Traigo hoy a la palestra de este blog un ejemplo chusco de los errores de los correctores ortográficos, que son, sin lugar a dudas, una de las herramientas informáticas más utilizadas por blogueros, docentes, y público en general. Al repasar esta mañana una lista de centros educativos, me he encontrado con una curiosidad más que llamativa: el corrector ortográfico, al toparse con la secuencia «C.P. Arturo Campión» y no reconocer el apellido de este famoso prócer navarro, ha decidido por su cuenta y riesgo proponer una solución tan original como chocante: «C.P. Arturo Campeón».
No ha sido una errata mía, porque tengo impresa una versión anterior del documento, que utilicé como borrador para hacer unas anotaciones, y en ella no aparece el error. Seguramente, el procesador de textos cambió el término que no reconocía en la versión final del documento, y yo no advertí su intromisión. Por si acaso, y para evitar mosqueos y susceptibilidades, he enviado a los destinatarios de la lista una aclaración sobre la denominación correcta del centro.
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