Ayer salimos a hacer un recurrido turístico por el Pirineo navarro, con paradas en Irati, Aezkoa, Salazar, Belagua, Larra y Arette. Las últimas nevadas de principios de febrero, que en Pamplona fueron poco abundantes, dejaron las cumbres pirenaicas cubiertas de una espesísima capa de nieve, hasta el punto de que varias carreteras de montaña han estado cerradas hasta la semana pasada (y alguna, como la que sube al puerto de Larrau, todavía lo está).
Nuestro recorrido nos llevó hasta la presa y selva del Irati, una de las más extensas masas forestales de toda España. Como no pudimos rodear el embalse a causa de la nieve que entorpecía la pista forestal, decidimos ir hacia Ochagavía a través del valle de Aezkoa y las planicies de las Abaurreas, Remendía y Jaurrieta, con la Sierra de Abodi de espléndido fondo.
Al poco de pasar la finca forestal de Remendía, paramos un rato para comer un bocadillo, lo que nos dio oportunidad de disfrutar de un raro espectáculo: una inmensa bandada de grullas desnortadas y gritonas, que giraban sobre nuestras cabezas en total desorden, quizás asustadas por un águila real que patrullaba los alrededores. He incluido como testimonio del incidente una de las fotografías de las grandes aves migratorias; del águila también saqué una, aunque no figura en la colección porque en la imagen original aparece muy pequeña, y hay que hacer un acto de fe para distinguirla.
Tras entrar en el valle de Salazar a través de Ezcároz, seguimos hasta Ochagavía, y desde allí emprendimos el ascenso al puerto de Larrau, lleno de nieve y de gente que disfrutaba de las instalaciones de esquí nórdico. La idea era pasar a Francia, pero la carretera estaba cortada y tuvimos que volver sobre nuestros pasos, rumbo esta vez al valle de Roncal y las alturas de Belagua, probablemente el más espectacular de los valles pirenaicos navarros. Nieve, nieve y más nieve, un fuerte viento helado y una niebla cerrada en torno a Lakora nos acompañaron en el trayecto. Sin embargo, más allá de la Piedra de San Martín lucía el sol, y pudimos disfrutar de hermosas vistas del lapiaz de Larra y las cumbres circundantes. En la estación de esquí francesa de La Pierre Saint-Martin, en Arette, que encuentra al otro lado de la muga, la gente se arremolinaba en las pistas y fuera de ellas, a pesar del ventarrón.
Fue un día memorable de paisajes y aire puro, y tanto Pilar como yo sacamos muchas fotografías que a buen seguro sabrán disfrutar los aficionados a la montaña. Para documentar los pies de fotos he tenido que pedir auxilio a mi buen amigo Iñaki Ilundáin, porque mi capacidad de identificar las cumbres basándome en mis recuerdos de los años mozos se ha visto muy disminuida con el paso del tiempo. A diferencia de un servidor, Iñaki sigue yendo al monte, tiene buena memoria y un indiscutible talento como geógrafo. Ojalá le dure muchos años, y que yo lo vea.
Elisa dice
¡Qué envidia! No sabes cómo se me están poniendo los dientes. Yo sólo conozco bien el valle de Benasque, este verano estuve allí por tercera vez, y hace tiempo que me hubiera gustado conocer la selva de Irati. Hace mucho tiempo que no salgo al monte y tengo unas ganas…
Corsario Negro dice
Enhorabuena, muy buenas instantaneas; impresionante sobre todo el discurrir de la carretera entre las paredes de varios metros de nieve, cual circuito de bobsleigh. Nosotros estuvimos en Arguiñariz para subir al modesto Esparaz (1021 m.) con la ventaja que a la vuelta nos volvimos con un pan bajo el brazo.
Un saludo
José Angel dice
Yo sólo recuerdo tanta nieve en Belagua muy de pequeño, hace ya más de treinta años, y no se veía el coche porque la carretera quedaba encajonada entre muros blancos, como en la foto de la señal.
Eduardo Larequi dice
La envidia es el pecado hispánico, Elisa, así que te recomiendo que lo practiques con esta ocasión. Dicen los que saben que el Pirineo está como nunca. El de Huesca todavía tiene más nieve que el de Navarra.
Me tienes que explicar, Víctor, que es eso del pan bajo el brazo. ¿Ahora instalan las panaderías en la cumbre de los montes?
Sí, también yo recuerdo aquella excursión, José Ángel. Pero creo que en esta ocasión había más nieve aún. Cuando la carretera pasa por debajo del Lakora, las paredes son espectaculares. De hecho, había un montón de gente haciéndose fotos. No paramos porque la niebla era muy espesa, y la luz muy mala.
Corsario Negro dice
Ya veo que no te gusta mucho el pan integral, en Arguiñariz se ubica el horno donde elaboran el conocido pan integral que lleva su nombre.
Mi último libro «El chino» de Henning Mankell, regalo de Reyes, me ha dejado un poco frío pues el último tercio del libro me ha resultado un poco tostón, siendo sus dos primeros tercios bastante aceptables.
Un saludo y a ver si pruebas el pan integral que esta muy bueno.
Eduardo Larequi dice
Pilar compró el de Mankell, pero no sé si lo ha leído todavía. Ya le preguntaré. Por cierto, me gusta el pan más que a un tonto un lapicero: integral, con pasas, con mucha miga, con poca, cabezón… El pan es una de las grandes alegrías de la vida.
Corsario Negro dice
No recordaba tu afición al pan, yo como tú también soy un ferviente admirador ( mejor dicho devorador) de tan rico complemento en las comidas, en mi caso cada ingesta de alimento debe ir acompañado de su trocito de pan, sin hablar de las salsas ni de su uso en dejar los platos invervibles para el lavavajillas.
Eso si también tengo mis manias, el pan me gusta bien cocido, no blanco, por lo que la baguete no es de mi gusto, un buen pan esta igual de bueno al día siguiente (p.e. la baguete resulta incomible de un día para otro), tampoco me veras comer nunca pan solo, siempre acompañado.
Me encantan las nueces con pan…..y con queso… y vino pero el colesterol y las transaminasas no perdonan.