Si hay algo que me molesta cuando voy al cine (y voy muy a menudo, de modo que me molesta con frecuencia), es el famoso anuncio contra la piratería que se proyecta antes de comenzar la película. Pensaba que sólo lo ponían en los cines, pero acabo de comprobar que también forma parte de los DVDs; por ejemplo, de todos los que componen el paquete de la primera temporada de la serie Prison Break, que Pilar y yo llevamos algunos días disfrutando.
A quién se le habrá ocurrido la idea de incluir en los DVDs anuncios irreductibles al mando a distancia (el caso de la publicidad anti piratería no es el único, por cierto; en muchas colecciones de DVDs hay cortinillas que uno se tiene que tragar, velis nolis). Es un abuso sobre los consumidores y además una burla, pues justamente sólo padecen esta intrusión quienes compran el material audiovisual y no quienes lo piratean. Vale, ya sé que no soy un santo y que yo también participo de la fiesta del P2P, pero alguien tendría que advertir a las productoras y distribuidoras cinematográficas que con estas prácticas no se disuade a los consumidores de la práctica del pirateo. Más bien se alienta a ella, por vía del cabreo inducido.
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