Ayer terminé una larga crítica de La carretera, la novela de Cormac McCarthy ganadora de la última edición del Premio Pulitzer para obras de ficción. Si todo va bien, mi trabajo se publicará en el próximo número de la revista Hélice, en la que colaboro con cierta regularidad y cuyos cinco primeros números (la aparición del sexto coincidió con alguna otra ocupación y no me dio tiempo a completar la correspondiente reseña), he comentado en este blog.
Como la crítica ya está comprometida, no sería correcto avanzar desde aquí su contenido. Sin embargo, quiero aprovechar la oportunidad para hacer una recomendación entusiasta a los habituales de La Bitácora del Tigre, sobre todo si son profesores, y todavía con más razón si son profesores de Lengua y Literatura: que lean La carretera, dos veces si es preciso (es un libro de poco más de doscientas páginas, de lectura fácil, aunque en ciertos momentos tan áspera y cruda que hay que hacer un alto y tomar aire) porque se trata de una obra literaria impresionante, de una expresividad y riqueza mayúsculas, destinada a convertirse en todo un clásico moderno.
El argumento -un padre y un hijo que atraviesan la Norteamérica rural, rumbo al sur, a través de un paisaje devastado por lo que parece haber sido una guerra nuclear de proporciones apocalípticas- reclama su público inmediato entre los aficionados al género de la ciencia ficción. Sin embargo, la novela no tiene ninguno de esos rasgos (el maquinismo, la deshumanización, los tópicos decorativos y argumentales, el estilo tosco y crudamente funcional) tan habituales en el género y que tanto molestan a algunos lectores. Antes al contrario, la obra de Cormac McCarthy es de una riqueza estilística asombrosa, con unos personajes inolvidables, espléndidamente trazados, y una intensidad emotiva apabullante.
Alguno de los reseñistas que se han ocupado de la novela (véase, por ejemplo, la crítica de Santiago Navajas en Aula virtual de Filosofía) mencionan su propósito de utilizar el texto para sus clases de Bachillerato. Me parece una idea excelente, porque tanto por los temas que trata como por su enfoque ético y los personajes que intervienen, puede dar muchísimo juego. Es cierto que hay momentos terribles en la trama, de una crueldad inusitada, pero también que en ella late un mensaje humanista y esperanzador (con uno de los desenlaces más bellos y emocionantes que yo haya podido leer en mi vida), que compensa sobradamente el desasosiego de los momentos más angustiosos.
Recuerdo que cuando daba clase de la optativa de Literatura Española y Universal, leí con los chicos Un mundo feliz, de Aldous Huxley, que a mí me apasiona, pero cuya carga intelectualista resulta quizás excesiva para alumnos de Bachillerato. No es el caso, desde luego, de La carretera, cuyo argumento apocalíptico se sustenta sobre una base tremendamente realista y cotidiana, del todo ajena a la pedantería culturalista y a la experimentación narrativa.
Si a algún colega le acosan las dudas sobre la conveniencia de que una novela cercana a los presupuestos de la ciencia ficción se abra un hueco en nuestro sistema educativo, tal vez pueda despejarlas leyendo algunas de entre las entusiastas críticas que pueden consultarse en la Red: C, el hijo de Cyberdark, El Cultural (magnífica la reseña de Germán Gullón), Hislibris, Mirá, Ojos de papel, Solodelibros, El tacto de un billete falso, La tormenta en un vaso o Viga del tejado.
Cormac McCarthy, La carretera, Barcelona, Mondadori, 2007, 210 páginas.
Adenda del 7 de febrero de 2007
Aunque ya lo señalé en la entrada del 29 de enero, dedicada al séptimo número de la revista Hélice, viene bien repetirlo aquí. En la sección «Doble Hélice» de este número se incluyen dos reseñas de La carretera: la que firma Antonio Rómar y la mía. Ambas se pueden leer cómodamente en el correspondiente PDF
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Antonio dice
Vaya con las casualidades. Me regalé el libro para reyes y me lo he leído en un par de días (a costa de pasar sueño), porque no podía dejar de leer. Había pensado incluso en escribir una nota en el blog, rompiendo con mi costumbre de no comentar demasiado mis lecturas personales.
