El título de este artículo, con sus resonancias provocadoras y hasta escandalosas, viene motivado por un hecho que a primera vista los lectores de esta bitácora considerarán paradójico (pero espero que al final se resuelva la paradoja): dos comentarios a la entrada del pasado sábado, en la que trataba algunas curiosidades de Olympo, la novela de Dan Simmons, han sido escritos por Laia y Carmen, asiduas comentaristas de La Bitácora del Tigre y, por lo que parece, aficionadas al género de la ciencia ficción. Esos comentarios han coincidido, además, con mi lectura de Mujeres y tecnología, una entrada del blog de María José Reina Blanes que se coló de rondón en días pasados en Planeta Educativo, a pesar de haber sido escrita en septiembre de 2006.
Dice Mª José en su blog: «Es un hecho constatable la poca presencia de mujeres en ámbitos relacionados con la tecnología y la informática», y sostiene que hay algo en nuestra sociedad que empuja a las mujeres fuera del ámbito de la tecnología. A esas reflexiones yo podría añadir que también hay algo (no sé bien qué, pero parece relacionado con la constatación de Mª José) que aleja a las mujeres de las secciones de ciencia ficción de las librerías, a pesar de que todas las estadísticas señalan que son lectoras más asiduas y dedicadas que los varones.
Alguna vez he señalado en La Bitácora del Tigre y en comentarios a los blogs de otros colegas que el docente aficionado a la ciencia ficción sobrelleva su afición de manera casi clandestina. Raramente encuentra un alma gemela y a veces hasta tiene que ocultar o disfrazar sus preferencias para que los compañeros y compañeras de profesión no le vean como el proverbial BEM (bug eyed monster, o ‘monstruo de ojos saltones’) tan característico de los subproductos del género. Es cierto que una sala de profesores de un Instituto de Secundaria es, al fin y al cabo, un lugar civilizado, y los adultos que en ella habitan saben que la tolerancia hacia las pequeñas extravagancias de los colegas es una condición esencial de la convivencia cotidiana, por lo cual sus muestras de asombro hacia el raro de turno no pasan de un cortés alzamiento de cejas o un mohín de decepción («con lo majo que parecía ese chico», parecen decir).
En las aulas las reacciones son más espontáneas y carentes de inhibiciones (y así debe ser, por supuesto). Los alumnos, que en estos asuntos tienen vista, oído y olfato de linces, no pierden la oportunidad de refrotarnos por los morros a los profesores nuestras rarezas e inconfesables aficiones. Las chicas, sobre todo, que se saben más maduras y leídas que sus compañeros, no se recatan en pasar de las muecas educadas de sus mayores a manifestaciones más rotundas: desde la interjección inarticulada y expresiva («puff…»), al gesto de hacer girar el índice sobre la sien, que pocas explicaciones ulteriores necesita.
Sale uno del marco escolar y se encuentra con situaciones semejantes: las secciones de las librerías dedicadas a la ciencia ficción son frecuentadas por un público casi exclusivamente masculino, los círculos del fandom (al menos en España) apenas acogen intervenciones femeninas, y raramente se publican en nuestro país títulos de ciencia ficción escritos por novelistas españolas o hispanoamericanas. En las salas de cine donde se proyectan títulos de ciencia ficción, se dan situaciones semejantes: por cada mujer que ocupa su asiento hay tres o cuatro hombres.
Más de una vez he tratado de este asunto con Pilar, o con compañeras y amigas profesoras, y hasta con alguna alumna receptiva a mis propuestas lectoras. Las reflexiones que he intercambiado con ellas sobre el particular creo que son de interés, y por eso las señalo a continuación:
- Un reproche que he oído con frecuencia entre mis interlocutores (aquí no distingo entre hombres y mujeres, aunque la crítica sea más frecuente entre ellas) es la entidad «deshumanizada» de la ciencia ficción. Para determinados lectores y lectoras, todo lo que sea abordar una problemática no humana, o sólo tangencialmente relacionada con la experiencia humana habitual, todo lo que sea prescindir de la profundización psicológica o subordinarla a otros propósitos, resulta carente de interés literario o artístico. Como dice Pilar, los tripulantes de la nave Nostromo (me refiero a Alien, la celebérrima película de Ridley Scott), son unos gilipollas; el único que merece la pena es, aparte del alien, el androide tan sólidamente interpretado por Ian Holm (esto último ya es de mi cosecha).
