peculiar atmósfera murakamiana. Ahora bien, hay una calidez, una emoción y un elegante patetismo en Tokio Blues que yo no sentí en Babel, y que son los que compensan la enorme distancia cultural que media entre las experiencias de los jóvenes japoneses de finales de los años sesenta y las del lector europeo contemporáneo.
Una distancia cultural que, de forma muy llamativa, no parece tan grande en varios episodios. Por mucho que Murakami sea, como suele señalarse, uno de los novelistas japoneses contemporáneos más occidentalizados, resultan muy curiosos para el lector occidental (o, al menos, para mí) determinados aspectos de la vida japonesa, como la escasa ritualización que se observa en las conductas de sus personajes, o la libertad con que se acercan a experiencias afectivas y sexuales que probablemente siguen siendo problemáticas para los jóvenes españoles de ahora mismo, y mucho más para sus pares en la España del otoño de 1969, cuando comienza la novela. Hay, incluso, alguna coincidencia verdaderamente singular entre Tokio Blues y la cultura popular occidental, como pone de relieve la siguiente declaración de Midori:
-En una caja de galletas hay muchas clases distintas de galletas. Algunas te gustan y otras no. Al principio te comes las que te gustan, y al final sólo quedan las que no te gustan. Pues yo, cuando lo estoy pasando mal, siempre pienso: «Tengo que acabar con esto cuanto antes y ya vendrán tiempos mejores. Porque la vida es como una caja de galletas» (p. 330).
Cualquiera diría que este es un ejemplo de una peculiar gramática parda extraída de la famosa escena de la caja de bombones de Forrest Gump. Pues no, en todo caso al revés, porque la película de Robert Zemeckis es de 1990, y la novela de Murakami de 1987.
No faltan obviedades de este estilo en Tokio Blues, pero tampoco episodios de una emotiva sentimentalidad, como el encuentro final entre Reiko y Watanabe, en el que ambos recuerdan a su amiga Naoko con una interminable lista de temas musicales que es toda una antología del pop occidental. El episodio, hermosísimo, termina con la despedida de Reiko:
-Sé feliz -dijo Reiko en el momento de separarnos-. Ya te he dado todos los consejos que podía ofrecerte. No me queda nada que decir. Sólo que seas feliz. Te deseo la parte de felicidad que le correspondía a Naoko, y también la mía (p. 382).
Haruki Murakami, Tokio Blues (Norwegian Wood), Barcelona, Tusquets Editores (Col. «Andanzas», 575), 2006 (11ª ed.), 383 páginas.
En la reseña de una novela como ésta no podía faltar la cita musical. Y, claro está, tenía que ser la de «Norwegian Wood», el tema de los Beatles, que invoco aquí en la versión remasterizada del disco Rubber Soul.
Kaplan dice
Tenía curiosidad por conocer la reacción de todos esos lectores que se han avalanzado sobre Kafka en la orilla debido a cuánto les gustó Tokyo Blues. Dado que ésta es su única novela realista y Kafka, al igual que el resto de su obra, pertenece al género fantástico, me esperaba un desencanto generalizado. Sin embargo, todas esas bondades que mencionas con las que cuenta el Murakami escritor parecen haberse impuesto. Lo que prueba, una vez más, que si el lector medio no se acerca más al fantástico es más por una falta de calidad que por razones intrínsecas.
Eduardo Larequi dice
No creo que lo digas por mí, Kaplan, porque soy devoto de los géneros de la imaginación desde mi más tierna infancia.
La buena literatura es buena literatura con independencia del género, y lo mismo cabe decir de la mala. Yo no veo sustanciales diferencias entre Tokio Blues y Kafka en la orilla, porque más allá de las diferencias genéricas está el genio del autor.
Por cierto, como todavía no he acabado Kafka en la orilla no estoy en condiciones de discutir el caso, pero creo que sería muy interesante analizar si esta novela es fantástica o no. Prometo alguna reflexión al respecto cuando publique la reseña.
Glez.-Serna dice
Me han entrado unas ganas tremendas de leer ambas novelas. Las colocaré en mi pila de libros por leer.
