Seguramente no existe en las letras españolas contemporáneas otro cultivador de la literatura fantástica más persistente y dedicado que José María Merino. La amplitud y valor de su producción narrativa, casi toda ella próxima de un modo u otro al ámbito de lo fantástico, y la atención crítica que tal producción ha suscitado lo prueban sin ningún género de dudas1. Mi propio interés por la obra de José María Merino tiene mucho que ver con su reivindicación del papel de lo imaginario en la ficción narrativa, y en particular con su reiterado cultivo del cuento fantástico, género que una vez creí que podría ser el cimiento de mi futuro profesional en el ámbito universitario2. Más tarde la vida me hizo olvidar aquellas ambiciones y sustituirlas por otras más modestas, pero la fascinación por la obra del novelista leonés y la lectura de sus obras ha sido constante desde entonces.
La novela que ahora me ocupa trae a mi memoria ecos de otras anteriores, sobre todo de Cuentos del reino secreto (1982), El caldero de oro (1981), La orilla oscura (1985) y El centro del aire (1991). Volvemos a encontrar en El heredero temas y motivos que han estado presentes en la narrativa de Merino desde sus primeras obras: la búsqueda de la identidad a través del regreso al origen, la recuperación de la memoria personal mediante la indagación en la historia familiar, las secretas analogías, los misterios y duplicidades de la personalidad. Por otro lado, esta nueva novela recupera algunos mecanismos narrativos que ya aparecían en Novela de Andrés Choz (1976), como por ejemplo la alternancia entre diversos relatos que se entremezclan y superponen y la inclusión de los tópicos del género de ciencia ficción —en este caso una especie de versión pulp de La guerra de los mundos, de H.G. Wells, protagonizada por abnegados científicos en lucha contra siniestros invasores estelares— como expresión del mundo imaginario de uno de sus personajes.
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- Para un conocimiento cabal de la poética meriniana de lo fantástico véase el prólogo con el que abre la recopilación de su narrativa breve, 50 cuentos y una fábula, Barcelona, Suma de Letras (Col. «Punto de Lectura»), 2001, pp. 11-23, así como los ensayos «La impregnación fantástica: una cuestión de límites» y «Literatura española y misterio», recogidos en Ficción continua, Barcelona, Seix Barral (Col. «Biblioteca Breve»), 2004, pp. 85-95 y 96-101, respectivamente. Las aportacioines más importantes al estudio de su obra se encuentran en los siguientes libros: Antonio Candau, La obra narrativa de José María Merino, León, Diputación Provincial de León, 1992; Ángeles Encinar y Kathleen M. Glenn (eds.), Aproximaciones críticas al mundo narrativo de José María Merino, León, Edilesa, 2000; e Irene Andrés Suárez, Ana Casas e Inés D’Ors (eds.), José María Merino. Grand Séminaire de Neuchâtel. Coloquio Internacional 14-16 de mayo de 2001, Neuchâtel, Institut de Langue et Littérature Espagnoles, Université de Neuchâtel, 2002. Esta última publicación ofrece una bibliografía secundaria de quince páginas; en ella figuran más de sesenta artículos y libros y una docena de tesis y tesinas. Con semejante panorama, no es extraño que en la segunda parte de El heredero Merino destile unas cuantas ironías mordaces a propósito de los modelos de análisis literario que se practican hoy en día en las universidades norteamericanas. Por otro lado, la atención prestada a la narrativa de Merino ha llegado también al marco escolar, con ediciones como las de Ignacio Soldevila (La casa de los dos portales y otros cuentos, Madrid, Octaedro, Col. «Biblioteca Octaedro», nº 7, 1999) y Santos Alonso (Cuentos, Madrid, Castalia, Col. «Castalia Didáctica», nº 53, 2000). Yo he utilizado esta última edición con mis alumnos del I.E.S. «Ega» de San Adrián, durante el curso 2001-2002; aunque a veces los chicos de Secundaria se desconcertaban con las historias fantásticas (es curioso cómo aceptan las historias de terror más inverosímiles si aparecen en el cine o la televisión, y en cambio cuántos esfuerzos les cuestan cuando tienen que asimilarlas a través del texto escrito), conviene señalar que algunos de los cuentos fueron muy bien acogidos, por lo que no descarto repetir la experiencia.[<-]
- Aunque nunca llegaron al término requerido, mis investigaciones sobre el cuento fantástico español en la segunda mitad del siglo XX me permitieron publicar dos trabajos sobre la narrativa del autor leonés: «Sueño, imaginación, ficción. Los límites de la realidad en la narrativa de José María Merino», en Anales de la Literatura Española Contemporánea, XIII, 3, 1988, pp. 225-247; y «Sentido y dimensión de lo fantástico en los Cuentos del reino secreto de José María Merino», en Juan Fernández Jiménez, José J. Labrador Herraiz y L. Teresa Valdivieso, Estudios en homenaje a Enrique Ruiz-Fornells, Asociación de Licenciados y Doctores Españoles en Estados Unidos, 1990, pp. 368-375.[<-]
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