- El reproche anterior se combina con otro fenómeno que alguna vez ya he tratado en este blog: la reticencia ante las manifestaciones artísticas no realistas, que muchos lectores consideran poco «serias», infantiles, inmaduras o directamente inverosímiles. Según mi experiencia, esta crítica es más frecuente entre las mujeres, a pesar de que por lo general son ellas las mejores lectoras y las más persistentes (al menos, en las aulas).
- Mi buena amiga Mariola Infante me hizo una vez una observación con respecto a sus géneros cinematográficos preferidos que creo resulta perfectamente aplicable al caso: «no me gustan las películas sólo de hombres», me confesó. Y es verdad que en el género de la ciencia ficción, tanto en la literatura como en el cine, es frecuente que los personajes femeninos brillen por su ausencia o que se les asignen papeles marginales y hasta decorativos. Títulos tan emblemáticos, y tan valiosos literariamente como Un mundo feliz, de Aldous Huxley (que a mí me impresionó la primera vez que lo leí, con quince o dieciséis años), son muy representativos de esta actitud.
- La ciencia ficción, tanto en la literatura como en el cine (pero más en esta última expresión artística) aparece asociada a una actividad de especulación científica y tecnológica que, hasta cierto punto, representa una variante sofisticada del gusto por el «cacharreo», por utilizar una expresión coloquial, una tendencia muy frecuente en los varones pero que, por razones educativas o de otro tipo (vuelvo a citar la opinión de María José Reina), suele estar poco extendida entre el público femenino. Y no hay que olvidar que, por cada especulación de indudable interés, hay cien o doscientas que son el equivalente cienciaficcional de esas modalidades del «cacharreo» que tanto nos gusta a algunos hombres: hurgar en el motor del coche o abrir las tripas del ordenador sólo por el gusto de ver qué tienen dentro.
- No hay modelos literarios ni cinematográficos populares, esto es, accesibles al gran público, con los que las mujeres puedan identificarse rápidamente, circunstancia que no se da en otros géneros. Para encontrar una ciencia ficción sensible a una problemática femenina, o incluso feminista, hay que escarbar mucho, y eso a pesar de que uno de los pilares sobre los que se asienta la evolución histórica del género lo levantó una mujer, Mary W. Shelley, con Frankenstein o el moderno Prometeo. La obra de Ursula K. LeGuin, Marion Zimmer Bradley o Lois McMaster Bujold (o el caso más reciente de Audrey Niffenegger, autora de La mujer del viajero en el tiempo, sobre la que he escrito una reseña que se publicará en breve en un anuario especializado), nombres que siempre se invocan cuando se habla de estos asuntos entre los aficionados, no se cuentan entre los que más suenan en los catálogos editoriales.
- Hay un último aspecto en la configuración sociológica del género que retrae a cierto tipo de público, y no sólo femenino, y del que somos culpables los aficionados, y todavía más los aficionados de sexo masculino: la actitud de secta-para-iniciados, de gueto orgullosa y militantemente automarginado en que con frecuencia incurre la gente del fandom cuando se trata de defender lo suyo. Yo siempre he creído que tales ademanes constituyen un error flagrante y una condena. Si hay algo que puede provocar el rechazo de una mujer (y de cualquier hombre sensato) es una reunión de fans hirsutos, greñudos, gritones y dudosamente aseados, enfrascados en discusiones minuciosas y esencialmente estériles.
