Dicen los que saben que la cosecha de la cinematografía norteamericana en el año 2010 ha sido más bien magra. A juzgar por la lista de los largometrajes seleccionados para competir por el Oscar a la mejor película –127 horas, Los chicos están bien, Cisne negro, El discurso del rey, The Fighter, Origen, La red social, Toy Story 3, Valor de ley y Winter’s Bone– no faltan razones para sostener tal opinión. Como he visto todas las películas seleccionadas (en dos casos, más de una vez), puedo decir con algún conocimiento de causa que en muy pocas puede encontrarse la grandeza y el talento indiscutibles que cabría esperar del ganador de tan celebérrimo galardón.
Que una película haya sido seleccionada para los Oscar, o incluso que lo haya ganado, no le otorga un pasaporte irrevocable para la inmortalidad cinematográfica1, pero lo cierto es que todo buen aficionado al cine lleva dentro de sí un mitómano más o menos confeso, que quisiera ver compensada su debilidad para con sus intérpretes, realizadores, películas y géneros favoritos con el sello de una calidad artística indiscutible. Y la verdad es que no resulta fácil otorgar ese marchamo a la mayoría de los films que compiten por el máximo galardón en la ceremonia de los Oscar 2011. Me atrevo a excluir de esta restricción a Origen, de Christopher Nolan (aunque soy consciente de que la complejidad de la trama y lo peculiar de su enfoque genérico lo convierten en un largometraje polémico, que a buen seguro habrá dividido a los académicos de Hollywood), y, sobre todo, a Valor de ley (True Grit), de los hermanos Joel y Ethan Coen, un western espléndido, cuyos muchos méritos no derivan necesariamente de ese enfoque crepuscular, cínico o irónico que se ha convertido en seña de identidad de la mayoría de las películas del oeste estrenadas en las tres o cuatro últimas décadas.
[Leer más…] acerca de El valor verdadero de los hermanos Coen- En la sección de Críticas del artículo que la Wikipedia dedica a los Premios Oscar se pueden leer algunos argumentos sustanciosos en torno a esta cuestión, a los que cabría añadir el hecho de que el año pasado le fue concedido el premio a la mejor película a En tierra hostil, de Kathryn Bigelow, que seguramente no era ni de lejos la más valiosa entre todas las contendientes.[<-]
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