El 21 de marzo publiqué una entrada, Un blog que abusa del trabajo ajeno, donde me quejaba, en tono bastante desabrido (sí, la irritación no es buena consejera), de lo que consideré una utilización abusiva de uno de los artículos de La Bitácora del Tigre. Esa entrada recibió comentarios favorables y también críticas, a los que contesté en ambos casos. Hasta la fecha no había tenido noticia de ninguna reacción por parte de quien había copiado mi entrada, pero finalmente ha llegado, tal como puede verse en el comentario de JPe, autor del blog Retrópolis.
La intervención de JPe me ha hecho recapacitar sobre algunos aspectos de mi comportamiento público como autor de blogs (que, por cierto, no se distinguen demasiado de los que caracterizan al Eduardo Larequi de carne y hueso). En concreto, sobre mi tendencia a dejarme llevar por el mal genio y la irritación, y no consultar con la almohada las reacciones viscerales que esos defectos de mi carácter provocan.
No es que me retracte de los argumentos que en su momento utilicé, porque sigo considerándolos bien fundados, pero algunas expresiones, algunos sarcasmos, algunos juicios de intenciones, estaban de más. Por eso creo que es de justicia formular un ofrecimiento público de excusas a JPe en aquello que pudo haberle resultado ofensivo. Lo he hecho ya en un comentario a la citada entrada de La Bitácora del Tigre y en otro comentario publicado a la entrada que sobre este asunto ha escrito JPe en Retrópolis (por cierto, en esta segunda intervención no figura mi nombre, descortesía que se explica por mi impericia a la hora de comentar en un blog de Windows Live Spaces), pero creo que es justo reiterarlo aquí.
Es verdad que la reparación llega mucho tiempo después del exabrupto, pero mejor tarde que nunca. Además, creo que de sus comentarios en mi blog y del tono general del suyo puede desprenderse que no existió ninguna mala intención en la copia de mi artículo.
Finalmente, creo que de este caso polémico se pueden extraer ciertas enseñanzas: las peligrosas consecuencias de no leer la letra pequeña de ciertos contratos habituales en la blogosfera (me refiero, claro está a las licencias Creative Commons, bastante más estrictas de lo que suele suponerse), los excesos a que puede conducir una reacción no suficientemente meditada, el buen ejemplo que presenta al público la discrepancia educada y el intercambio civilizado de razones y, finalmente, los beneficios que obtienen mutuamente quienes son capaces de ofrecer y aceptar disculpas.
Tendré que esforzarme por no volver a las andadas, porque tengo un genio vivo y susceptible (por algo figura la piel de tigre en la cabecera del blog). En todo caso, y como sé que es muy difícil desprenderse de la propia piel, estaré muy agradecido a los lectores de La Bitácora del Tigre que me adviertan de algún salida de tono pasada, presente o futura.
corsaria dice
Bueno, yo creo que hablando se entiende la gente. Lo que me maravilla es la escrupulosa educación de JPe para abordar el tema. Otros hubieran montando un buen follón y al final la casa sin barrer. ;)
Creo que obrando de buena fe, pienso que es el caso, tampoco hay que ser tan estrictos con las licencias. Sino al final este será el imperio de los leguleyos y no del intercambio de contenidos, opiniones y pareceres.
Es más la propia licencia lo dice:
«Alguna de estas condiciones puede no aplicarse si se obtiene el permiso del titular de los derechos de autor»
Un simple e-mail podría haber resuelto el asunto.
Yo aún recuerdo haber colgado una foto en mi blog con Copyrigth. Le escribí a su autor, personaje muy conocido, y no le gustó que la colgase. La retiré inmediatamente. A partir de ese momento me decanto por imágenes con licencia creative commons y sino escribo a su autor previamente a ver que me dice.
Saludos a ambos. :-)
corsaria dice
Montado*
Eduardo Larequi dice
Yo también soy partidario, Corsaria, de pedir permiso previo cuando se trata de divulgar una obra en su totalidad, aunque esté acogida a una licencia Creative Commons.
En cuanto a la mención de las condiciones de la licencia cuando se redistribuye el contenido, creo que hay que ser muy estricto, porque de otro modo dicho contenido podría acabar siendo redistribuido sin respetar la licencia original. Pongamos un ejemplo:
Si A crea un contenido con una licencia CC BY-NC-SA (es mi caso), y B lo copia íntegramente sin citar dicha licencia, podría llegar C y copiar de nuevo el contenido sin respetar las condiciones originales. En tal caso, siempre podría aducir (aunque fuera mala excusa) que en B no se hacía mención a ellas.
JPe dice
Bueno, por mi parte sólo puedo decir que tampoco me hubiera costado trabajo enviarle un mail a Eduardo y a buen seguro nos habríamos ahorrado todo este asunto porque estoy seguro de que me hubiera permitido reproducirlo. De hecho, no es algo que no suela hacer; a todas las personas que aparecen en mis álbumes de fotos les he pedido consentimiento antes de publicar aquellas en las que aparecen. Supongo que aquel día que me dio por copiar-pegar la entrada de Eduardo yo también me moví por un impulso exagerado.
Bien está lo que bien acaba.
Un saludo a Eduardo y a todos sus lectores.
JPe
Eduardo Larequi dice
Gracias, JPe. Desde La Bitácora del Tigre, mis mejores deseos recíprocos.
Elisa dice
A JPe y a Eduardo, mi admiración. Ojalá todos fuesemos capaces de expresar claramente nuestras ideas, aunque a veces sean precipitadas, intercambiar disculpas, aceptarlas, rectificar. Nos iría mucho mejor tanto en ámbito privado como en el público.
Eduardo Larequi dice
Favor que nos haces, Elisa. La verdad es que yo tengo un genio que, demasiadas veces, puede conmigo. Qué curioso es que los rasgos de carácter y temperamento se transparenten incluso a pesar de los filtros tecnológicos. En fin, en algo se ha de notar que somos lo que somos.