Con todo, los comentarios de Laia y Carmen, y su interés por el Olympo de Dan Simmons (novela que reúne, de forma harto desconcertante, algunos de los más indudables atractivos del género y buen número de sus defectos más conspicuos) demuestran que la realidad es más completa, variopinta y apasionante que cualquier simplificación. Ojalá que este artículo despierte el interés apasionado de un montón de buenas aficionadas a la ciencia ficción, y que les sirva de estímulo para callarme la boca, con buenos y contundentes argumentos.
Nota final: he aprovechado la publicación de esta entrada para inaugurar con ella una nueva categoría en La Bitácora del Tigre, dedicada al género de mis amores. Prometo solemnemente que la utilizaré con mesura, y que esta novedad no es el primer indicio de una preocupante derivación del blog hacia el universo friki.
Alejandro Valero dice
También hay otro género artístico-literario, Eduardo, que no les gusta a las mujeres, y que tú y yo adoramos: los tebeos, historietas o cómics. También me ha dado que pensar esto muchas veces. Salvo el manga femenino, que tiene bastante buena acogida entre algunas jóvenes, parece que desde los años sesenta las mujeres han huido de los tebeos, quizá porque los de la época dorada del tebeo estaban muy ideologizados, al menos en España.
lbarroso dice
Pues debo ser muy rara porque me gustan los dos géneros, aunque no todo, por si sirve de algo, como posible itinerario: la serie de Darkover. las tenía todas y las fuí prestando, creo que ya no tengo ninguna, pero a mis chicas les encantaba, me emocionaba el manifiesto inicial de las amazonas libres, y como modelo de identificación no tiene precio.
Otra serie genial es la de Lord Vorkosigan, tampoco conozco a nadie que no le haya gustado, claro que nada de esto es ciencia ficción dura, confieso que eso me entretiene bastante menos, me seduce más el juego de imaginar sociedades en las que se invierten, se modifican, se transgreden los roles o las normas, imaginar otros mundos, explorar otras posibilidades, quizás sea faceta la que nos interese más que la ficción tecnológica.
Eduardo Larequi dice
Gracias, Alejandro y Lourdes, por vuestros testimonios. Yo tengo cuatro sobrinos en edad de disfrutar de los cómics y es curioso: a los dos chicos les gustan, y a las niñas más bien lo contrario.
Te confieso, Lourdes, que de Marion Zimmer Bradley y Lois McMaster Bujold sólo he leído fragmentos sueltos, o cuentos en antologías. Son dos lecturas que tengo pendientes desde hace mucho tiempo, y que, por una razón u otra, nunca acabo de abordar.
merche dice
Cuando era jovencita me entusiasmaban los comic de superhéroes.Dan Defensor y Spiderman, sobre todo; también Mortadelo. El TBO me aburría muchísimo.
En cuanto a la ciencia ficción, es mi género preferido por todo lo que comenta Lourdes, de imaginar mundos y sociedades diferentes; pero también la ficción tecnológica pura y dura (aunque eche en falta la presencia de alguna protagonista femenina).
¿Seré un bicho raro de ojos saltones? XD
Lu dice
Pues yo encajo muy bien con los tópicos. De joven nunca leí cómics. Es más los detestaba, me parecían una pérdida de tiempo, hasta que descubrí las viñetas de Mafalda a las que me enganché hasta hoy.
Tampoco me entusiama el género de ficción. Me gusta pisar en terreno firme, por eso busco en la lectura historias que sean una prolongación verosímil de la realidad. Vivir vidas ajenas, pero posibles.
Eduardo Larequi dice
Merche, Lu, dos aportaciones muy interesantes las vuestras. Es apasionante comprobar las infinitas variaciones del gusto y la sensibilidad. Acabaré teniendo que redactar otra entrada para reflexionar sobre ello.
