Me da un poco de miedo la expectación levantada por mi anuncio de ayer con respecto a una “propuesta alternativa que permita sacar mejor rendimiento de las inversiones prometidas” por el Gobierno en su anuncio de portátiles para los alumnos de Primaria (aprovecho para dar las gracias a todos los compañeros y compañeras que han realizado comentarios a dicha entrada; vuestra confianza me honra), porque ni tengo la respuesta a todos los interrogantes que suscita la iniciativa gubernamental, ni el conocimiento cabal de todos los elementos implicados en la iniciativa, ni desde luego la autoridad o los medios para poner en práctica mis propias ideas. No obstante, me enseñaron de pequeño que uno debe ser fiel a la palabra dada y cumplir los compromisos adquiridos, y por eso me atrevo a formular a continuación algunas recomendaciones sobre esta polémica y debatidísima medida.
1. Repensar (y prescindir de ella, en último término) la política del “café para todos”. Ni está demostrado que la medida del Gobierno sea pedagógicamente idónea, ni es necesario dotar a todos y cada uno de los alumnos con un portátil (en el caso de que fuera inevitable la inversión en esta clase de tecnología), ni todos los centros los quieren o pueden gestionar, ni todos los profesores pueden o quieren trabajar con ellos, ni es conveniente incorporar tan masivamente la tecnología informática a las prácticas cotidianas en el aula.
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