En lo referente a Salinger me está pasando lo contrario que a ti. Yo leí El guardián hace ya muchos años y no me aportó gran cosa, casi la tenía olvidada, sin embargo este curso hemos puesto la novela como lectura recomendada, la estamos leyendo en clase y le estoy encontrando un no sé qué la mar de interesante: el mundo de lo adulto en el que no encaja Holden y el de la infancia perdida y ya imposible de recuperar, el museo de Historia Natural, el hotel de los pervertidos, la mediocridad… Es cierto que la novela es muy básica y que el protagonista puede llegar a ser algo cargante, pero tiene ese algo de lucha entre la realidad y el deseo…
Kaplan dice
No, no lo decía por ti, que ya sé de tu gusto por el género. Me refería al lector general. En cuanto a si pertenece o no al fantástico, es indudable que sí. Cuando lo acabes me darás la razón.
Por cierto, que cuento a El guardián entre el centeno entre mis novelas favoritas. Sólo siento no haberlo leído en mi juventud, porque tiene que ser explosivo a esas edades. Es una novela abierta a interpretaciones y que cambia según los años que tengas. Hay mucho más que ese superficial «jo» en su trama.
Eduardo Larequi dice
Ya sabía yo que la referencia a El guardián entre el centeno iba a traer cola. De hecho, la he incluido con un afán provocativo bastante evidente. Admito que mi posición es bastante maximalista y muy subjetiva, de modo que no voy a esforzarme en discutirla. Ahora bien, quizás merezca la pena precisar sobre la comparación implícita con Tokio Blues, sobre cuyo valor literario no conviene exagerar: es una buena novela, emotiva y a veces entrañable, pero en modo alguno ese monumento literario que algunos se han empeñado en levantar.
Advertido dice
Buf, por fin conozco a alguien que opina que «El guardián en el centeno» es un pestiño.
«Norwegian wood» me parece un título infinitamente más hermoso que «Tokio blues».
Lo apunto en la lista de libros pendientes.
Eduardo Larequi dice
Tanto como un pestiño…, quizás sea un poco excesivo el sustantivo. Ahora bien, cuando yo leí El guardián entre el centeno no encontré lo sublime del libro por ninguna parte.
Gracias por pasarte por la guarida del Tigre, Advertido.
corsaria dice
Estuve a un tris de sacar esa novela de la biblioteca. Al final me decidí por una de Yiyun Li. :-)
Avahal dice
Murakami es una joya. Leed todos sus libros, esperad las traducciones. Qué más da lo que digan. Tengo por costumbre fiarme de las críticas buenas, entusiastas, y no de las negativas.
Es verdad que el guardian entre el centeno me dejó totalmente frío y considero que está sobrevalorada al máximo (si alguien la valora). Pero si escuchara decir esto mismo a otra persona no le haría ningún caso (de hecho hasta dudo de mi mismo).
No leo autores vivos, así que tened fe. Murakami es una joya.
A.
Eduardo Larequi dice
Después de Tokio Blues pasé a Kafka en la orilla, que me gustó, pero no tanto como había pensado. De todas formas, tomo nota de tus sugerencias, Avahal.
anita dice
Tengo 28 años. Leí hace mucho tiempo, cuando no se me habían pasado los picores, «El guardián entre el centeno». Nos la leimos un grupo de unos 5 amigos. A ninguno nos gustó, no la entendimos. Estuve toda la novela en espera de que algo sucediera… porque algo tenía que suceder… pero no sucedía nada. A mi juicio, está muy pero muy sobrevalorada.
En cuanto a «Tokio blues», la empecé ayer y la finalizaré esta noche. Una delicia.
Eduardo Larequi dice
Me alegro de que coincidamos, Anita, y que disfrutes a Murakami hasta el final.
brigate dice
Ah!, me ha sorprendido ver que has recordado Babel con ciertas partes de Tokio Blues, amí también!!
Esta noche trminé de leerla a las 3 y pico de la mañana, estoy muerta, y cuando me he despertado me he dado cuenta de este parelelismo. Para mi es un misterio inmenso saber que tienen los japoneses en la cabeza para suicidarse tanto.
Te confieso que amí se me ha hecho más pesada la primera parte, la segunda, con Midori de por medio ha estado mucho mejor.
http://www.brigate.blogspot.com
Eduardo Larequi dice
Veo por tu blog, Brigate, que eres toda una fan de Murakami, y de la selección española de baloncesto. Qué pena de final.