Carmen dice
Yo creo que todo es cultural. Los roles de género (¿está bien dicho así? Me suena raro) son aprendidos y culturales. Y tardan mucho en cambiar. Yo me identifico también con el estereotipo. He empezado tarde con la ciencia ficción y con el cómics. Tengo lagunas que más bien son agujeros negros. A mi hermano le compraban todos los «Mortadelos» y a mí un tebeo de niñas, creo que era «Esther y su mundo». La educación sentimental, literaria, el aprendizaje del mundo y de la diversión de las chicas ha sido distinto al de los chicos. Pero quiero pensar que las cosas han cambiado y que seguirán cambiando.
Por otra parte, creo que desde un punto de vista más general, la construcción de la historia literaria (selección de obras como modelos o clásicos, elección de un corpus literario para la enseñanaza, las obras que se ofrecen como canon, etc.) ha dejado de lado la mayor parte de las obras de este género.
Por cierto, mi obra preferida es 1984.
Eduardo Larequi dice
Es verdad que la selección de obras que forman parte del «canon» académico influye mucho en la construcción de la experiencia literaria, sobre todo en las edades tempranas, pero debe de haber otros factores personales. Yo no recuerdo que en el colegio me dieran a leer obras de literatura fantástica o de ciencia ficción, y sin embargo siempre me han gustado esos géneros. Todavía recuerdo mi primera lectura de Borges, a los quince o dieciséis años: me dejó estupefacto, asombrado, atónito.
Mi experiencia es que los géneros de la imaginación no son fáciles de divulgar. Yo he impartido la asignatura optativa de Literatura Española y Universal seis o siete años, y la verdad es que seleccionaba lo que a mí me daba la gana (exagerando un poco). Leímos a Poe, a Verne, a Golding (El señor de las moscas), a Huxley, con no demasiado éxito, la verdad.
Mª José Reina dice
Aunque me dé rabia reconocerlo, a mí tampoco me gustan las novelas ni las películas de ciencia ficción. Y digo «me da rabia» porque creo como Carmen que se trata de roles de género, aunque siempre lo he justificado con que estas obras no son ni ciencia ni ficción de la buena, así que no me merecía la pena ni el esfuerzo.
Probaré con Olimpo, a ver si, a estas alturas, cambio (o amplío) mis gustos literarios.
El post de septiembre se debió colar porque lo volví a editar. Después de nuestra psicosis con la corrección de los textos, ¡lo releí y encontré una falta!
Eduardo Larequi dice
No estoy yo muy seguro que todo se deba a la educación recibida, ni a los «roles de género», Mª José. Además, cualquier persona tiene todo el derecho del mundo a sus gustos y preferencias. Yo, por ejemplo, no me siento culpable por que me gusten los thrillers tecnológicos (y vaya guarrerías que me he tragado) y por aborrecer los programas de cotilleo. Si por ampliar el gusto vamos a sufrir, o a ejercer violencia sobre nosotros mismos, aviados estamos. Acabaremos por no poder disfrutar.
No te aconsejo Olympo como lectura inicial. Ve a por algo más accesible y, sobre todo, más breve. Por ejemplo, alguno de los volúmenes de cuentos de Arthur C. Clarke o La mano izquierda de la oscuridad, de Ursula K. LeGuin.
Carmen dice
Yo pienso que casi todo lo que somos es cultura. Y por eso existen los prejuicios. La propia nomenclatura de «ciencia ficción» está cargada de connotaciones y, además, es muy imprecisa. Si lo pensamos, cuando decimos que no nos ha atraído este género, no creo que estemos afirmando que no nos gusta Borges, o Poe, o Huxley… ¿A qué nos referimos? Creo que se trata de prejuicios, que lo relacionamos con una especie de «serie b» literaria. Yo ya no me siento culpable por mis gustos, pero quizá, en la edad en la que se empieza a formar ese gusto, sí que actúan todos los prejuicios culturales. Y los de género (que también son históricos y culturales). Afirmar lo contrario sería pensar que se trata de algo biológico, y me parece una afirmación más comprometida, además de que no creo que tenga base científica. Mi punto de vista no es determinista, sino historicista, creo en la historicidad de todo. Y en la libertad dentro de ésta. Por eso, lo más importante creo que es lo que comenta Eduardo. Afortunadamente, todos podemos «ampliar el gusto», por disfrute personal. Por eso, se agradece tanto el entusiasmo, porque contagia y te acerca a lugares adonde quizá no hubieras llegado solo.
