Hasta hace cuatro días, los pamploneses nos tomábamos a cachondeo la boutade de que Pamplona es Mordor. Sin embargo, tras las inundaciones del pasado domingo, provocadas por la conjunción de las copiosas precipitaciones caídas sobre las cuencas de los ríos Ulzama y Arga, el deshielo primaveral y (dicen algunos) la extemporánea apertura de las compuertas del embalse de Eugui, la analogía con la maléfica comarca del Señor de los Anillos debe ser urgentemente revisada. Pamplona, su comarca y las cuencas de los citados ríos poco se parecen a esas tierras sombrías desde las que acecha el ojo insomne de Sauron, y en cambio muestran un clima cada vez más parecido a los lugares donde llueve intensa, densa y a veces torrencialmente, como la imaginaria ciudad de Ranchipur, en la que transcurre la trama de la novela Vinieron las lluvias, de Louis Bromfield (y sus dos famosas adaptaciones cinematográficas), o la muy real de Cherrapunji, poseedora de casi todos los récords mundiales de precipitaciones.
Los compromisos familiares de este pasado domingo me impidieron acudir a las riberas del Arga para fotografiar el desbordamiento del río. Sin embargo, otros muchos fotógrafos aficionados y profesionales pudieron disparar sus cámaras a su gusto, lo cual ha permitido llenar la Red con impresionantes galerías de fotos (véanse, por ejemplo, esta y esta otra). Tuve que conformarme con un objetivo más modesto, y también menos afectado por la furia de la naturaleza: el río Elorz, que atraviesa el valle homónimo y desemboca en el Arga por su margen izquierda. A eso de las cuatro de la tarde, varias horas después de que hubieran cesado las precipitaciones más abundantes, el río cruzaba la localidad de Torres de Elorz con un caudal varias veces superior al que suele llevar habitualmente. Las fotos tomadas con mi Samsung Galaxy SII, aunque no sean las mejores del mundo, dan cumplido mail de la ocasión.
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