En al menos dos entradas de este blog (las del 27 de diciembre y el 3 de enero ) señalé mi propósito de escribir una larga reseña de Olympo, la colosal novela de Dan Simmons que la colección Nova de Ediciones B ha publicado en dos volúmenes a lo largo del pasado año. Tengo que anunciar ahora, entre otras razones para no faltar a mis propias normas de etiqueta bloguera, que esa reseña no se va a publicar en La Bitácora del Tigre, porque ha acabado por desembocar en un proyecto algo más ambicioso, que espero fructifique en un formato distinto al del blog.
No quiero, sin embargo, dejar pasar la ocasión sin anotar unos cuantos detalles llamativos de la novela, que sin duda interesarán a los amantes de la ciencia ficción. Hay tantas referencias, ideas, hechos y anécdotas en las casi novecientas páginas de este relato que la lista de curiosidades podría multiplicarse por diez, y todavía no se agotaría. Seguro que las que figuran a continuación servirán de estímulo a los aficionados al género que todavía no hayan leído el libro.
1. La Reina Mab, la nave de los robots moravecs que transporta una expedición de estos simpáticos e ingeniosos seres biomecánicos desde el asteroide Fobos a la Tierra, es una gigantesca estructura del tamaño del Empire State Building (capítulo 16), propulsada por explosiones atómicas (capítulo 31). Si algún lector cree que se trata del delirio de una mente calenturienta, le convendría saber que el proyecto de nave espacial impulsada por explosivos nucleares no tiene nada de fantástico. De hecho, se avanzó mucho en su concepción durante los años 50, y hasta se le dio nombre: el Proyecto Orión, sobre el cual puede consultarse un apasionante artículo de la Wikipedia (en inglés). El mismo sistema de propulsión, en este caso dedicado a impulsar la nave Miguel contra unos malvados alienígenas que arrojan meteoritos contra la Tierra aparece también en Ruido de pasos, novela de Larry Niven y Jerry Pournelle sobre la que escribí brevemente el pasado 4 de noviembre. La verosimilitud científica de este tipo de naves, en cuyo diseño participó el ingeniero Pournelle, se puede comprobar en este interesantísimo artículo de Up-Ship.com, que incluye imágenes de gran detallismo.
2. Por entre las varias subtramas que confluyen en la novela se mueven los personajes de Próspero, Ariel, Calibán, Sycórax, Miranda o Moira y Ferdinand, que están tomados de La tempestad, de William Shakespeare (véanse los artículos que sobre esta obra teatral ofrece la Wikipedia, en español y en inglés). A su vez, La tempestad shakesperiana es una fuente reconocida de un clásico de la ciencia ficción de 1956, Planeta prohibido (Forbidden Planet). Pues bien, creo que hay algunos momentos de Olympo inspirados por el film de Fred M. Wilcox. El primero es la secuencia en que aparece el personaje de Sycórax ante Odiseo (capítulo 67), en un escenario paradisíaco, que recuerda a la escena de la película en que la virginal Altaira Morbius se presenta por primera vez ante el comandante John J. Adams y sus hombres. El otro tiene lugar en el capítulo 71, cuando el dios Hefesto desciende al Tártaro para ayudar a Aquiles, a través de un agujero dimensional, dentro de una especie de traje de presión fabricado con esferas metálicas superpuestas, cuyo aspecto trae a la memoria el de Robby, el orondo robot sabelotodo de esta famosísima (y, por otra parte, espléndida) película.
3. El Cráter París, que ocupa gran parte de la superficie de lo que fuera la capital de Francia (capítulo 36), se originó a consecuencia de un intento de viaje en el tiempo generado por un minúsculo agujero negro, que escapó de su campo de fuerza restrictor y cayó hasta el centro de la Tierra, arrastrando en su apocalíptica caída a once millones de personas. Una historia sorprendente, nacida como tantas otras de la fértil imaginación de Dan Simmons. Pero lo mejor viene a continuación: la causa de este viaje temporal es la obsesión del científico francés Henri Rees Delacourte por averiguar la autoría del Manuscrito Voynich (capítulo 64), un libro ilustrado realmente curioso, publicado a finales del siglo XV o principios del XVI, que hasta la fecha no ha podido ser descifrado y que tiene tras de sí una historia fascinante (según algunas teorías se trata de una minuciosa falsificación). Véanse, a este respecto, el sitio Voynich.nu, las entradas que la Wikipedia le dedica, tanto en español como en inglés, y la galería de imágenes escaneadas, publicada por la Beinecke Rare Book and Manuscript Library, de la Universidad de Yale.