Eduardo Larequi dice
Cuánta razón tienes, Carmen, respecto al asunto de los prejuicios en relación con la ciencia ficción. El prejuicio llega al extremo de que cuando las editoriales no especializadas publican un libro de un autor consagrado que se acerca a las fronteras del género, a menudo recurren a subterfugios o eufemismos para no nombrar el género nefando.
No hay que olvidar, por otro lado, que la consideración de «serie b» también está sometida a los vaivenes históricos. Muchos de los autores clásicos que hoy en día forman parte del canon fueron considerados en su día escritores populares. Habrá que ver que dice el futuro de los géneros que hoy el público consume con tanta pasión.
Además, conviene relativizar las famas y los panteones, cualquiera que sea el género al que pertenecen. A este respecto, yo siempre tengo presente la ingeniosa boutade del escritor norteamericano Theodore Sturgeon; cuando le dijeron que «el noventa por ciento de la ciencia ficción es basura», él contestó rápidamente: «sí, pero es que el noventa por cierto de todo es basura».
Niobe dice
Como siempre, lamento disentir,
pero las mujeres no destestamos la ciencia ficcion, qué va. Empecé leyendo comics de marvel y darkhorse, en preparatoria solí jugar rol con los amigos ( D&D, Vampire, cyberpunk entre otros ) y hasta la fecha me matan la saga de star wars matrix y todo lo referente.
Un besho desde México
vane dice
llego un poco tarde pero tambien queria dejar mi opinion. Y es que este tema tambien me interesa y he pensado en el varias veces.
y es que creo que adentrarse en un libro o en comic es lo más facil del mundo, pero no asi adentrarse en un genero. que t lo comenten tus amigos, que t lo enseñen tus padres, que lo veas por los medios son mcanismos que t ayudan a adentrarte.
en mi caso yo iba cogiendo libros que me llamaban la atencion de la estanteria de la biblioteca, y muchos de ellos, y muchos de los que mas me gustaron eran cercanos a la sci fic. pero reconozcamos q es un poco submundo o alguien «t mete» y desde pequeño o resulta muy complicado conocerse las colecciones de comic (y mira que yo alguno lei) porque ademas en las bibliotecas auqnue ahora más de no eran libros de la coleccion barco de vapor, que digamos.
Si q creo q es algo cultural,en parte no a todo el mundo le tiene q gustar, q se quitara con el tiempo. Y que cuando un libro/comic es bueno no t importa que no haya mujeres (como el d huxley) pero cuando un libro es mlo da tiempo a analizar hasta el color de la portada
saludoss
Ana María dice
Yo he llegado más tarde todavía y, seguramente, no vuelva a encontrar esta bitácora nunca más, ya que tengo memoria de pez y ni la buscaré. Si os digo la verdad siempre me han gustado los cómics. De hecho mi madre me daba a elegir entre chupete y tebeo (de Hanna-Barberá) y mandaba la gomita de plástico a freir puñetas.
En mi caso, me gusta la novela histórica, los cómics, la ciencia ficción (que no sea excesivamente tecnológica), fantasía, terror…
No me considero un caso excepcional, pero sí que es cierto que mi caso, cuanto menos, es peculiar.
