Los habitantes de Pamplona no nos caracterizamos por un sentido del humor particularmente fino e ingenioso. Si nos comparamos con la gente de otras regiones españolas, y en especial las que se asoman al Mediterráneo, los pamplonicas somos un tanto envarados y fríos, y por lo general bastante sosos. Cuando nos soltamos el pelo, nos cuesta tomar la medida exacta, y de aquí la presencia habitual en nuestras fiestas de una figura tan emblemática como la del «pata», a la que solemos identificar con el forastero ignorante de nuestras tradiciones, por mucho que los patas autóctonos sean legión.
Desprovistos de auténtico talento humorístico, hasta los juegos de palabras que nos inventamos resultan un tanto obvios y evidentes, y valga como ejemplo el de una novísima institución que se ha creado en las fiestas de Pamplona, la de los parapatxis (sí, está bien escrito, no es paparazzi), un grupo de fotógrafos con petos amarillos que fatigan los mil y un eventos sanfermineros, para volcar las instantáneas de sus cámaras digitales en el portal FiestasdeSanFermin.com. Curiosamente todos llevan cámaras digitales y objetivos Canon, como los míos, así que yo también me considero, sin título y sin permiso, un parapatxi honorario.
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