Como dices, es un libro muy duro, uno de los más impactantes que he leído en mucho tiempo. Es de estilo espartano, lo que nos ahorra las truculencias en las que hubiesen hurgado la mayoría de escritores de best-sellers o de género. Y te deja con esa sensación única que provocan las grandes obras.
A pesar de que desconfío sistemáticamente de las novedades anunciadas a bombo y platillo, me alegro de haber sucumbido a ésta. Ya nos filtrarás algo más de tu reseña.
serenus dice
Llevo trabajando desde años con alumnos del antiguo bup y ahora 1º de bachiller: «Un mundo feliz», «1984», «Si esto es un hombre» y algunos otros, y los resultados han sido, casi sin excepción, muy buenos. Ahora buscaba introducir alguna lectura nueva… y creo que tendré en cuenta «La carretera» , intentaré leerlo en breve.
La perspectiva que le doy a la lectura-trabajo es» sociológica». Llevo tiempo buscando una obra que refleje la sociedad española, y que se preste a un análisis en clave sociológica asequible al alumno de bachiller -no soy profesor de literatura- agradecería sugerencias. He pensado en «La verdad sobre el caso Savolta» pero quizá sea excesivo para un alumno de 1º de bachiller.
Como dije, agradecería sugerencias.
Un saludo
Eduardo Larequi dice
La verdad sobre el caso Savolta es una novela magnífica, pero su ambientación queda bastante lejos del momento actual de la sociedad española. Sin salir de la obra de Eduardo Mendoza, hay otras alternativas que encajan con tus propósitos y se acercan más a la realidad contemporánea: las novelas humorísticas El misterio de la cripta embrujada (1979), El laberinto de las aceitunas (1982), Sin noticias de Gurb (1990), La aventura del tocador de señoras (2001) y, en un registro más serio, Mauricio o las elecciones primarias (2006), una novela que trata cuestiones importantes sobre la participación política, la organización social, el desencanto, etc. Tal vez no sea la mejor novela de Mendoza y quizás resulte algo aburrida para los alumnos, pero es muy interesante.
Sobre la reseña de La carretera no puedo dar más detalles, Antonio, porque como he dicho la tengo comprometida con Hélice. Pero cuando aparezca el número 7 (seguramente en febrero), ten por seguro que me haré a mí mismo la correspondiente publicidad.
Antonio dice
Quizá a Serenus le sirva Carreteras secundarias de Ignacio Martínez de Pisón (Anagrama). Es una novela no muy larga, con un adolescente como protagonista y que cuenta el proceso de toma de conciencia con la realidad. Además, se puede combinar con la película homónima protagonizada por Antonio Resines. Cuando la he mandado en bachiller, les ha gustado. Un saludo.
serenus dice
De Eduardo Mendoza he leído «el misterio… «el laberinto.. «y ahora precisamente trabajo en una clase con «Gurb», también conozco «La verdad sobre el caso Savolta» que efectivamente me ha parecido una gran novela, el problema estriba en su extensión y dificultad para 1º de Bach. La otras dos, «El tocador.. y «Mauricio..» tengo que reconocer que me han aburrido a mí y no he podido acabarlas -quizá no escogí el momento adecuado- Gracias Eduardo por el comentario.
Gracias también a ti Antonio, tendré en cuenta tu propuesta «Carreteras secundarias.. este mismo fin de de semana empiezo con «ambas carreteras»
Un saludo.
Petr dice
La parte más emocionante es cuando, al principio de la novela, padre e hijo encuentran una máquina de refrescos y al hurgar en su interior hallan una lata de COCA-COLA ™, y el padre se la cede al hijo para que pueda disfrutar de ese momento irrepetible. Lloré enternecido, he de reconocerlo.
Casimiro11 dice
Totalmente de acuerdo contigo. No sé si estaba yo excesivamente sensible, pero los diálogos padre hijo me parecen de un lucidez extraordinaria. Ese estilo tan sobrio y directo hace que parezca que estás sentado a su lado, y en muchas ocasiones pasar la página resulta inevitable pero aterrador. En concreto esta escena, y cuando al final el niño le dice al padre moribundo, «tengo mucho miedo, papá» me acosaron durante días. Nada de melodramas, simplemente un puñetazo en medio del estómago. En fin, saludos.