4. Muchos de los acontecimientos de la historia futura de la Tierra que aparecen en la novela han de leerse en una clave política determinada. Así ocurre, por ejemplo, con el enfrentamiento entre la Nueva Unión Europea y el Califato Global, instituciones cuyos paralelismos con la actualidad contemporánea no hace falta subrayar. En la feroz historia futura imaginada por Dan Simmons, la N.U.E. es derrotada en los campos de batalla de la Península Ibérica: «más de tres millones de protovoynix lanzados sobre doscientos mil caballeros de infantería mecanizada de humanos condenados» (p. 222, capítulo 66). El escenario de este combate, que parece una versión actualizada y apocalíptica de la batalla de Guadalete, es «un círculo de noventa kilómetros de anchura de tierra convertida en cristal» (p. 222). Quienes hayan leído Ilión y Olympo y quieran poner en orden su compleja cronología interna (y, de paso, sus referencias a la historia del porvenir), harán bien en leer la línea de tiempo del interesantísimo wiki Ilium (en inglés).
Decía Jorge Luis Borges en el tantas veces citado epílogo de Otras inquisiciones que él estimaba «las ideas religiosas o filosóficas por su valor estético y aun por lo que encierran de singular y de maravilloso», una idea que a mí siempre me ha gustado mucho. Estoy seguro de que Dan Simmons firmaría también la declaración del maestro argentino, eso sí, siempre que se le permitiera aplicarla a muchas más disciplinas: la física cuántica, la ingeniería genética, la robótica, la aeronáutica, la historia, la filología, la crítica literaria y hasta la cultura pop.
Adenda del 3 de diciembre de 2009
La tecnología del proyecto Orión también ha sido escogida por el novelista norteamericano Neal Stephenson para la propulsión de la nave alienígena Daban Urnud, alrededor de la cual gira la trama de su última y gigantesca novela, Anatema, que tal vez haría feliz a Borges por su insólita combinación de motivos de ciencia ficción y filosofía platónica.
Laia dice
Objetivo conseguido, me la apunto en mi lista para comprar….
Carmen dice
Me encanta la recurrencia al nombre de la Reina Mab, me hace recordar la descripción que hace de la reina de las hadas Shakespeare: «Es tan pequeña como el ágata que brilla en el anillo de un regidor. Su carroza va arrastrada por caballos leves como átomos y sus radios son patas de tarántula, las correas son de gusano de seda, los frenos de rayos de luna, huesos de grillo e hilo de araña forman el látigo; y un mosquito de oscura librea, dos veces más pequeño que el insecto que la aguja sutil extrae del dedo de ociosa dama, guía el espléndido equipaje». O el cuento de Rubén Darío, donde aparece con su velo azul, el velo de los sueños que tapa el vacío… Es la gran conversación «intersecular» de la literatura… Me compraré Olimpo, gracias por la referencia.
Eduardo Larequi dice
Una advertencia, Laia: la novela está publicada en dos volúmenes (Nova, 194 y 1959) y es la continuación de otra con la que está íntimamente relacionada, Ilión, también publicada en dos volúmenes (Nova, 167 y 176).
Eduardo Larequi dice
Parafraseando la manida frase, Carmen, «me alegra que me hagas ese comentario», pues en la página 148 de la primera parte de la novela, en una conversación entre los robots Mahnmut y Orphu de Io, se cita el mismo fragmento. He aquí la versión del traductor, Rafael Marín Trechera:
«Su cuerpo es tan menudo cual piedra de ágata en el anillo de un regidor. Sobre la nariz de los durmientes seres diminutos tiran de su carro, que es una cáscara vacía de avellana y está hecho por la ardilla carpintera o la oruga, de antiguo carroceras de las hadas. Patas de araña zanquilarga son los radios, alas de saltamontes la capota; los tirantes, de la más fina telaraña; la collera, de reflejos lunares sobre el agua; la fusta, de hueso de grillo; la tralla, de hebra; el cochero, un mosquito vestido de gris, menos de la mitad que un gusanito sacado del dedo holgazán de una muchacha. Y con tal pompa recorre en la noche cerebros de amantes, y les hace soñar el amor; rodillas de cortesanos, y les hace soñar reverencias; dedos de abogados, y les hace soñar honorarios; labios de damas, y les hace soñar besos, labios que suele ulcerar la colérica Mab…»
Carmen dice
Lo dicho. El sábado, librería.
Eduardo Larequi dice
Ay qué responsabilidad más grande. ¿Y si luego no os gusta? Mirad que los cuatro volúmenes valen una pasta (lo de la colección Nova con las novelas largas no tiene nombre).
Mª José Reina dice
¡Uf! Cuatro tochos … no sé, no sé. Miraré en la biblioteca comarcal a ver si tienen el primero de Ilión, a ver que tal pinta.
Si consigo engancharme, Eduardo, tendrás el honor de haber captado una nueva adepta al género.
Francisco Fernández dice
Si a alguien le gusta el grupo Lagartija Nick, le gustará el tema «Reina Mab», basado precisamente en el monólogo de Mercucio de R y J. (Eso sí, a mí Hyperion y Endimión me gustaron más que Ilión, aunque Simmons es simmons, qué puñetas)