A medida que iba creciendo, veía cada vez más claras las diferencias entre chicos y chicas, cuanto más entre ya hombres y mujeres. He comprado la Superpop, he comprado el Jueves, he comprado el Víbora, Click 1, 2 y 3 de Milo Manara, me gusta Luis Royo, Victoria Francés, Miguel Anxo Prado, Emma Rios, Spiderman, Superman, Superlópez, Mafalda, Goomer, Mortadelo y Filemón, la rue del Percebe n 13, Batman… y muchos más… He leido a Asimov, a Stephen King (sobre todo sus primeras épocas), C. Clark, Herbert (Dune), he leido desde El juego de Ender a Juego de tronos…
He visto Alien (las mejores las dos primeras), he visto la guerra de las galaxias, el quinto elemento, la jungla de cristal (pronto saldrá la cuarta), Gattacca, Blade Runner (el libro, sueñan los androides con ovejas eléctricas, no me gustó tanto), Black Rain, hasta he visto el mono borracho en el ojo del tigre y otras muchas del Jackie Chan de Hong kong, como la armadura de Dios, por ejemplo.
Digamos que no me gustan ni los libros ni las películas de realismo, para eso ya tengo los telediarios o a mi alrededor gente que ha pasado por esta o aquella situación.
Y he de decir que la poca presencia de la mujer, tanto como protagonista (obviando a Lara Croft y algunos sucedaneos femeninos de héroes como Hulka, Supergirl, Spiderwoman…y alguna que otra mujer no protagonista o coprotagonista…) se puede decir que apenas existimos en este mundo tan sumamente masculinizado.
Los hombres necesitan sentirse identificados con hombres, no así las mujeres, es más comercial y además apenas hay mujeres en estas industrias. Miremos los cómics por ejemplo. Cuántas mujeres ilustradoras hay? pero cuántas mujeres de papel? Alguna actual se ha hecho explícitamente para el mercado femenino (sin contar con el manga que tiene para todo tipo de público) Acaso nos sorprende que haya tanta Otaku?
Estoy preparando un trabajo sobre género y cómic y no sabeis lo complicado que es encontrar algo sobre la evolución de la mujer en el cómic tanto cogiendo un lápiz, como siento una línea curvilínea en un papel.
Eduardo Larequi dice
Un comentario interesantísimo, Ana María. Me siento muy honrado de que visites la guarida del Tigre y hagas aportaciones tan jugosas. Ojalá que no sea la última vez (tendré que escribir más a menudo sobre chicas).
Inés Cea dice
Disculpen, recien buscando el autor de una novela hace muchos años, de ciencia ficción precisamente, me encontre con este comentario, y lástima que tengan esa opinion de nosotras las feminas seguramente pro algunos pocas, pero la verdad es que en mi caso uno de los generos preferidos en mi adolescencia eran los de ciencia ficción, como olvidar las c´ronicas marcianas, la fondación, solarium, entre algunas y por supesto al que buscio «30 días tenía septiembre» que como educadora, partidaria de las TIC me recuerda día a día que no podemos llegar a eso, ser reemplazados pro una máquina. lastima que piensen asi, sería como si yo afirmara que los hombres son adictos a las novelas rosa, proque he visto a muchos de ellos leerlas. Cada ser es individual, no sigamos estereotipizando.
Eduardo Larequi dice
No pretendía perpetuar estereotipos, Inés, sino reflejar mi propia experiencia, y hacerlo con humor e ironía. Me alegra mucho comprobar que hay mujeres a las que les gusta la ciencia ficción (varias han escrito comentarios a esta entrada), y por supuesto me hace mucha ilusión tenerlas como lectoras de este blog. Supongo que ya habrás localizado el cuento de Robert F. Young, pero si no es así, parece que se puede descargar desde aquí.
roberthfelipe dice
hola , yo aquí en el 2014 observando un articulo del 2007, he visto que a cambiado mucho desde entonce, escribo muy tarde, pero e observado que los tiempo cambias, ahora en la actualidad con el auge de las distopias, se ha observado que mas mujeres le esta interesando el genero de la ciencia ficción , han surgido nuevas novelas que gracias a las películas están atrayendo a un publico femenino, y tal es el caso de la saga hunger gamen y divergent y otras novelas que por ahora no me acuerdo el nombre.
Eduardo Larequi dice
Tienes razón, roberthfelipe, algunas sagas contemporáneas dirigidas a un público juvenil cada vez están ganando más público femenino para el género, pero sigo pensando que las lectoras son minoría.