Tal vez los japoneses se suiciden tanto, como tú dices, porque en su cultura no existen las prevenciones religiosas que tanto influyen en la nuestra. Además, ahí están todas las tradiciones del bushido, de los samuráis, de los kamikazes.
brigate dice
ah puede ser…si me he hecho fan, pero voy a dejar un tiempo antes de seguir leyendo más de él. Se me mezclaron los tres libros jajaj
http://www.brigate.blogspot.com
julian bluff dice
Más sobre Murakami -¿es Murakami un tramposo?- en el blog de…
«el_clavadista_solitario»
Manel dice
He disfrutado con tu análisis de Toquio Blues. Gracias
Jose dice
Hola:
Me lo acabo de leer. Magnífico análisis del libro. Lo he recomendado para regalar, y leer, en este día del libro (23 Abril).
Gracias y ¡enhorabuena por el blog!
re dice
Creo que la inmadurez literaria y personal se traduce en esta novela. Lo siento por las mujeres japonesas ( y por las que no lo son y disfrutan con este tipo de novela). No cabe comparación con ninguna novela. Hacía tiempo que no leía nada tan malo.
El principio tiene pase y por eso uno intenta leerla , pero poco a poco se va convirtiendo en algo insufrible.
Hay gustos para todo.
Raquel dice
Hola, a todos!
A mí también me ha encantado tokio Blues. Es deliciosa. Y como bien decís, no pasa «nada» pero pasa de «todo». Los lugares muy bien descritos. Sé de qué hablo. He vivido allí. También me recordó a el guardián entre el centeno.
Os recomiendo una novela también de un japonés, de Yasunari Kawabata, premio Nobel de literatura, «Lo bello y lo triste». Me encantó.
Besos
Avahal dice
–> re La inmadurez se demuestra generalmente en los comentarios vertidos en los blogs, Mr Re. Cuando los devoradores de libros leen, disfrutan. Si no disfrutas es posible que no sea su vicio…recomiendo en este caso el seguimiento de alguna serie diaria…o lo que es lo mismo, hay gustos para todo, incluso para el mal gusto.
–> Raquel Y aunque no comparto la idea del guardian del centeno, es verdad que el estilo sigue recordando a Kawabata, y me gusta prestar lo bello y lo triste!! (ese acercamiento del sentimiento japonés a occidente). ¿Nos recomiendas algo más? Ahora mismo estaba con Soseki y es muy recomendable.
;)
A.
clau dice
Acabo de regresar de Tokyo. La novela me ha conmovido profundamente, y me ha instalado en una nostalgia que no sabia ni creía tener.
Al leer los comentarios de este blog, entiendo que esto no nada mas me sucede a mí.
Gracoas
asacrebor dice
Tengo 16 años y seguramente (estoy más que seguro) no tengo la experiencia que teneis vosotros pero este libro me a dado muchas sorpresas la mayoria de ellas por la sinceridad de todos los personajes.
Me absorbio completamente, termine saltandome la comida y lo acabe en un solo dia…
Por cierto ¿alguien sabe por que el dedo corazon es el mas largo de todos en las manos y en los pies no?
Vanuca dice
A mi la novela no me parece ni siquiera buena. La tacharia de mediocre. Es la primera y la ultima de él que leo.
Tambien sentia curiosidad por Kafka en la orilla, pero dejaré pasar de largo dicha curiosidad.
Una novela de buen principio que pierde mucha fluidez conforme avanza.
Se aleja de los necesario para adentrarse en lo banal.
En mi opinion recae en esa mania de ciertos escritores de hacer largas la novelas breves.
Mucho relleno que estropea una historia, que sin duda alguna, prometía.
Carlos dice
Hola!
Acabo de terminar Tokio Blues. Y lo primero que encontrè en la web fue tu blog. Genial comentario de la novela.
Me pareció una historia impactante. Al principio no le di mucho crédito, pero a medida que fui avanzando con el texto, quedé cautivado. Hace tiempo que una novela no me atrapaba. Es mágica por ser sincera. Es intensa por ser real. Y lo mejor, aunque no se si peor, gusta porque confronta con lo mejor y lo peor de uno mismo. La construcción de los personajes, las acciones, los diálogos y las descripciones de una ciudad llena de soledad, de búsqueda, de hambre y de sed. Reflejo del ayer y de hoy.
Mucha felicidades por el blog tambièn.
Saludos
Eduardo Larequi dice
Se ve que Tokio Blues desata pasiones encontradas, Vanuca y Carlos. Parece que somos mayoría los que disfrutamos de la novela, pero hay también bastante gente a la que le parece un bluff. En todo caso, gracias a los dos por compartir vuestras impresiones, y a Carlos por los elogios hacia el blog.
anxo dice
Hola: disfruté leyendo Tokio Blues y acto seguido continué con Kafka en la orilla, y con este libro me encantó la primera mitad de el, pero conforme avanzaba con el me fue decepcionando, y no me pareció estar a la altura de la primera parte.
