Es más que probable que los lectores habituales de La Bitácora del Tigre hayan advertido ya mi fascinación por la civilización romana y sus obras. A quienes todavía no se hayan dado cuenta de ella, les recomiendo la reseña de la novela de León Arsenal La boca del Nilo, los dos comentarios sobre la serie televisiva Roma (Pues tiene buena pinta y Se acabó Roma), o la entrada dedicada a la tigresa cazadora que exhibe el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida.
Mi interés por todos los detalles de la cultura romana tiene algunas facetas un tanto cómicas. Por ejemplo, el hecho de que cuando veo alguno de sus monumentos más conspicuos (sin ir más lejos el pasado martes, ante el espectáculo grandioso del Puente de Alcántara), no pueda resistirme a tararear una melodía que evoca todo el esplendor del Imperio Romano. Me refiero, claro está, a la conocidísima marcha de Ben-Hur, de Miklós Rósza, la solemne «Parade of the Charioteers», cuyos majestuosos compases siempre acuden a mis labios cuando se trata de recorrer algún escenario de las glorias imperiales, sea el poderoso puente sobre el Tajo, el no menos impresionante Pont du Gard o el coqueto Arco de Triunfo de Medinaceli.
El compositor de origen húngaro Miklós Rósza no es sólo el autor de partituras épicas para películas históricas, con las que normalmente se le identifica (bandas sonoras como las de Ben-Hur, El Cid, Sodoma y Gomorra, El Ladrón de Bagdad, Rey de reyes o Quo Vadis), sino también de piezas intimistas y tenues, de un patetismo estremecedor, como este «Valse Crespesculaire», que forma parte de la banda sonora de Providence, un filme de 1977 dirigido por Alain Resnais.
No conozco la película, pero poco importa. La música de Rósza no necesita de imágenes para sugerir hondamente la sensación crepuscular que evoca el título de la pieza. La inminencia de la muerte, la nostalgia por las cosas que se han ido, incluso la serena aceptación del final inevitable, todo eso y mucho más se encuentra en esta melodía singular, tan triste y tan hermosa.
Adenda del 1 de mayo de 2015
Al repasar esta entrada para mejorar la incrustación del audio, me he encontrado con el vídeo de los títulos de crédito iniciales de la película Entre tinieblas (1983), de Pedro Almodóvar, cuyo fondo sonoro es la música del compositor húngaro-norteamericano.
Mati SCH dice
Estoy con un trabajo de la universidad, me ha servido la referencia y me parecio entretenido su articulo pequeño. Saludos desde Argentina.