Eduardo Larequi dice
Gracias por estos dos comentarios tan estimulantes, Casimiro. Hoy se estrena la versión cinematográfica de La carretera, y ardo en deseos de comprobar si la adaptación ha sido capaz de expresar la reciedumbre de McCarthy, su terrible capacidad conmovedora, la aspereza inigualable de la historia y la bellísima relación entre padre e hijo.
albert dice
Hola.
Acabo de terminar «La carretera» y no ha defraudado mis expectativas.
No sé si me hubiera causado el mismo desasosiego, temor o ternura de no tener un hijo de una edad parecida al de la novela; en cualquier caso, comparto su opinión de que es un libro formidable.
Me atrapó desde el primer momento- como casi todos los libros de este autor- y no me ha durado ni dos días.
Cuando ya has leido varios libros de McCarthy lo reconoces enseguida.
Sus descripciones precisas, su lenguaje, el cómo se detiene en el detalle de pequeñas acciones manuales, sus estupendos diálogos, y, sobre todo, su visión de la vida y del ser humano: casi siempre sin lugar a la esperanza ni a la redención. Un mundo despojado, primario, violento.
A veces creo (lo acabo de leer y aún tengo que madurarlo…) que «La carretera» es una fábula, pero no del pasado , sinó del futuro; una alegoría escondida tras el realismo de su prosa.
No sé si funcionaría en secundaria, no trabajo en el ámbito educativo, pero tiene suspense, emoción por encima de lecturas más profundas, es corta, te atrapa y los diálogos son magníficos.
A mí me hubiera encantado leerla con 13 ó 14 años (que es la edad en que leí, por cierto, «Un mundo feliz»)
A lo mejor después de ver a Viggo Mortensen como «el padre» muchos se animen.
Eduardo Larequi dice
Estoy muy de acuerdo contigo, Albert. A mí también me hubiera gustado leer la novela con esa edad. Y, por cierto, leí Un mundo feliz más o menos al mismo tiempo que tú (tal vez un año después).
Viggo Mortensen me parece un actor excelente para hacer de padre, pero ¿sabrán guionista y director hacer justicia a la novela? Tengo mis dudas.
albert dice
Hola, Eduardo.
Gracias por tú rápida respuesta.
Sí, ojalá lo hagan tan bien como parece que han hecho los Coen con «No es país para viejos», que estoy deseando ver.´
Pero «La carretera» tiene mucha más profundidad, más niveles.
Realmente lo tienen difícil.
Un saludo
albert dice
Hola de nuevo.
Espero no hacerme pesado. Llegué hasta este blog buscando opiniones acerca de «La carretera» y creo que di con una mina.
Antes de nada, mi enhorabuena por su crítica en Hélice.
No podría estar más de acuerdo, aunque como cualquier lector, fuera mi lectura distinta a la suya.
Hay sobre todo una imagen que no me quito de la cabeza: La de los «malos» deborando a sus hijos. No dejo de pensar que eso es la antítesis de lo que nos hizo sobrevivir como especie. Por lo que sé, los pocos individuos de nuestros ancestros que quedaban en África sobrevivieron gracias al mimo con que cuidaron a sus crías. Y creo que ese impulso todavía permanece en la mayoría de la humanidad.
Es el caso del protagonista, que protege la vida de su hijo más allá de la esperanza. Y también el del grupo que aparece al final de la historia.
Si ganan los «buenos» entonces tal vez haya futuro.
Es, tal vez «La carretera», también una historia sobre la humanidad, sobre el impulso de supervivencia en un mundo en que la lucidez nos dice que no hay sentido ni futuro; sobre los padre que no son capaces de explicar a sus hijos que ir a la Luna será tan inútil como llegar al mar.
Un saludo
Eduardo Larequi dice
Por supuesto que no eres pesado Albert. Los comentarios son la sal de los blogs, y sin ellos La Bitácora del Tigrese convertiría en algo así como un jardín sin flores.