Saludos
Anxo
Eduardo Larequi dice
A mí me pasó algo muy parecido, Anxo. No es que me decepcionara, es que me dio la sensación de que la novela se hacía un lío consigo misma.
anxo dice
Hola: Si me gustan los libros de Murakami y Auster, ¿me podriais recomendar otros escritores o libros de ese estilo?.
Gracias
Eduardo Larequi dice
Los vericuetos de la sentimentalidad dan para mucho, Anxo. Aunque su registro es algo más convencional, y no tiene los curiosos elementos fantásticos o metaficcionales de Murakami o Auster, tal vez te guste la francesa Anna Gavalda.
anxo dice
Eduardo: gracias por tus respuestas y respecto a la sugerencia de Anna Gavalda estuve hace unos meses a punto de leer su obra en gallego «Xuntos e máis nada» (juntos, nada más), igual cuando acabe con ABDUL BASHUR, SOÑADOR DE NAVIOS de Alvaro Mutis, pruebo.
Saludos
Marcela dice
me encanta tokio blues, lo mejor son sus personajes.
aunque cuando describe situaciones sexuales no puedo evitar hayarle gracia XD ( todas las mujeres con las que se topa son demasiado deshinibidas) pero bueno haya con las fantasias del autor.
tengo 17 y hay cosas del libro que te identifican tanto! son esos sentimientos a los que no logras darles nombre y murakami lo consigue. lo he leido dos veces, la primera no le halle gracia (yo esperaba accion) pero cuando la relei me parecio fantastica.
pero hay algo que todavia no comprendo: el final. ¿cuando llama a midori, despues de que se despide de reiko o desde donde comienza a recordarlo todo?
esa es mi gran duda, espero que alguien la responda.
bye!
anali dice
esta es la roxima novela de murakami que pienso leer despues de kafca en la orilla quede media desorientada pero la manera en que escribe me llevo a leerla toda sin pedirle ningun tipo de expliccion, acabo de terminar al sur de la frontera al oeste del sol y lo recomiendo porque me parecio increible, lo disfrute desde la primera hasta la ultima pagina. volvere por aqui en cuanto termine tokio blues y lescuento que me parecio
Elisa dice
A la mitad de la lectura de la novela, que llevaba varios meses reposando en una estantería, decidí asomarme a recordar lo que habías escrito sobre ella. Como siempre tu reseña amplía y ayuda a profundizar la lectura, pero lo que más me ha sorprendido son los interesantísimos comentarios de estos visitantes no habituales en tu blog. Desde luego es cierto que despierta pasiones encontradas. A mí me está gustando, pero, como también me ocurre con algunas novelas de Auster, la encuentro algo fría, no termina de emocionarme.
Eduardo Larequi dice
Yo creo que es una frialdad deliberada, una especie de restricción o pudor (muy japonés, por cierto) ante lo trágico o lo patético. Coincido contigo en que el efecto final es un poco extraño, por llamarlo de alguna manera, pero a mí me gusta mucho, me parece muy singular.
Lo mejor de todo, Elisa, es volver a tenerte por aquí. Como ya te he dicho en Actimoliner, geniales los tetrástrofos monorrimos alejandrinos.
Elisa dice
Pues una vez terminada, tengo que rectificar, creo que el personaje de Naoko no me atraía demasiado, pero cuando son Reiko y Midori las que toman protagonismo la novela se vuelve hipnotizante. ¡Qué maravillosos personajes! Por circunstancias personales, a ver por qué si no, me ha gustado especialmente la parte en que Midori y Watanabe cuidan del padre de la primera y las reflexiones de Midori al respecto.
Se la he pasado a mi hija, creo que le gustará, es una buena novela para los dieciocho.
Eduardo Larequi dice
Me alegro mucho de que te haya gustado, Elisa. Curiosamente, a mí la novela se me hizo más gustosa al principio que al final. Pero, como tu muy bien señalas, cada lector tiene tras de sí su propia vida y sus circunstancias a la hora de la lectura. Seguro que a tu hija también le gustará, porque es un libro estupendo para los dieciocho años, al igual que After Dark.
Vermileon dice
Recientemente terminé la lectura de “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo”, he esperado unos días antes de hacer mi comentario, lo suficiente para que su efecto pudiera salir de mi organismo, aún así solo puedo calificarla de asombrosa y genial.
