Que los blogs sirven para objetivos, propósitos y fines muy elevados está fuera de toda duda. Que movilizan, como se dice ahora, estrategias y procesos de aprendizaje de gran alcance también es indiscutible. Que han abierto una brecha cada vez más profunda en el monopolio de los canales de comunicación, hasta hace pocos años casi impermeables a la voz del ciudadano individual, es un fenómeno de repercusiones difícilmente previsibles.
Pero hay otro aspecto de los blogs que suele pasar más desapercibido, y al que los blogueros no dedicamos toda la atención reflexiva que merece: su virtud lúdica, su capacidad para hacernos disfrutar, para conseguir que nos lo pasemos bomba. Ejemplos de este genio ligero y juguetón los hay a cientos, pero quiero citar uno reciente publicado en la bitácora de José María González-Serna, la entrada titulada Letrillas blogueras, que a unos cuantos colegas nos ha servido como acicate para despertar la vena versificadora y las ganas de deleitarnos con ese incomparable regocijo que es el juego verbal.
No tan lúdico, pero seguramente tan gozoso como esos incruentos combates en verso es el reencuentro de los antiguos compañeros de curso alrededor de un blog. Ése es el objetivo primordial de Filología 25, una bitácora que acabo de montar para celebrar el vigésimo quinto aniversario de la VII Promoción de Filología Hispánica de la Universidad de Navarra, a la que pertenecemos Pilar y yo, entre otros. Todavía los compas parecen algo renuentes a intervenir en los comentarios (es probable que esto de bloguear les resulte muy novedoso a unos cuantos, aunque me consta que la mayoría se defiende bien con el email, y algunos con las redes sociales), pero pienso emplearme a fondo para convencerlos a todos de entrar en febril y animada conversación en este nuevo espacio blogosférico.
Lo cual me recuerda un comentario que hice ayer en A pie de aula, el blog de Lourdes Domenech, a quien saludo desde aquí, deseándole que nos obsequie con una feliz y continuada recuperación de sus muchos y variados talentos. En la entrada con la que recupera su voz bloguera, tras una interrupción de dos meses, distingue Lu tres estados en la vida del blog –actualización, latencia y abandono-, a los cuales yo me he permitido añadir un cuarto, el de diseminación o expansión, porque los blogs son criaturas vivas, que nacen, crecen, decaen y mueren, por supuesto, pero también se reproducen, en forma de variadas y a veces imprevisibles criaturas. Filología 25 es una de ellas, y espero que a algún compañero y compañera le sirvan de estímulo para lanzarse a la vida bloguera, tan llena de placenteras sorpresas.
Para festejar tantas alegrías –las rimas de JMGS, los blogs celebratorios, el regreso de Lu- qué mejor que una de las más enérgicas y joviales composiciones del campeón indiscutible de la alegría en el arte: el “Exsultate, Jubilate”, de Wolfgang Amadeus Mozart, en interpretación de la New York Philharmonic y la soprano Renee Fleming.
Alegraos, regocijaos.
Antonio dice
Quizá son cosas de la edad, pero me he dado cuenta de que algunos blogueros estamos usando, más o menos de tapadillo, las TIC como antídoto contra la nostalgia.
Un saludo y viva la memoria.
Eduardo Larequi dice
Pues no me parece mal antídoto. Y contra la soledad, la incomunicación, las tentaciones de la rutina y la pereza, y otros mil vicios que no cito por no ponerme en plan predicador.
Lu dice
Siempre has sido un vate blogosférico de primer orden. Serio, solemne, jocoso… te hemos leído en varios registros.
Este post (canto) de la alegría me ha hecho… sonrojar, en el punto en que aludes a mi regreso.
Zacarías dice
Hola. ¡Encontré su blog en el directorio de blogfesores! También tengo un blog de enseñanza (http://zachary-jones.com/spanish). Mi sitio usa la cultura popular para enseñar el castellano como lengua extranjera. ¿Le gustaría intercambiar enlaces?
Un saludo desde Georgia, EEUU
Zacarías