Espero que la mina que acabas de descubrir siga pudiendo explotar el filón. Y lo digo porque algunos comentaristas habituales de este blog se lamentan de que no escriba más sobre libros y películas y menos sobre plugins y otros abstrusos temas técnicos. Pero lo cierto es que no siempre encuentro libros que me llenen de entusiasmo y con los que merezca la pena entregarme a fondo.
albert dice
Glubs!! perdón, cuando escribí «deborar» realmente quería decir devorar.
David dice
Acabo de terminar «La carretera» (fantástico). Pero estoy obsesionado con un detalle que no acabo de encajar. Me llamó la atención un párrafo (el último de la página 68 en la edición en castellano de Mondadori). Inicialmente porque está en primera persona (el único momento del libro, creo), luego porque dudé entre si era la evocación de un recuerdo, o un salto al futuro recordando el momento que justo acababan de narrar -pero esto último no puede ser porque no cuadran las balas, 2 en ese momento, y habla de 3-, y finalmente por su contenido: habla de un perro del pasado que el niño recuerda y dice «No se acuerda de ningún niño pequeño». Luego me llamó la atención una frase de la mujer la noche que se suicidó (pág. 46): «Debería haberme decidido hace ya tiempo. Cuando quedaban 3 balas en la pistola en lugar de 2».
Dejé mi «mosqueo» en el limbo, pero al terminar de leer, llevo todo el día dándole vueltas. Y estoy en: que no creo que la mujer pensara en las balas para suicidarse los tres (no las necesitan para hacerlo, y con 3 mantenían el poder de matarse ante un ataque, cosa que con 2 no está asegurada), sino que se refiere a «algo» que ocurrió con la tercera bala (de la que, salvo lapsus mío, no se dice nada en el libro). ¿Por qué el padre se niega tan rotundamente a investigar si de verdad había un niño observándoles? ¿Paso algo en el pasado con otro niño, del que su hijo ya no se acuerda?
¿A alguien le ha llamado la atención esto? ¿O me estoy montando una película? (sí, hay interpretaciones menos retorcidas, pero es que no me convencen). Por cierto, uffff, qué poco confío en que salga una buena peli, aunque me encanten los actores.
Eduardo Larequi dice
Ante todo, David, discúlpame por la tardanza en contestar, pues he estado de vacaciones.
La verdad es que no he reparado en los detalles que señalas en tu comentartio, pero hay que tener en cuenta que la técnica narrativa de McCarthy tiene mucho que ver con la ambigüedad y los detalles sugeridos o voluntariamente inconcretos.
En todo caso, gracias por el comentario y por visitar la guarida del Tigre.
Stalker dice
Buenas.
Un articulo mio sobre este gran libro en el enlace.
Eduardo Larequi dice
Una reseña la tuya extraordinaria, Stalker. La verdad, me impresionó mucho leerla. Ya me gustaría a mí ser capaz de escribir con tanta lucidez y conocimiento.
Casimiro11 dice
Sin palabras, vacío, desgarrado. Así me ha dejado el amigo McCarthy con esta historia terrible y desoladora. Hasta ahora, entre mis escritores favoritos se encontraban Proust, Cortázar o Tolstoi. Sinceramente, no sé si tengo que añadir al autor de «La carretera» en tan estimada lista.
Lo que sí sé es que jamás un libro me había producido tal desasosiego, tal dolor físico, hasta el punto de llegar al final agotado, tembloroso y asustado como si fuera uno de los protagonistas. Tal vez el ser padre de un niño de aproximadamente la edad del que aparece en el relato me ha hecho más sensible a la historia, que desde luego recomiendo a cualquiera… que no esté deprimido o con ganas de suicidarse.
En cuanto al supuesto «final feliz» que muchos le reprochan, no consigo verlo por ningún lado. ¿Hay algo más desolador que tener que luchar por la supervivencia sin nada a lo que asirse, tras haber perdido a lo único que te daba fuerzas para continuar?
Sinceramente, los que critican el final con una atisbo de esperanza creo que no han entendido el libro. Para llegar al final y simplemente morir, más valdría haberse ahorrado, tanto autor como lectores, 200 páginas de sufrimiento, a la par crueles y tiernas.
Creo que lo único que tenemos es la esperanza, y quiero creer también que mi hijo llevará el fuego toda su vida, allá donde esté y en cualquier circunstancia.