Es curioso como llegué a este libro. Todo comenzó en una visita rápida a la librería, buscando algo nuevo que leer( y con nuevo me refiero a literatura contemporánea ya que todos mis otros libros pendientes eran clásicos) me encontré con Tokio Blues( Norwegian Wood) de Haruki Murakami. A pesar de no conocer ni libro, ni autor, me hizo gracia y me lo compré, me lo llevé y lo devoré. Rápidamente se convirtió en mi favorito. Normalmente no tengo mucho tiempo para leer debido al trabajo, pero no me duró ni una semana. Al terminarlo no pude contenerme y lo volví a leer de nuevo en 3 días. Su estilo de narrar, lleno de referencias a la cultura popular y descripciones concisas de actos banales y cotidianos, te envuelve lentamente hasta que te sientes enganchado a sus personajes y angustiado por cual será su destino. Normalmente adivino por donde va a ir la trama de un libro, lo cual me lo estropea un poco, pero con Murakami nunca puedes estar seguro de lo que pasará después, o de cómo pasará. Y no es porque se trate de personajes desequilibrados o estrafalarios, que los hay, sino que, al igual que en el mundo real, uno no puede predecir hacia donde te llevará la suerte y que además hay cosas que escapan a nuestro control. No sé, me sentí agradecido de que alguien hubiera escrito algo así.
En consecuencia volví a ir a la librería y me compre todos los libros que tenían allí de Murakami, me los llevé a casa y los dejé apilados en mi estantería de lectura pendiente. Un autor tan bueno hay que dosificarlo, pensé. Y así quedó la cosa.
Algún tiempo después estaba yo de compras por otras cosas, cuando al pasar por otra librería me encontré con un nuevo libro de este autor, “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo” y me lo compré. Un libro más de Murakami no me matará, me dije.
A diferencia de los otros libros este lo coloqué en el cajón de mi mesilla, a falta de otro sitio. Una noche esperando a que me viniera el sueño quise leer un poco y no teniendo a mano el libro del que me ocupaba esos días agarré este. Leí tres capítulos y me interesó, así que decidí turnarme, durante los ratos del día leería otros libros y a este le dedicaría las noches. Su estructura en capítulos cortos y diferenciados( fue publicado originalmente por entregas) lo facilitaba. Además tenía unas 900 paginas, había lectura para rato.
O eso creí. Sin darme cuenta las noches me cundían más que los días. Al ver que había superado la mitad del libro mi idea inicial se convirtió en norma. Me obligué a mí mismo a leer otros libros, noté que me estaba obsesionando, siempre quería leer otro capítulo más, no era sano. Esa historia ficticia despertaba en mi todo tipo de emociones, como no me había pasado nunca con un libro. No sé si me identificaba con el personaje protagonista o con todos a la vez. El caso es que cuando me quedaban unas 50 páginas me encontraba en una tensión enorme, tanto era así que me resistía a acabarlo. Temía que el autor no fuera capaz de terminar toda la historia en el trozo que faltaba, que no le hubiera puesto un final o que hubiese elegido uno abrupto o facilón. Tras un par de días de vacilación me decidí, casi puedo decir que me temblaban las manos mientras lo acababa y me vi tentado de lanzarlo por el aire un par de veces. Lo único que puedo añadir es que para bien o para mal el libro tiene el final que debía tener. Y esta es una ilusión que se consigue crear cuando una historia esta bien contada.
No voy a resumir el libro, si os interesa seguro que encontrareis una buena sinopsis por hay. Como ayudita diré que el libro se inicia con una misteriosa llamada de teléfono de una mujer desconocida a nuestro protagonista, Toru Okada. Luego nos enteramos de que Toru está en paro, o mejor dicho ha dejado su trabajo y no sabe que quiere hacer con su vida. Su mujer le mantiene. La familia de su mujer con la que no mantienen buenas relaciones es rica y poderosa. El matrimonio tiene otro problema, han perdido a su gato, el cual representa mucho para la mujer. Mientras Toru lo busca por el barrio su mujer decide recurrir a una especie de médium. Y esto es solo el principio…
Por supuesto recomiendo el libro a cualquiera, pero no soy muy objetivo al respecto, me temo que me he convertido en un fan del maestro Murakami. Comprendo que haya quien crea que la emoción que me produjo fuera fruto de mi propia predisposición o imaginación y no mérito del libro. Asimismo señalar que hay muchas referencias a hechos que cabe definir como paranormales y una continua corriente entre el mundo onírico y la realidad. Si estas dos cosas te asustan tal vez el libro no es para ti.
