Una de los aspectos más atractivos de las aplicaciones y servicios en línea es su capacidad para integrarse entre sí, en unidades compositivas más amplias formadas por elementos originalmente dispares y hasta heteróclitos, cuya unión da origen a un ítem de información que, a su vez, puede servir como elemento integrante de un nuevo proceso de agregación y recombinación. Un texto de Google Docs se puede combinar con un vídeo alojado en YouTube, con un tema musical hallado en Odeo y unas cuantas imágenes procedentes de Flickr o Picasa para componer la entrada de un blog, cuyo canal o fuente RSS es susceptible de combinarse a su vez en otra plataforma para dar como resultado nuevas unidades textuales, y así hasta el infinito.
Es el proceso que en un reciente artículo el Prrofesor Potâchov de Moldavia (deudor en la idea de intervenciones anteriores de Juan Freire y Brian Lamb, aunque la genialidad de la imagen es toda suya) ha consagrado en la blogosfera educativa con la metáfora (¿o es una alegoría?) del «chef digital», un docente convertido en recombinador de ingredientes y autor de sabrosas remezclas derivadas de sus particulares necesidades educativas.
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