Que el nombre de uno aparezca en letras de molde en un medio tan importante como El País debería ser motivo para la satisfacción de esa pequeña (en mi caso, no tan pequeña) vanidad que un servidor lleva dentro. En fin, ojalá que el artículo sea para bien, a pesar de que ni su título ni su contenido hacen la debida justicia a la iniciativa por el reconocimiento oficial del trabajo con las TIC, en la que tanto esfuerzo hemos invertido unos cuantos compañeros y compañeras.
Me da un poco de apuro que mi nombre, a diferencia del de otros colegas, vaya acompañado de un título un tanto rimbombante y en el fondo superfluo. Y todavía más coraje me da que la selección de nombres que figura en el artículo no haya sido más amplia. No quiero hacer de menos a nadie, pero no entiendo cómo se ha podido dejar fuera del artículo a Néstor Alonso, animador de muchos cotarros TIC, polemista agudo e incansable, y diseñador, entre muchos otros geniales, del logo de la iniciativa.
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