Personalmente me parece que el libro pega un bajón en la tercera parte, supongo que mantener la tensión sería imposible, pero se recupera con la inclusión de un nuevo personaje( Ushikawa) hasta derivar en el mencionado emocionante final.
Supongo que como al maestro Murakami le gusta tanto la cultura popular( se nota por sus continuas referencias musicales) no le importará que diga que este libro gustará al mismo tipo de gente que ve perdidos( Murakami es fan de la serie) o películas como Mulholland drive.
Eduardo Larequi dice
Magnífico comentario, Vermileon. Sólo por este tipo de intervenciones queda justificado el trabajo cotidiano en el blog.
Anoto en mi lista de obras pendientes la Crónica del pájaro que da cuerda al mundo. Me han hablado muy bien de esta novela, y tu comentario es el estímulo que necesitaba para hincarle el diente.
Vermileon dice
Al Sr. Larequi:
Me alegro de que te gustase mi comentario, sinceramente creí que siendo tan largo nadie se molestaría en leerlo. Siento haberme explayado tanto pero necesitaba sincerarme en algún sitio.
A mí también me gustó tu comentario de Tokio Blues. De hecho aterricé en tu página poniendo el nombre en el buscador.
Estoy de acuerdo con tu opinión sobre «el guardian entre el centeno», me parece muy sobrevalorado.Yo lo leí a los quince y si a esa edad no me hizo efecto…, en fin. No entiendo que los americanos lo consideren principalmente un texto cómico, no le encontré la gracia. Será culpa mía.
Todavía no he podido hacerme con After Dark, pero lo estoy deseando. He estado buscando el libro de Ishiguro por ahí pero no ha habido suerte. Por favor sigue recomendando buenos libros de orientales y en general.
A los demás os recomiendo que descubráis a Murakami, merece la pena.
anxo dice
Hola: me acabo de enterar que el miércoles 11 de marzo de 2009 (mañana) va a estar Murakami en Santiago presentando su última novela, me apetece mucho ir, pero me resulta imposible, a la mayoría de los que andais por este blog me imagino que os pillará algo lejos, pero por si acaso os interesa pongo el enlace: http://www.elpais.com/articulo/Galicia/Murakami/presentara/sua/ultima/novela/Santiago/elpepuespgal/20090306elpgal_21/Tes
Saludos
Eduardo Larequi dice
Acabo de leer en El País la crónica de la estancia de Murakami en Santiago. Gracias por el aviso, Anxo, y por visitar la guarida del Tigre.
peterete dice
La verdad es que me llama, poderosamente la atención las alabanzas a esta novela, a poco de empezar ya me parecio, excesivamente descriptiva, hasta infatil diría, pretende ser atrevida o erotica y no pasa de ser vulgar y chabacana, no hay un hilo conductor entre el principio y el fin, (avion, Alemania, canción..??), el personaje de Naoko me parece inconcluso, algo falta, es mas toma mas relevancia Reiko que Naoko, que aparece al final del relato, en definitiva y como reconocio su propio en una nota que lei en internet, «Fue un experimento», ya lo creo.
Eduardo Larequi dice
Algo de razón tienes, Peterete, porque Murakami puede resultar muy desconcertante en su forma de manejar la estructura del relato y en la mezcla de elementos culturales y sentimentales. Con todo, yo sigo pensando que sus novelas tienen un atractivo indiscutible, especialmente para ciertos lectores.
Alberto Sanchez dice
Terminé hace pocos días Tokio Blues, y lo que puedo decir, respetando por supuesto todas las opiniones de los demás, es que se trata de una novela que se desinfla conforme va avanzando. Sí me gustaron muchos pasajes por su lírica y la sutileza con que estaban escritos, pero los diálogos me parecen muy artificiosos la mayoría, y vacíos de contenido. El autor se entretiene llenando las páginas de paja, y yo terminaba leyéndolas aprisa para llegar a pasajes más cruciales. Quizás los japoneses son distintos, pero yo jamás he hablado, ni he conocido a ninguna chica que hable como los protagonistas de la obra. Holden Cauldfield, de «El guardián entre el centeno» me parece mucho más real, pese a su comportamiento. También me sucedió que a cada página que pasaba me caía peor Toru Watanabe, con todas sus ñoñerías, su tendencia a hacerse preguntas absurdas, su negativa a acostarse con muchas chicas por fidelidad a un amor no correspondido, y su afición a hacer la colada y planchar las camisas. Supongo que todo es cuestión de gustos, y Murakami muy probablemente se merezca su éxito y reconocimiento, pero creo que tardaré mucho en tratar de meterme en otra novela suya.
Elena dice
He entrado varias veces en tu blog a leer tus reseñas, que me parecen magníficas, de lo mejor que he encontrado en la red. Pero es la primera vez que te dejo un comentario. Acabo de terminar de leer Tokio Blues y, aunque no me ha llenado tanto como las otras novelas que he leído de Murakami (Kafka en la orilla y Al sur de la frontera, al oeste del sol), coincido casi plenamente en lo que comentas en tu reseña. Es una novela más dramática y con una atmósfera más oscura que las anteriores, pero sigue siendo el estilo Murakami en estilo puro, y de ahí que sea más que recomendable. Una novela juvenil que escapa de convencionalismos y nos presenta a unos personajes que intentan sobrevivir entre el cúmulo de dificultades que les rodean.
Un saludo
Eduardo Larequi dice
Gracias por los elogios, Elena. A ver cuándo recupero el tono y la actitud reseñistas, que en los últimos tiempos se me resisten.
pepé dice
Paso esta reseña en mi blog (pasate por el) ya que no podría escribir algo mejor acerca de esta novela, llegue recien a tu blog y llegue recien a Murakami, perdon…
pero aqui va entonces la carta a Naoko, espero que no sea tarde
Eduardo Larequi dice
Muchas gracias por la cita, Pepé, y muy bonita tu carta a Naoko.
merric dice
Y otra vez mas, me hayo perdido en el universo de Murakami, ensimismado, disfrutando el sabor de cada pagina, llenandome para sentirme cada vez mas hambriento, reabriendo viejas heridas que hoy se perciben con dulzura.
Mas que un libro, que una historia, es un pequeño parentesis alejado de todo, un refugio, en el que de pronto y sin esperarlo se descubre un radiante candor que lo llena todo de una imperiosa necesidad de dar.
Y al final todo se condensa en una lagrima y una sonrisa mientras paladeo la deliciosa sensacion de poder rememorar sin buscar explicaciones entre los cimientos mas inestables de mi memoria.
Y aunque en parte, sienta una pequeña punzada de celos, me alegro de la creciente popularidad de Murakami (y mas en cuanto estrenen la pelicula).
Eduardo Larequi dice
No sabía nada de la película, Merric. Indagaré sobre ella.
3 Mares dice
Un amigo me recomendó leer este libro porque uno de los personajes le hacía acordar a mí (no sé si esto es bueno o malo :)). La cuestión es que me despertó una gran intriga y ahora es mucho mayor cuando leo tu blog: los comentarios, las pasiones que desata, el amor, la tristeza, la búsqueda, las imágenes. Gracias. Es un gran empujón para correr a la librería y animarme. Prometo mis comentarios una vez que lo lea.
Eduardo Larequi dice
Adelante, 3 Mares, me alegro mucho de que el blog te haya animado a leer a Murakami. Espero tus comentarios.
merric dice
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Tokio/Blues/Murakami/cine/elpepucul/20080731elpepucul_3/Tes
Aqui podeis ver lo que publico el pais sobre la pelicula, la protagonista sera la japonesa de Babel.
Eduardo Larequi dice
Eso es lo mismo que encontré yo cuando busqué información. No obstante, gracias por el apunte, Merric.
Edurne dice
Felicidades por el blog. Recién terminado Tokio Blues, he leído tu magnífico comentario. Es la única obra que he leído de este autor y me ha encantado. Podría decir muchas cosas y repetir algunas de las ya comentadas por otros lectores. En cuanto a la historia y los personajes, me ha emocionado el respeto y la generosidad con la que Watanabe trata a las mujeres. En cuanto al estilo, me ha gustado el desenfado de los diálogos, a base de frases cortas, sí, concisas, lacónicas…, pero llenas de sinceridad. Tú lo has dicho mejor: «emoción sincera y transparente», «humor delicado», una novela «risueña y positiva». Totalmente de acuerdo, tanto que a partir de ahora seguiré tus recomendaciones literarias. Saludos
Eduardo Larequi dice
Muchas gracias, Edurne, por tu atención e interés. Comentarios como el tuyo me animan a persistir en el esfuerzo reseñista. Por cierto, aunque no creo que escriba la crítica de la novela, te recomiendo vivamente Las hermanas Grimes, de Robert Yates (el mismo autor que Vía Revolucionaria, de la que se hizo hace poco una estupenda adaptación cinematográfica, que comenté en este mismo blog). Una novela muy triste y amarga, pero una historia espléndida de mujeres que no logran la felicidad, y que apenas entienden la vida que pasa ante sus ojos.
hoeman dice
A mí este libro me ha puesto los pelos de punta. Tú nombras Babel, a mi me recuerda a Lost in Translation, no en la trama (algo secundario en mi opinión), sino en la esencia. No importa lo que cuenta, sino cómo lo hace, y lo que muestra.
Por cierto, tu crítica me parece de sobresaliente. Se me ha vuelto a poner la piel de gallina.
Eduardo Larequi dice
Gracias por la visita a la guarida del Tigre, Hoeman, y sobre todo por los elogios. Son el mejor estímulo para seguir escribiendo sobre las cosas que me gustan.
RominaB dice
Gracias!! Acabo de leer en tu comentario un resumen de lo mismo que me paso a mi con este libro y el escritor. Muy buenas observaciones las tuyas o al menos coinciden exacto con las mias. Tokio blues es una hermosa historia. Transmite tranquilidad, sensatez, tolerancia y comprencion a la vez que cuenta hechos tan conmovedores como intrascendentes con la misma sintonia.
Uno de esos libros que solo llegan recomendados desde el entusiasmo sincero.
Quiero leer recomendaciones de otros libros ;)
Saludos
Eduardo Larequi dice
De Haruki Murakami yo he leído otras dos novelas: After Dark, que reseñé en este mismo blog, y Kafka en la orilla. Las dos me gustaron mucho, aunque la segunda es bastante desconcertante, y a veces difícil de leer.
eduardo dice
Hola que tal, acabo de terrminar de leer el libro y la verdad esque me gusto muchisimo y mas aun despues de esuchar la cancion, lo que no entendi fue el final, seria genial que mepudieras dar tu punto de vista..?
Eduardo Larequi dice
Si quieres que te diga la verdad, Eduardo, ya no me acuerdo del final de Tokio Blues. Espero que algún lector más reciente y más fresco que yo te pueda ayudar.
Sandra dice
Acabo de leerla, y tienes razón en donde dices: no es una novela sublime. Para quienes quedamos extasiados con Crónica del pájaro que da cuerda al mundo… esto ha sido algo decepcionante.
Eduardo Larequi dice
No conozco la novela que citas, pero me la han recomendado varias veces, y está en la lista de los títulos pendientes. Gracias por el comentario, Sandra, y feliz año 2012.
Natalie dice
En tres días lei este libro que con tanta recomendación compre. Lo encontré realmente muy bueno, más allá de las diferentes criticas que cada uno le propine, no podemos negar que atrapa. Cualquier libro que lo consiga, tiene mi atención y respeto. Murakami tiene una narrativa interesante, lo suficientemente tentadora como para abstraer al lector que en breve se ve caminando por las calles de tokio y riendo hasta con las anécdotas de «Tropa de asalto».
De los personajes que más me atrajeron, esta la noble y luchadora Midori, tan desconcertante con sus diálogos como con su apariencia. Una chica singular que gana simpatía de entrada.
Naoko me pareció realmente perturbadora hasta el hartazgo, supongo que no había otro final para ella.
Lo que si, no me ha quedado del todo claro el final, no termino de entender si todo ha sido un simple flashback o Watanabe tan solo termina la historia en la misma linea temporal llamando a Midori como el final de broche para una historia tan amarga.
En fin, supongo que hasta en la ultima hoja Murakami nos tiene de las narices para hacer de nosotros unos caminantes inciertos pero atraídos por su historia.
Saludos.
N.
Eduardo Larequi dice
Aunque haya tardado demasiado en responderte, quiero darte las gracias por el comentario, Natalia.
Erika Ramos dice
Acabe de leer Tokio Blues, y la verdad me pareció una lectura muy oscura… llena de tristeza y vacío, tenía demasiadas expectativas, y, me desilusionó… pareciera una lectura para adolescentes y jóvenes, pero solo les dejaría el deseo de imitar a los protagonistas que solo pensaban en el suicidio, acostarse con muchas mujeres y pasársela todo el tiempo bebiendo whisky… Tiene unos pasajes muy interesante y que cautivaban toda mi atención, pero se rompía la magia cuando iniciaban las conversaciones poco reales entre los actores.
Eduardo Larequi dice
Muchas gracias por tu opinión, Erika.